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domingo, 22 diciembre
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Recorre la Ruta del Vino de La Mancha en sus tres elementos: tierra, agua y aire

Más allá de los viñedos se esconde La Mancha Húmeda, Reserva de la Biosfera

La Ruta del Vino de La Mancha atraviesa el mayor viñedo del mundo. A lo lejos, sobre cerros y serranías, vigilan los molinos de viento que giran como relojes dejando pasar el tiempo. Porque aquí, en estas tierras, las horas se detienen para que tus días sean tan largos como desees. En la Ruta del Vino de La Mancha no hay prisa por llegar, porque todo lo que encuentras en el camino merece la pena; merece una parada. Una visita a una bodega, una molienda tradicional, un taller de forja, de esparto, casas de hidalgos, museos cervantinos, cuevas que han visto nacer El Quijote.

A pie, en autocaravana, bicicleta… en soledad o en compañía, con amigos o familia, cualquier modo es bueno para adentrarse en la Ruta del Vino de La Mancha. Una vez dentro, descubrirás que es mucho más que vino: son rutas de senderismo por la Mancha Húmeda, un baño en las Lagunas de Ruidera, un recorrido entre bombos o un viaje en globo para admirar la belleza. ¡Elige tu elemento y vente a la naturaleza!

Agua: biodiversidad en los humedales

En mitad de la meseta, como un espejismo en medio del desierto, brota el agua despertando a su alrededor un oasis: la Mancha Húmeda. Este paraíso, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco, es un remanso de paz para las aves que allí descansan su vuelo, alejadas del bullicio y la ciudad. En bicicleta o a pie puedes recorrer estos espacios naturales y empaparte de este silencio, solo roto por el vivir de la fauna. Alcázar de San Juan, Pedro Muñoz y Campo de Criptana son los tres municipios de la Ruta del Vino de La Mancha bañados por estos rincones de biodiversidad y riqueza.

El primero, en pleno corazón de La Mancha: el complejo lagunar de Alcázar de San Juan. De allí nacen algunas rutas que harán las delicias de los amantes del ecoturismo. Distintos niveles de dificultad, actividades adaptadas para diferentes edades y un escenario natural impecable. La ruta de La Veguilla (4 km) es la opción perfecta para realizar a pie, pues es un paseo corto en el que te llevarás gratas sorpresas, como el vuelo de la malvasía cabeciblanca, un ave del período estival y en peligro de extinción que se refugia en este maravilloso lugar. Un Centro de Interpretación y una mirada desde la parte alta de la laguna te ayudarán a entender con facilidad la dinámica del humedal, lo que la convierte en una ruta perfecta para realizar con los más pequeños de la casa.

El Camino de Villafranca y las Yeguas (10 km). Aquí la naturaleza compensa cualquier cansancio, pues los nidos artificiales que garantizan la reproducción de las cigüeñas, permiten disfrutar de la vida en su máximo esplendor: los polluelos asomando del cascarón; un éxito de la mano del hombre en la naturaleza manchega. Pero las sorpresas no cesan en esta ruta, abarrotada de túneles ramificados que construyen los tarayes y que sirven de señalización hacia la laguna.

Si cierras los ojos, el cantar de jilgueros, mosquiteros y ruiseñores te guiará hacia tu destino y, si los abres, te ayudará en la ‘búsqueda del tesoro’: Plagionotus marcorum, un escarabajo endémico que se creía extinguido. La golondrina de mar y los flamencos son algunas de las aves que se acercan para alimentarse y criar a sus pequeños. ¡Qué mejor lugar! Si bien Las Yeguas, que es la más salobre de estas lagunas (una concentración de sal diez veces mayor que la del mar) es un final perfecto para la ruta, pues al atardecer se crea una atmósfera especial. El sol cayendo, los reflejos del humedal y los colores cobrizos del cielo que se llenan de manchas inquietas que se acercan a usar la laguna de dormidero: el reposo de las gaviotas.

En Campo de Criptana, la Laguna de Salicor es una ruta en sí misma que te da la oportunidad de recorrerla siguiendo las curvas que dibujan sus orillas. Entre islas e islotes, podrás detenerte a observar el mayor reclamo para los amantes de la ornitología: la caza en directo del halcón peregrino. Un auténtico espectáculo que tiene lugar a diario en este entorno y de forma gratuita. Cortesía de la naturaleza manchega. La grulla o la avutarda te harán también sacar los prismáticos y la cámara de fotos a menudo para observar detenidamente cómo comen o emprenden el vuelo. Un paseo al Monte de Chito es una excelente idea para garantizar el silencio y disfrutar así de una visión privilegiada de la vida lagunar con los pájaros de banda sonora. Y para completar la excursión: La Ruta de los Cantareros. Sin duda es un extra si visitas este punto de La Mancha Húmeda, pues además de vida salvaje podrás ver petroglifos históricos.

