En la economía de cualquier país y también en el orden mundial todo está conectado, de forma que, en términos generales, si un elemento de la misma funciona mal, arrastra en distinta medida a los demás. Es lo que dice el economista Rotellar al afirmar que la “economía es una rueda en la que todas las actividades están conectadas. Si una cae, el resto irá cayendo”.
Si esto es una realidad incontestable de la que cada uno de nosotros tiene experimentado en su propia vida, sorprende que el Gobierno español, ante esta cruda realidad, se empeñe en ocultarla/disimularla/desfigurarla, afirmando que cuando pase la crisis sanitaria se arreglará la economía, suponemos que por arte de magia. Como si una empresa que ha cerrado y ha dejado sin trabajo a su dueño y a los empleados que tuviera, por el mero hecho de tener salud se fuese a recomponer/resucitar tanto la empresa como el puesto de trabajo que se perdió. Puede ser que en, algunos casos, sea así, pero en otros muchos no.
Es necesario luchar contra la pandemia con todas nuestras fuerzas, sí, pero, a la vez, hay que tomar medidas económicas que eviten la destrucción definitiva de empresas y de empleos, para que cuando se vuelva a la normalidad de verdad y no a la que Pedro Sánchez prometió/propuso al comienzo del verano pasado, haya “base” para recomponer la economía. Si esto no se hace así difícilmente se podrá logar la normalidad económica hasta dentro de bastantes años, aunque se haya logrado la normalidad sanitaria que, por si ello fuera poco, habremos de vivir en el clima de una enorme pobreza.
Ante esta realidad me propongo en este y en los artículos de las próximas semanas, comentar algunos de los parámetros de nuestra economía con el fin de que el lector conozca en que terreno nos movemos y le ayude a enjuiciar mejor las informaciones que recibe tanto a través de los medios de comunicación y, sobre todo, le permita discernir la oportunidad o despropósito que pueden resultar de las decisiones del Gobierno.
La primera realidad es que la pandemia ha dado lugar a un desplome de la economía que solo cabe compararlo, por sus dimensiones, con el que se produjo después de la Guerra civil y que, además, en el caso español, se ha traducido en una caída del PIB (Producto Interior Bruto) en el año 2020 del 11%, cifra que es la mayor del mundo de nuestro entorno y solo igualada por Argentina y sin comparación entre los vecinos de la OCDE. Frente a este descenso español, Francia cayó en un 8,3%; Alemania en un 5%; Estados Unidos, en un 3,5% y China creció en un 2,3%.
Esta caída es la mayor que ha sufrido la economía española desde 1970 que es el año en que se comenzó a medir la actividad económica. Considero que con este dato no resulta exagerado decir que la economía española ha entrado en la UCI y ello pese a que el último trimestre del año 2020 se produjo un ligero repunte de la recuperación efecto del verano que se ha visto frenado por las siguientes olas de Covid y que llevó a la ministra Calviño, no se si impresionada o intentando desfigurar la realidad, a hablarnos de que la recuperación había comenzado: “la segunda y tercera ola no están teniendo efectos económicos tan profundos como la primera”. Opinión que contrastó con la de los empresarios, concretamente la CEOE mostró su preocupación por el “estancamiento” del cuarto trimestre, que en su opinión suponía un “freno” a la recuperación económica. Lastima que la ministra no tuviera razón. A todos nos hubiera gustado que la tuviera.
Esta caída del PIB ha supuesto que España ha pasado de crecer un 2% en 2019, a que en 2020 no solo no ha crecido, sino que ha bajado un 11%. Estos porcentajes, en términos de euros, suponen que en un solo año hemos perdido 124.441 millones de euros, cantidad bastante próxima a los fondos que esperamos recibir de la Unión Europea, o también que hemos perdido de un plumazo cinco años de actividad y generación de riqueza.
Nos quedan todavía por conocer muchas de las pinceladas que componen el cuadro económico de España (deuda pública, inversión, comercio exterior, impacto de la crisis en los distintos sectores económicos, empleo…) y que nos proponemos abordar en las próximas semanas. Mientras, esperemos que la Covid-19 sea retenida por las vacunas y que el Gobierno apruebe, por una vez, algunas de las medidas que el PP le acaba de proponer para mejorar la situación de los autónomos.