Son muchas las casas de campo «abandonadas» en los alrededores de Tomelloso y demás pueblos que viven y han vivido de la agricultura, y es que la modernización llegó y sigue llegando a todos los trabajos y lugares. Y estas viviendas, que sirvieron para cobijo, descanso, guarda de aparejos, e incluso para pernoctaciones en los momentos de más trabajo en las épocas de más faena, hoy apenas cuentan con utilidad.
Su poco uso y mantenimiento por las mejoras agrícolas, mezclado con el paso del tiempo y algunos amigos de lo ajeno, han conseguido que muchas estén como la de la imagen: medio derribadas, sin partes del techo y con mucha basura en su interior.
Y por no quedarnos solo con las desastradas, decir que también quedan muchas en perfecto estado y que reflejan en su interior lo que fue el campo hace años, con fotos y antiguas herramientas, por lo que son auténticos mini-museos. También las hay con el único fin del disfrute, y son usadas como cocinillas en las que deleitarse, casi siempre en los días festivos, de excepcionales comidas manchegas y tremendos asados.