Por último, está el Humedal de Don Quijote, en Pedro Muñoz dirección a El Toboso. Este espacio conformado por cuatro lagunas (Retamar, Navalafuente, Alcahozo y la del Pueblo) y, miembro de la Red Natura 2000, concentra un gran interés ornitológico por ser hogar del chorlitejo patinegro, el águila pescadora y otras especies de vertebrados. Pero la vida en este humedal no es solo animal: la vegetación (almajal, coralillo…) que brota en este entorno salino es extraña para toda Europa y, por lo tanto única, como el árbol taray, de origen estepario. No puedes abandonar esta ruta sin verlo de cerca.

Un baño en las aguas turquesa de Ruidera

El paraíso para verlo y para tocarlo. La Ruta del Vino de La Mancha tiene tres paradas que te servirán de acceso a las Lagunas de Ruidera (Parque Natural-1979): La Solana, Tomelloso y Argamasilla de Alba (en su castillo de Peñarroya). Ambas son entrada natural a este Jardín del Edén, que mantiene vivas sus piscinas de aguas turquesa en medio de la aridez castellana.

A caballo entre Albacete y Ciudad Real, este espacio formado por 15 lagunas que rebosan sus aguas en cascadas, no hará más que invitarte al baño. Sigue todas las indicaciones y sabrás dónde detenerte a observar animales o dónde zambullirte con los más pequeños. Si lo tuyo es el senderismo, hay numerosas rutas para hacer a pie o en bicicleta y con distintos niveles de dificultad. Te llevarás de tus vacaciones un recuerdo con el que poder sobrevivir todo el invierno.

Tierra: la ruta de los Bombos

En la Ruta del Vino de La Mancha el vino ha dejado huella en muchos lugares, y no solo en bodegas, viñedos o museos, sino también en el patrimonio etnográfico de sus municipios. Prueba de ello son los chozos o bombos, vestigio vivo de un pasado vinculado a la agricultura. Estas construcciones en piedra seca de la arquitectura rural manchega se levantan por doquier en la llanura de La Mancha (la región vitivinícola más extensa del mundo), y más concretamente, en La Solana, Tomelloso y Villarrobledo, tres de las paradas de la Ruta del Vino de La Mancha.

Desde el S.XIX refugio y vivienda de los cultivadores de vid, hoy motivo de orgullo para estas localidades, que son origen y destino de dos rutas que cada vez congregan a más visitantes: la Ruta de los Chozos y la Ruta de los Bombos. La primera discurre por La Solana, tierra de vino, azafrán y artesanía. Casi 15 km de recorrido que se puede hacer a pie, a caballo o en bicicleta. La dificultad es baja y los atractivos numerosos, pues son muchos los chozos que sorprenden por el camino: unos imponentes, otros derruidos, pero todos parecen emerger de la piedra caliza. El punto de partida son unos silos de almacenamiento de trigo y una almazara junto a la intersección del camino de San Isidro, a partir de ahí, la ermita, chozos entre almendros salvajes y olivos, unos dobles, otros sencillos, pero todos evocan un tiempo pasado de esfuerzo y tradición. El Campo de Montiel ante nosotros.

La segunda es uno de los mejores senderos naturales para conocer Tomelloso. 17 km de un paseo que comienza en el Santuario de Pinilla y que discurre por infinitos viñedos salpicados de bombos a cada paso, muchos en perfecto estado y visitables. Una experiencia única para conocer de cerca la tradición del vino y el arte que se esconde tras esta técnica ancestral de construcción, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2018 por la UNESCO. La inmersión en la naturaleza está aquí garantizada, pues paneles explicativos te darán detalles de la flora y la fauna que te rodean a cada paso.

Las tres rutas que se pueden realizar en Villarrobledo discurren por vías históricas, como la cañada real de Murcia y veredas como la de Carrión y San Isidro. El paisaje está dominado por grandes extensiones de viñedos que se alternan con cultivos de cereal de secano y zonas de pinares y monte bajo: Itinerario de la Senda del Río, el de Villarrobledo a Ossa de Montiel y el itinerario Noroeste-Sureste permitirán conocer los “bombos”, casas de labor centenarias, abrevaderos y donde es frecuente el pastoreo de ovejas

Aire: un paseo en globo sobre molinos y viñedos

Porque alejarse para ver las cosas con perspectiva es lo mejor que uno puede hacer en vacaciones. La Ruta del Vino de La Mancha te concede ese capricho y sube la apuesta. ¿Alguna vez has viajado en globo? Aquí puedes sentir esa magia y sobrevolar el viñedo en pie más grande de Europa (Socuéllamos) o que las aspas de los molinos de viento de Campo de Criptana impulsen tu cesto por la Sierra de los gigantes de Don Quijote. En ambas aventuras un guía turístico interpretará las vistas aéreas para que no pierdas detalle. El Globo del enoturismo incluye una visita al Museo Torre del Vino y una degustación de los vinos DO La Mancha que tanta fama dan a esta localidad. ¡Un sueño para los amantes de esta cultura! Por su parte, el Globo de los molinos te ofrece una degustación de lo mejor de la cocina manchega y un brindis con un vino de la tierra. Una experiencia única que mezcla cultura, naturaleza y aventura. Será como tocar el cielo con una mano, mientras con la otra sostienes una copa de vino.

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