Desde la OCU nos recuerdan que las altas temperaturas en verano favorecen el crecimiento de microorganismos en los alimentos, además la cadena del frío se puede romper más fácilmente, provocando que los alimentos se estropeen con más rapidez.
Por ello, nos ofrece una serie de recomendaciones para conservar los alimentos con seguridad y minimizar de esta manera el riesgo de las intoxicaciones.
Extremar la higiene personal. Hay que lavarse cuidadosamente las manos tras ir baño, si se tocan animales, plantas, tierra, etc. Y siempre antes de manipular alimentos.
Después de cocinar, se debe refrigerar la comida lo antes posible. A temperatura ambiente las bacterias crecen rápidamente, por ello se recomienda depositar la comida en sitios que estén a una temperatura de -0ºC.
Si se va a salir al campo o a la playa, hay que llevar la comida en recipientes muy limpios y herméticamente cerrados. Además, es recomendable mantenerla fresca con hielos.
Evitar la contaminación cruzada: tablas, platos o cubiertos usados con alimentos crudos no pueden utilizarse otra vez con los cocinados sin haberlos lavado. Al servir las salsas, ensaladas o guisos, se deben utilizarse cubiertos limpios.
Durante la compra, hay que dejar para el final los alimentos que necesitan refrigeración o congelación y darse prisa para volver a meterlos en frío lo antes posible.
El congelador debe mantenerse por debajo de -18 ºC. En la nevera bastan entre 1 y 4 ºC para las carnes y los pescados crudos; y entre 5 y 8 ºC para el resto de los alimentos.
Si se está en un lugar donde el agua no ofrece garantías, debe tomarse embotellada y evitar el hielo. En ese caso también se deben evitarse las verduras frescas, frutas sin pelar y moluscos.
Según la EFSA, durante 2019 se produjeron en España 506 brotes alimentarios, que afectaron a 6.082 personas, lo que supone un 9,6 % del total de brotes alimentarios en Europa.