Investigadores de la Universidad de Cincinnati (Estados Unidos) ha comprobado que añadir arándanos a la dieta diaria de ciertas poblaciones de mediana edad puede reducir las posibilidades de desarrollar demencia en la última etapa de la vida, según publican en la revista ‘Nutrients’.
El doctor Robert Krikorian y su equipo llevan varios años investigando los beneficios de las bayas para las personas con mayor riesgo de padecer Alzheimer y demencia. Aunque no son del todo diferentes de otras bayas y plantas como la lombarda, explica que los arándanos tienen un nivel particularmente alto de micronutrientes y antioxidantes llamados antocianinas, que contribuyen a darles ese color y también ayudan a defender las plantas contra el exceso de exposición a la radiación, los agentes infecciosos y otras amenazas.
Estas mismas propiedades que ayudan a los arándanos a sobrevivir también aportan beneficios a los seres humanos, asegura Krikorian, como la reducción de la inflamación, la mejora de la función metabólica y el aumento de la producción de energía en las células.
Los estudios anteriores sobre las bayas que dirigió Krikorian se centraron en poblaciones de edad avanzada, pero con esta investigación, el equipo quiso estudiar a individuos de mediana edad para centrarse en la prevención de la demencia y la reducción del riesgo.
«Habíamos observado beneficios cognitivos con los arándanos en estudios anteriores con adultos mayores y pensamos que podrían ser eficaces en individuos más jóvenes con resistencia a la insulina –recuerda Krikorian, profesor emérito y director de la división de psicología del Departamento de Psiquiatría y Neurociencia del Comportamiento de la Facultad de Medicina de la UC–. La enfermedad de Alzheimer, como todas las enfermedades crónicas del envejecimiento, se desarrolla a lo largo de un periodo de muchos años que comienza en la mediana edad».
Los investigadores reclutaron a 33 pacientes de la zona de Cincinnati con edades comprendidas entre los 50 y los 65 años que tenían sobrepeso, eran prediabéticos y habían notado un leve deterioro de la memoria con el envejecimiento, un grupo de población que tiene un mayor riesgo de padecer demencia tardía y otras afecciones comunes.
Durante un periodo de 12 semanas, se pidió a los pacientes que se abstuvieran de consumir bayas de cualquier tipo, excepto un paquete diario de suplemento en polvo que debían mezclar con agua y consumir con el desayuno o la cena. La mitad de los participantes recibieron polvos que contenían el equivalente a media taza de arándanos enteros, mientras que la otra mitad recibió un placebo.
A los participantes también se les hicieron pruebas que medían ciertas capacidades cognitivas que disminuyen en pacientes con envejecimiento y demencia tardía, como las funciones ejecutivas, como la memoria de trabajo, la flexibilidad mental y el autocontrol.
Krikorian señala que los del grupo tratado con arándanos mostraron una mejora en las tareas cognitivas que dependen del control ejecutivo. «Esto se evidenció como una menor interferencia de información extraña durante el aprendizaje y la memoria», afirma Krikorian.
Los pacientes del grupo de arándanos también presentaron niveles de insulina en ayunas más bajos, lo que significa que los participantes mejoraron su función metabólica y fueron capaces de quemar más fácilmente las grasas para obtener energía.
Krikorian destaca que el grupo de los arándanos mostró un grado leve adicional de mayor desacoplamiento mitocondrial, un proceso celular que se ha asociado con una mayor longevidad y una reducción del estrés oxidativo. El estrés oxidativo puede provocar síntomas como la fatiga y la pérdida de memoria.
«Este último hallazgo fue exploratorio, pero apunta a un interesante mecanismo potencial de los beneficios del arándano», resalta.
En el futuro, Krikorian está interesado en comprender mejor los mecanismos exactos de los arándanos que ayudan a mejorar el rendimiento cognitivo y la función metabólica. Pero la principal conclusión del estudio actual es que la administración regular de suplementos de arándanos en dietas de riesgo de mediana edad puede reducir las posibilidades de desarrollar demencia en la última etapa de la vida.
«El tamaño de la muestra es una limitación obvia del estudio, por lo que será importante reproducir estos hallazgos, especialmente por parte de otros investigadores –reconoce Krikorian–. Mientras tanto, podría ser una buena idea consumir arándanos de forma regular».