Aurelio Moreno Cabanes es un tatuador profesional que tiene un estudio de tatuajes, BlackLab Tattoo, en la calle Socuéllamos, 73. Podría ser un estudio de tatuajes más de los muchos que hay hoy en día, pero no lo es. Y es que Aurelio Moreno, además de gran tatuador, es una persona solidaria, algo que muestra con hechos: reconstruye gratis la areola del pezón para cualquier mujer que haya sufrido un cáncer de mama, y en Navidad suele cambiar tatuajes por juguetes a beneficio de Cruz Roja.
«No le he dado mucho ‘bombo’, esto empezó por una publicación que vi hace 6 años de un chico que tiene un estudio de tatuajes en Madrid y que colaboraba para una asociación», cuenta el protagonista sobre cómo empezó todo. El chico al que se refiere es Jerónimo Velasco, y la asociación es ‘Tatuaje Solidario Cáncer de Mama’. Para él, el proceso no debe acabar cuando el médico da por cerrado el proceso de reconstrucción, considerando que dejan a la paciente «un poco a la aventura».
Otro de los motivos que le hizo lanzarse a esta acción solidaria fue el ver que en algunos estudios de tatuaje se pedían «hasta 400 euros» por hacer la reconstrucción, algo que le parece «una exageración» ya que «es una cosa pequeña»: «Vamos a luchar contra el ‘listo’ este que se quiere aprovechar de la situación», fue lo que pensó antes de lanzarse a llevar a cabo su idea hace ya 6 años.
«Cuando les haces la reconstrucción, su cara cambia, es como que le dieras un chute más de energía»
«Es un poco aprovechar el vacío que tienen al final del tratamiento, que aunque le hagan la reconstrucción del seno, falta el punto final, que es lo que frente al espejo les hace verse que todavía está eso así», reconoce Moreno, quien afirma que el cambio es «total» a pesar de que algunas «vienen un poco asustadas» porque, por ejemplo, no se han hecho nunca un tatuaje: «Cuando les haces la reconstrucción, su cara cambia, es como que le dieras un chute más de energía».
En cuanto a las experiencias, Moreno reconoce que todas las experiencias han sido positivas, pero ninguna como la primera: «Estaba nervioso porque era algo que tenía que hacer y, además, me resultó más difícil porque, si tienes que hacer las dos areolas, los haces desde cero o utilizas los pigmentos que veas, pero cuando tienes que copiar otro se dificulta más al intentar igualar». Tanto su satisfacción personal como la reacción de su primera clienta fue «para echarse a llorar»: «Volvió a visitarnos un tiempo después y nos trajo productos de su tierra».
Sobre el proceso que tiene que seguir una mujer que quiera realizarse la reconstrucción, estas tienen que tener el visto bueno de su oncólogo para tatuarse tras haber finalizado el proceso. A partir de ahí, las interesadas se ponen en contacto con el centro de tatuajres para concertar una cita. Aurelio tiene los lunes por la mañana como día para realizar estas reconstrucciones, aprovechando su día de descanso para ello.
Aurelio Moreno reconoce que nunca se ha parado a pensar por qué realiza esto: «Me hace sentir bien. Cuando hice el primero se me quedó esa energía y buen rollo que te transmiten las clientas».
LA ‘MODA’ DE LOS TATUAJES
Nuestro protagonista lleva tatuando desde el año 2009, cuando empezó haciendo sus primeros sus ‘pinitos’. Lo dejó un par de años por cuestiones laborales, retomándolo a tiempo completo desde 2015. Estuvo en un estudio en la calle Nueva llamado ‘Manos de tinta’ junto a otra compañera, hasta que esta decidió dejarlo. Entonces contactó con Miguel Ángel y, desde 2019, trabajan en el estudio BlackLab Tattoo en el número 73 de la calle Socuéllamos.
Hablando sobre los tatuajes en general, Aurelio cree que estos son algo «muy personal» y que se ha visto sobredimensionado por las redes sociales: «Mucha gente nos pide el mismo tatuaje que lleva un famoso». Lleva diez años en la profesión y nota «que cada vez la gente se tatúa más, a más temprana edad y gente con más de 60 años que nunca pensé que se tatuaría».
El protagonista cree que, en España, el mundo del tatuaje está «un poco estancado» porque hay «demasiados tatuadores» y «mucho intrusismo», lo que provoca «una saturación» y que se esté viviendo «el punto tope» de gente que se tatúa. «Es difícil ir por la playa o la calle en verano y ver a alguien no tatuado». Sobre el mito de que quien se realiza su primer tatuaje ya no se puede parar, Aurelio reconoce que «te haces el primer tatuaje, te ves al espejo y quieres más» y que bromean con los clientes primerizos, comentándoles en tono de broma: «Le ponemos droga a la tinta».