Este 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, seguimos reivindicando y visibilizando la lucha de las mujeres por sus derechos, participación y reconocimiento en la sociedad y en su desarrollo íntegro como personas.
Somos muchas las que luchamos cada día para revertir las lógicas del capitalismo y el patriarcado que generan la desigualdad real, aquí y en todos los lugares del mundo.
Tras dos años de pandemia del COVID-19 se ha hecho evidente la precariedad estructural de nuestro sistema, basado en políticas neoliberales que se están consolidando. Los fondos europeos se están utilizando para estimular la economía en la misma lógica engañosa de que las empresas son las que generan el trabajo, aunque sea precario y no resuelva las necesidades sociales y materiales de la clase trabajadora. Y la perspectiva de género ha vuelto a estructurarse en programas sectoriales, impulsados por años de luchas de mujeres, que parchean pero que no son suficiente.
Porque se publicó la Ley de Brecha Salarial, pero se debe implementar de forma efectiva. La empresa debe comprometerse con la conciliación y que no suponga consecuencias negativas para las personas trabajadoras en el desarrollo del empleo.
Porque vamos tarde en reconocer el convenio 189 de la OIT de las empleadas de hogar, manteniéndolas como trabajadoras de segunda y sin derechos. Ante esto, las mujeres migrantes organizadas denuncian una Ley de Extranjería al servicio del capital.
Porque la sobrecarga de las mujeres para sostener este sistema se traduce en la salud. A las mujeres nos recetan el doble de psicofármacos que a los hombres sin que se articulen medidas que actúen frente a la situación que genera los problemas de salud mental ni con la atención especializada necesaria.
Porque el Plan España que protege con la creación de centros de atención 24 horas a víctimas de violencia sexual debe ser una herramienta que posibilite la atención integral y que facilite el acceso a sus servicios. Estas acciones deben ir acompañadas de una educación afectivo-sexual desde la igualdad y que eduque a los hombres en una masculinidad no violenta. Una educación para revertir una cultura de la violación demasiado presente todavía en nuestra sociedad.
Porque los problemas sistémicos requieren soluciones sistémicas y no esfuerzos fragmentados para tratar los síntomas en lugar de la enfermedad. Seguiremos luchando contra la negación de las violencias estructurales que sufrimos las mujeres y redoblaremos esfuerzos contra los discursos que invisibilizan las violencias.
Por todo ello, desde IU exigimos la redistribución de la riqueza mediante un sistema fiscal justo que permita cubrir las necesidades sociales. Necesitamos un cambio de lógica que coloque los cuidados en el centro, que priorice los derechos y las necesidades de las personas y desplace la obtención de beneficio como único motor de la sociedad.
El feminismo sigue siendo hoy imprescindible para revertir la desigualdad, luchar contra la intolerancia y el odio, y transformar la sociedad.
Por eso este 8 de Marzo ¡Arriba las que luchan!