Este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, AMFAR-Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural vuelve a dar voz a los principales obstáculos a los que se enfrentan las mujeres rurales españolas y que les impiden disfrutar de una verdadera igualdad de oportunidades.
Las mujeres rurales sufren una doble discriminación: por ser mujeres y por ser rurales.
Uno de los factores claves que debemos desterrar y que dificulta su incorporación al empleo es la concepción social de las mujeres como “cuidadoras de familiares y responsables de las tareas domésticas”. En este contexto, debemos apostar por la corresponsabilidad, tanto de los hombres en el ámbito familiar como por la corresponsabilidad de las instituciones públicas, que son las que deben dotar de infraestructuras y servicios públicos que permitan la conciliación de la vida familiar y laboral.
Según un estudio reciente, las mujeres rurales dedican un total de 4 horas y 43 minutos a la atención y cuidado de la familia y del hogar, lo que supone 2 horas y 7 minutos más que el tiempo que dedican los hombres rurales a estos menesteres.
Recientemente, este trabajo ha sido cuantificado y la cifra resulta escalofriante: 38.500 millones de euros sería el valor económico del tiempo que las mujeres rurales dedican más que los hombres a los quehaceres domésticos. Una cifra que representaría el 3,1% del PIB de 2019.
Vivir en un pueblo ofrece muchas ventajas, pero también dificultades y una de ellas es el acceso al empleo. Los datos constatan que los municipios rurales registran mayor “demanda” que “oferta” de empleo. Esto significa que es más complicado para las mujeres encontrar empleo en un pueblo que en una ciudad. Las estadísticas ponen de manifiesto que la tasa de empleo de las mujeres rurales es casi 6 puntos inferior al de las mujeres urbanas.
A pesar de los obstáculos, las mujeres rurales han roto moldes. Así, entre los autónomos encontramos cada vez más mujeres que arriesgan y creen en el emprendimiento rural para conseguir su independencia económica.
De la misma manera, en el sector agrario siguen ganando terreno y ya representan el 37% del total de perceptores de ayudas directas de la PAC.
Y han dado ejemplo en el liderazgo ocupando puestos de responsabilidad en los consejos rectores de las bodegas y cooperativas. Además, de representar un tercio del total de titulares de explotaciones agrarias.
Sin embargo, la conquista de las mujeres rurales pierde fuerza a la hora de ver reconocido su trabajo en las retribuciones, en los salarios. Y es que el sector agrario es uno de los sectores económicos en los que mayor diferencia existe entre lo que cobran las mujeres y los hombres. Por lo tanto, frenar esta denominada brecha salarial en el sector agrario se convierte en uno de nuestros grandes retos. Al que debemos sumar también, el reto demográfico.
Debemos dar solución a la sangría poblacional que afecta gravemente a las zonas rurales, que pierden 5 habitantes cada hora y que, sobre todo, pierden juventud y mujeres.
En este escenario, AMFAR apuesta por fijar la mirada en las mujeres rurales, por visibilizar su realidad y su trabajo. Debemos escuchar a las personas que viven en los pueblos y dar respuesta a sus necesidades, si realmente queremos frenar la despoblación. Y, sobre todo, debemos atender a las mujeres, porque un pueblo sin mujeres se muere, desaparece. Las mujeres son garantía de vida y, por tanto, de futuro.
Otra solución pasa por aprovechar aquellas herramientas que la pandemia del Covid-19 nos obligó a utilizar, y que han llegado para quedarse. Nos referimos al teletrabajo. Una modalidad laboral que ofrecería alternativas y daría respuesta a muchas de las necesidades laborales y de conciliación que reclaman las mujeres rurales, al tiempo que contribuiría a reducir la brecha salarial que actualmente sufren las mujeres españolas y que alcanza los 5.250 euros de media en el sueldo anual.
En AMFAR ya nos hemos puesto a trabajar en ello y estamos desarrollando un programa que ofrece formación a las mujeres rurales para que conozcan las oportunidades de empleo que les ofrece el teletrabajo y las posibilidades para compaginar su vida profesional con la familiar, sin tener que verse en la obligación de abandonar su municipio.
El teletrabajo, la digitalización del empleo puede ser una de las soluciones, ya que fija población, ofrece oportunidades laborales y facilita la conciliación: tres ingredientes esenciales para mejorar la calidad de vida y la situación del empleo de las mujeres rurales españolas.
Y no debemos dejar pasar este día de reconocimiento y reivindicación, sin rendir un merecido homenaje a los casi 6 millones de mujeres rurales españolas. Mujeres fuertes y valientes. Mujeres que han dado y siguen dando ejemplo de solidaridad en los episodios más duros de nuestra historia. Mujeres que defienden la igualdad por justicia, porque está reconocida en nuestro Estado de Derecho, en nuestra Constitución y en las leyes internacionales. Mujeres que esperan el compromiso y la unión de toda la sociedad en la consecución de lo que es justo. No las defraudemos.