A finales de las década de 1980 en Tomelloso se empezó a fraguar una pequeña revolución con la aparición de una bodega: Vinícola de Tomelloso. Era el momento de empezar a plantearse la elaboración y embotellado de vinos para entrar en un difícil mercado, que comenzaba a demandar nuevos productos. Era un mercado casi monopolizado por los vinos de Rioja, aunque ye se empezaban a abrir paso otras DO como Ribera del Duero, Navarra, el Penedés, Albariño, etc.
España experimentó un gigantesco paso evolutivo en menos de una década, y la cultura del vino, empezaba a hacer una tímida entrada en nuestra sociedad. En La Mancha no nos quedó más remedio que empezar a plantearnos no perder el tren, y ya que eramos los mayores productores de vino, eso debía de motivarnos para ir más allá de la venta a granel y la destilación, por lo que tímidamente algunas bodegas empezaron a multiplicar su oferta con distintas varietales. Ese fue el caso de Vinícola de Tomelloso, cuyo propósito desde su fundación allá por 1986 (aunque hasta cinco años después no aparecería su primer vino embotellado) fue el de ofrecer una amplia gama de vinos, y uno de sus primeros proyectos fue el de producir un vino espumoso tipo Brut Nature, al cual bautizaron como Mantolán.
El Mantolán se elaboró durante sus primeros años con la uva autóctona Airén, por el método champenoise, y tuvo un gran éxito compitiendo con los espumosos de zonas de gran tradición en su elaboración, como los cavas del Penedés. Vinícola de Tomelloso cambió la composición del Mantolán, varios años después, cuando las viñas de las variedades Chardonnay y Macabeo -que habían plantado al mismo tiempo que empezaron el proyecto- empezaron a producir. Estas variedades de uva son las clásicas con las que se producen la mayoría de los espumosos en España, y en Vinícola de Tomelloso siguen apostando por ellas, dando así un vino de 9 meses de crianza en botella. En la nariz se suceden los aromas florales propios de las variedades acomplejados con aromas propios de la segunda fermentación y notas de crianza que recuerdan a la manzana verde y frutas tropicales lo que invita a recrearse en la copa largo tiempo. Muy franco de sabor, sabroso, fresco, afrutado y de gran finura, destaca la armonía entre sus componentes y la sedosidad de su paso, siendo el final de boca largo y persistente. El carbónico unido a su acidez bien combinada con el alcohol le confiere una extraordinaria frescura.
En Tomelloso, hasta bien entrado el siglo XXI, el único vino espumoso que se producía era el mencionado Mantolán, pero ya había otros bodegueros con esa idea en la mente. Bodegas Verum, fueron creadas en 2005 por la iniciativa de sus propietarios, la familia López Montero, una familia de gran tradición viticultora, que hasta ese momento se había dedicado casi exclusivamente a la fabricación de alcohol y licores. También desde sus inicios Bodegas Verum, pensaron en producir un brut nature de alta calidad, y el producto final terminó llamándose Gran Cueva, un exquisito espumoso elaborado de la forma más ortodoxa y tradicional, con segunda fermentación en botella a la que se le añade el mismo vino después del degüelle, y posterior crianza de 36 meses en botella, que aporta en nariz elegancia e intensidad, con predominio de aromas primarios (piña, fruta de hueso) acompañado de toques balsámicos, bollería y un fondo de frutos secos. En boca encontramos un vino potente, estructurado, con una burbuja muy fina que deja sensación de efervescencia muy largo. El retrogusto devuelve el recuerdo de nariz. El Gran Cueva se empezó a producir en 2006, y las primeras botellas salieron al mercado tres años después.
El tercer espumoso elaborado en Tomelloso tuvo que venir de la mayor bodega de Europa, la Cooperativa bodega-almazara “Virgen de las Viñas”. Esta enorme bodega, que cuenta con todos los medios de producción más modernos, tenía que apostar tarde o temprano por producir vinos más exclusivos, y en este punto apostó por la uva autóctona Airén, creando el Tomillar Espumoso en 2015, que desde 2021 se llama Lienzo Airén Brut Nature. Lo de utilizar la uva autóctona Airén creo que ha sido un acierto, ya que el producto final ha sido muy notable, de color dorado intenso y brillante. Con una ebullición de sutiles y elegantes burbujas con cordón de espuma completo. En nariz ofrece complejidad de notas cítricas con matices de tostados y frutos secos. Notas de brioche con tonos del melocotón, y en boca resulta fresco, sutil y equilibrado.
Así pues, tenemos tres diferentes espumosos hechos en Tomelloso, vinos ideales para brindar y degustar en estas fiestas tan entrañables y tradicionales, tres vinos que nos ofrecen muchos matices y experiencias sensoriales, y entre esos tres brut tradicionales podremos encontrar el que mejor se adapte a nuestros gustos personales.