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sábado, 21 diciembre
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El mensaje para las nuevas generaciones de mujeres: la ciencia no es cuestión de género, sino de perseverancia

Visibilizar los logros de la mujer en ciencia para tener referentes femeninos, fórmula para despertar nuevas vocaciones

La ciencia no es cuestión de género ni de inteligencia, sino de constancia y perseverancia. Este es el mensaje que algunos de los investigadores del Hospital Nacional de Parapléjicos han intentado inocular en estudiantes de ESO y Bachillerato de Toledo, con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se conmemora este 11 de febrero.

Por medio de actividades interactivas en centros educativos de la ciudad, estos profesionales de la Comisión de Divulgación Científica de la Unidad de Investigación de este centro de referencia contribuyen a visibilizar el papel de la mujer en ciencia y a acabar con estereotipos de género que, desde los primeros estadios educativos, limitan el ingreso de las jóvenes en estudios científicos, de matemáticas, ingenierías y tecnológicos.

Para divulgar y valorar ese trabajo femenino, Juliana M. Rosa, neurocientífica e investigadora principal del Grupo de Circuitos Neuronales, y José Ángel Alfaro, responsable del servicio de Microscopia de la Unidad de Investigación de Parapléjicos, han mantenido un encuentro con alumnos de 4º de Educación Secundaria del colegio ‘Virgen del Carmen’, a los que han acercado la gran contribución que han hecho a la ciencia mujeres como Ada Lovelace, Rita-Levi Montalcini o Hedy Lamarr, entre otras.

La gran mayoría de los estudiantes que han participado en esta actividad han demostrado conocer a más científicos que científicas e, incluso, a más mujeres que se dedican a la música, al cine o al deporte que a la investigación. Es el caso de la primatóloga Jane Goodall, desconocida para la totalidad de la clase que, por contra, sí sabe quien es Maggie Smith, que puso rostro en el cine a la conocida profesora McGonagall de Harry Potter.

Además de hablarles y ponerles ejemplos concretos del llamado ‘Efecto Matilda’, ese que discrimina a las mujeres científicas atribuyendo sus logros a sus colegas masculinos y que sufrieron Rosalind Franklin o Marthe Gautier, han evaluado las capacidades de los alumnos y las alumnas.

Pese a que la totalidad de participantes en esta actividad han reconocido que las mujeres están igual de capacitadas que los hombres a la hora de dedicarse a la ciencia, el 85% considera, por contra, que el mejor científico de la clase sería un chico.

Para revertir ese estereotipo de género, los investigadores de Parapléjicos han relatado, a modo de experiencia, que en ciencia lo primordial no es la inteligencia, sino la constancia y la perseverancia a la hora de conseguir objetivos.

CAMBIAR PERCEPCIÓN

Al término del encuentro, Raquel Pintor, una de las participantes, ha asegurado que la charla le ha permitido cambiar su percepción y llegar a la historia de muchas mujeres científicas, que desconocía.

De ahí que considere muy necesarias actividades como la que ha acogido su centro, que permiten visibilizar que las mujeres, y no solo los hombres, son capaces de hacer cosas importantes.

«En los últimos 40 años hemos avanzado, pero no lo suficiente. Sigue habiendo desigualdad y seguimos estando invisibilizadas. Hay que seguir trabajando y visibilizándonos», ha defendido.

ROMPER BARRERAS

«Cualquiera puede reconocer a Albert Einstein, pero la mayoría de los estudiantes o de los adultos no reconocen a Jane Goodall. Hablamos de investigaciones hechas por mujeres durante años que no están visibilizadas. Desde el momento en que empecemos a difundir que la mujer siempre ha estado en ciencia, empezaremos a romper barreras».

Por ello, esta neurocientífica, pese a reconocer que ya se están produciendo cambios, incide en la necesidad de dar a conocer desde edades «tempranas» esa cara femenina de la ciencia. «Cuando hablamos de ADN, en los libros de ciencias actuales ya aparece, junto a James Watson, Maurice Wilkins y Francis Crick, la foto de Rosalind Franklin, que hace años no aparecía. Los cambios ya han empezado, pero aún nos queda mucho por delante».

«Por desgracia, a veces oímos comentarios que pensábamos que habían sido desterrados, pero aún están ahí, del tipo ‘las mujeres no son tan buenas en matemáticas como los hombres’. Esa forma de pensar vamos viendo que, poco a poco, está cambiando. La educación en los centros, en las familias y en la sociedad en general está contribuyendo a este cambio», ha concluido.

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