La semana pasada pudimos disfrutar de unos días festivos con motivo de la Semana Santa, que al igual que el año pasado no ha podido celebrarse, si bien, este año, hemos tenido la oportunidad de poder desplazarnos, a lo largo y ancho, de nuestra región, ya que el cierre perimetral nos ha impedido, a todos los ciudadanos de este país, salir de nuestra comunidad autónoma de residencia, salvo causa justificada o de trabajo.
Con lo que no nos ha quedado otra alternativa, y el turismo de interior, ha saciado, aunque sea ligeramente, nuestras ganas de viajar.
Dentro de lo malo que supone estas limitaciones, o no (imagino que dependerá para cada cual y sus circunstancias) y lo que pueda afectar el no pasar unos días tan señalados viendo a la familia o disfrutando con otros menesteres, a supuesto, por otro lado, una gran oportunidad para conocer muchos de los rincones, en nuestro caso, de La Mancha, que, en condiciones normales, pueden parecer menos apetecibles que otros lugares de gran renombre, o sitios que disponen de playa. Han sido muchos los turistas manchegos que, han pasado por Las Lagunas de Ruidera, Cuenca, Toledo, Argamasilla de Alba, Tomelloso… con un tiempo agradable. Han tenido la oportunidad de conocer unos rincones maravillosos y disfrutar de una exquisita gastronomía, seguro que muchos de estos visitantes, han cambiado su percepción, y le darán más valor al «turismo de cercanía», y es que hay veces que no hay que irse muy lejos para descubrir auténticos tesoros.
En la imagen una toma del nivel del agua del embalse de Peñarroya el día de Viernes Santo, justo unos días antes comenzó a verter por encima de la presa, como ven, prácticamente, toda la foto es agua, pero les aseguro que por los alrededores, había mucha gente disfrutando de este magnifico espacio previo a las hermosas Lagunas de Ruidera.