Muchos habitantes de Tomelloso no conocen a uno de sus hijos más ilustres, a pesar de haber pasado cientos de veces junto a la estatua que le ciudad le dedicó hace ya casi 50 años.
Francisco Martínez Ramírez fue un hombre que hizo por Tomelloso más que el resto de sus vecinos de todos los tiempos. Era un hombre adelantado a su tiempo; un intelectual ilustrado que trajo a Tomelloso el progreso en todas sus vertientes. Moderno, inteligente y progresista, en el sentido más amplio de la palabra, ya que defendía el progreso social y económico de un país que demandaba una regeneración, y esa regeneración intentó aplicarla en su ciudad natal. Habría que entender la figura de Francisco Martínez Ramírez, dentro del contexto social de la España de principios del siglo XX, de la cual Tomelloso era un reflejo fiel. Amigo de intelectuales y políticos de aquella época cómo Melquiades Álvarez, el general Aguilera, Indalecio Prieto o Manuel Azaña, escritor, ensayista, abogado, empresario y economista, fundó en 1903 el primer periódico de su ciudad: El Obrero de Tomelloso. En 1904 creó el Círculo instructivo del Obrero, con fines únicamente educativos, pues cómo hombre ilustrado creía firmemente en la alfabetización e instrucción de los trabajadores. También fundó una de las primeras cooperativas agrícolas del país, y fomentó la mecanización del trabajo agrícola.
Sería imposible enumerar todos los logros de este gran hombre, inquieto, utópico y emprendedor, que amaba su ciudad y quería que ésta fuese un referente de progreso social y económico. Pero su mayor gesta fue la de conseguir conectar a Tomelloso y Argamasilla de Alba a la red de ferrocarril en 1914, algo que fue crucial para el desarrollo de la ciudad para poder dar salida a toda su gran producción vinícola y alcohólica, algo que hizo por iniciativa particular, en la que las instituciones no colaboraron. Pocos años después, en 1920 trajo la primera locomotora de gasolina de España.
Gran viajero, fue un explorador de los adelantos técnicos. De ideología republicana, liberal-progresista, durante la guerra civil fue repudiado tanto por los republicanos como por los golpistas. Su decadencia comenzó durante la contienda, y después de ésta se diluyó en su Tomelloso, casi arruinado y olvidado de todos. Murió en 1949 a la edad de 78 años.
La historia de Tomelloso está plagada de iniciativas privadas de hombres cómo El Obrero, en una lucha desigual contra los elementos y las instituciones, porque siempre se nos ha negado todo, y a pesar de ello, Tomelloso se ha colocado en primera línea de la región, tanto en lo cultural como lo económico, gracias a personajes emprendedores y con iniciativa que no se rindieron ante las repetidas y constantes negativas de las instituciones, por eso Tomelloso no le debe nada a nadie, excepto a personas cómo Francisco Martínez Ramírez.
Invito a todos a leer la magnifica biografía sobre este gran hombre, que publicó hace algo más de un año la biblioteca municipal de Tomelloso, en un interesantísimo libro titulado: “El Obrero de Tomelloso”.