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Los Montes de Toledo, con 272 ejemplares, segundo núcleo de presencia estable de lince en la Península

La población lincera creció en 300 ejemplares en 2022, un dato con el que la especie consolida su población al alcanzar su máximo histórico en este siglo, que empezó con apenas un centenar de individuos que, a día de hoy han aumentado hasta los 1.668 ejemplares.

La especie se distribuye en 15 núcleos con presencia estable en la Península. El más numeroso es del de Sierra Morena, con 782 ejemplares; seguido del de los Montes de Toledo, con 272.

Los datos se desprenden del último censo del grupo de trabajo de lince ibérico (Lynx pardinus), que coordina el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), que analiza la evolución por las comunidades autónomas españolas con presencia estable de la especie en España (Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura) y por las autoridades de Portugal.

En concreto, el número de adultos o subadultos ha alcanzado los 1.105 ejemplares y durante 2022 han nacido 563 cachorros, que en total suman los 1.668 ejemplares en el conjunto de la Península Ibérica. A pesar de que esta cifra supone un nuevo récord para la especie en lo que va de siglo, el lince ibérico aún se encuentra en peligro de extinción.

En 2022 se contabilizaron 300 nuevos ejemplares que el año anterior, lo que supone, según el grupo de trabajo una tendencia de crecimiento continuada desde el año 2015 lo que le permite ser optimista respecto a la reducción del riesgo de extinción del lince ibérico.

En cuanto a la distribución geográfica, el 84,3 por ciento está en catorce núcleos poblacionales en España. En concreto, el 37,6 por ciento habita en seis núcleos en Andalucía; el 35 por ciento en cuatro núcleos en Castilla-La Mancha; y otros cuatro núcleos en Extremadura, que suma 195 ejemplares. En Portugal vive el 15,7 por ciento restante, con 261 linces en tres subnúcleos: Mértola, Serpa y Alcouti.

En definitiva, la especie se distribuye en 15 núcleos con presencia estable en la Península. El más numeroso es del de Sierra Morena, con 782 ejemplares; los Montes de Toledo, con 272; el valle del Guadiana, con 261 y el área de Matachel en Extremadura, con 138.

Los 563 nacimientos en 2022 se debieron a 326 hembras reproductoras, que tienen una media de cachorros por hembra reproductora o territorial de 1,72 cachorros.

El grupo de trabajo confirma asimismo que todos los parámetros principales considerados muestran una tendencia positiva desde el inicio de los programas coordinados de actuación en 2002.

La evolución positiva de la especie ha contado con la financiación europea a través de varios proyectos Life que han contribuido al programa de conservación Ex-Situ, en el que se enmarcan los trabajo de cría en cautividad y la reintroducción de ejemplares.

Este programa, según el Ministerio, es fruto de la actuación coordinada en el marco del Memorando de Entendimiento para el desarrollo de un único programa coordinado de actuaciones para la aplicación de la Estrategia de Conservación del Lince ibérico en España, suscrito entre el citado Ministerio y las comunidades autónomas de Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura. Portugal también participa activamente en este programa coordinado para la cría en cautividad.

Desde 2011, cuando el programa de recuperación de la especie comenzó a liberar linces criados en cautividad, se han soltado un total de 338 ejemplares nacidos en los centros de cría de Zarza de Granadilla (Extremadura) y El Acebuche (Andalucía), financiados por el Organismo Autónomo Parques Nacionales (OAPN). El resto de centros de cría son gestionados por Andalucía, el de La Olivilla, y en Portugal el Centro Nacional de Reprodução de Lince Ibérico o Centro de Silves.

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Para el responsable de proyectos del programa de especies de WWF, Ramón Pérez de Ayala, los datos reflejan que «ya ha superado la mitad del camino necesario para salir de la extinción», gracias al trabajo de colaboración realizado por todos los actores implicados.

MITAD DE CAMINO PARA ABANDONAR EL RIESGO DE EXTINCIÓN

Así, celebra que la especie va acercándose al objetivo de recuperación de 750 hembras reproductoras y a los 3.000-3.500 ejemplares, lo que marcaría que el lince estaría «de forma definitiva» fuera de peligro. Sin embargo, WWF considera necesario trabajar para crear nuevas poblaciones y para reducir amenazas como los atropellos y el furtivismo.

Pérez de Ayala ha destacado la población de Montes de Toledo, que ya ha alcanzado, con 53, el número de hembras reproductoras de Andújar, que hasta ahora era la población más grande, mientras que Vale do Guadiana se ha quedado a tres hembras de distancia, con 49.

«En los últimos años el crecimiento de las poblaciones ha sido espectacular por encima del 20 por ciento anual. Ese crecimiento ha sido tan grande gracias al buen trabajo de selección de las zonas de reintroducción, en estas cuatro poblaciones todas las hembras que nacían se han estado asentado y criando al año siguiente, pero ahora estamos llegando a su máxima capacidad de carga», agrega, «por lo que es de vital importancia crear nuevas poblaciones».

En este sentido, Pérez de Ayala explica que este último censo incluye la suelta de linces en Sierra Arana realizada en diciembre y ha recordado que en febrero comenzó a reintroducir linces en una nueva población de Murcia por lo que confía en que previsiblemente el año próximo aumentará el crecimiento de las poblaciones.

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