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sábado, 21 diciembre
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Hugo, el gato negro adolescente

Reportajes imposibles: espacio surrealista de humor animalero

Todas las historias están basadas en hechos verdaderos acontecidos a animales del pueblo de Tomelloso, para resguardar su intimidad y la de cualquier otro ser involucrado, los nombres de los protagonistas han sido cambiados. Debemos advertir también que en estas entrevistas los animales hablan, por eso es surrealista. Cualquier similitud con la realidad a secas, es pura coincidencia o bien síntoma de un trastorno sicótico.

Octubre es el mes de los gatos negros. Halloween se ha instalado entre los más jóvenes, mueve la economía en disfraces, chuches, fiestas y hasta se estrenan pelis de miedo en cine y en plataformas. Calabazas, brujas, esqueletos, fantasmas y por supuesto ellos, los gatos negros completan la iconografía de una fiesta que crece generacionalmente. No le busquemos más vueltas, Allí, en toda esa ola Halloween, destacan ellos, los gatos negros, como el felino más popular. Su imagen se repite como la mascota preferida de Octubre. Hay quien los llama panteritas, por el gran parecido con ¨los primos de la selva¨.

Los gatos negros han sabido despertar el genio creativo de grandes artistas, como Edgar Allan Poe, en su cuento: «El Gato Negro». Donde un michi bien negro llamado «Plutón» pasa las mil y una en manos de un sádico maltratador. En un lenguaje de descarnada belleza y con un suspenso que pone los pelos de punta, más de cien años atrás, Edgar Allan Poe nos adelantaba que los asesinos y maltratadores siempre empiezan descargando su maldad con los animales. La ciencia lo ha comprobado y ya veis como vuelvo al punto de partida.

En Octubre se potencia el maltrato animal y las víctimas preferidas son los gatos, perros y pájaros negros. Al punto que todas las protectoras suspenden la adopción de ejemplares domésticos negros hasta el mes de Noviembre.

En Octubre los dueños de gatos negros pasan miedo. Pero en casa de Hugo, el gato negro de esta historia ha aparecido un miedo más. Es un gato adolescente que quiere salir de fiesta en Halloween.

Fijamos una cita en el mismo domicilio del gato adolescente y allí nos reunimos en la tarde para realizar la entrevista. Nos recibió su humana porque Hugo estaba lamiendo su brillante pelaje que ella misma cepilla periódicamente. Pero Hugo es un gato tan creído que no confía a nadie su estilismo.

En la espera, la señora nos sirvió un café y nos contó que Hugo había sido adoptado en el verano anterior, siendo muy pequeñín, de no más de un mes.

Lo habían abandonado junto a su madre y otro hermanito de la misma edad, de un modo brutal, en una importante bodega de Tomelloso. El operario animalero que los encontró cree que los arrojaron por encima del paredón, la madre estaba muerta y el hermanito bastante débil. El hombre llamó a sus contactos y en esa misma tarde ambos fueron adoptados por dos familias donde se recuperaron muy rápido. Tuvieron mucha suerte.

La foto fue tomada por el rescatador. En ella se puede apreciar que, desde muy pequeñajo, Hugo apuntaba maneras.

Cuando estábamos ya por llorar, con el relato del abandono, se hizo presente Hugo. Es un gato muy grandote de pelaje negro completo. Tiene ojos dorados muy grandes con una mirada recia y por momentos amenazante. Con la cola como estandarte se dio un paseíllo entre las piernas del fotógrafo que me acompañaba y las mías. Debo confesar que, aunque se trate de un adolescente, el muchacho impone. Contorneó su pesada felinidad sobre nuestras piernas hasta que por fin dio con la barrita de pescado que llevaba Ñique, nuestro fotógrafo de animales, en el bolsillo de su chaqueta. Ya peinado y sobornado, Hugo accedió a la entrevista.

Pregunta – ¿Podrías contarnos por qué estás tan enfadado con tu humana luego de que esta te salvara la vida?

Hugo- Porque es una exagerada. Cree que no debo andar solo por la calle. Si ya me ha castrado. No me va a pasar nada. Ya tengo un añete y esos son como quince humanos. Peso siete kilogramos. Si hay algún peligro puedo defenderme. Mis amigos, los gatos naranjas rayados de los vecinos tienen permiso de salir a la azotea. Yo también quiero salir, pero mi madre dice que eso no va a suceder jamás.

PREGUNTA – ¿Es cierto eso señora humana de Hugo?

RESPUESTA- Por supuesto, es muy difícil en estos días poner límites a los humanos adolescentes y eso a veces implica negarse rotundamente a permitir atribuciones exclusivas de humanos adultos. Lo importante es seguir machacando con la teoría del puénting de las abuelas. No tienen que tirarse del puente porque sus amigos lo hacen. Los limites se razonan en casa no hay que dejar que los establezcan los de afuera. Con los gatos es más o menos lo mismo. Estadísticamente se sabe que un gato callejero vive unos cinco años de modo salvaje y un gato casero supera con salud los quince o los veinte y llega a récords como el de un gato inglés que vivió treinta años. Resumiendo, en casa no importa lo que hagan los gatos naranjas rayados del vecino, Hugo no sale a la calle y punto pelota.

Bogas Bus

Ante la rotunda posición de la humana no nos quedó otra que aconsejarle a Hugo que, si quiere divertirse este Halloween, mejor que se haga tictocker y se disfrace de calabaza. Lo de salir a la calle lo lleva chungo.

Hasta la próxima historia.

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