El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha remarcado este martes de nuevo su rechazo a que el Gobierno conceda los indultos a los líderes independentistas, y ha expresado su deseo de «equivocarse» en torno a este tema, confiando en que «el camino que hay que recorrer en los próximos tiempos no se convierta en un calvario para todos los españoles».
«Estoy deseando equivocarme, pero la verdad es que no encuentro la fórmula de que se pueda convencer a alguien para que deje de ser lo que es y los independentistas son independentistas y persiguen fines y objetivos que son inviables. No sé en qué momento tendrá que decírsele con claridad desde las instituciones del Estado que esos objetivos son inviables, salvo que se hagan a costa de los derechos del resto de los españoles y de los ciudadanos de Castilla-La Mancha», a lo que se debe, ha incidido, «por encima de todo».
En un día que ha definido como «grave», «de esos que pesan, de los que se puede fijar un antes y un después», García-Page ha querido reivindicar sus principios y valores, aquellos por lo que está en la vida pública, y su lucha contra «la ideología estructural de la desigualdad» social, aunque hay otra que es «tan mala» como esa, que es, a su juicio, la «desigualdad territorial».
«Me preocupa más un humilde trabajador de Cataluña hoy que cualquier gran beneficiario de la especulación de Toledo, de Ciudad Real, de mi tierra», ha destacado, durante su intervención en el acto de firma del Plan Corresponsables en Castilla-La Mancha, que ha aprovechado para reivindicar «la lucha contra todo tipo de privilegios, aunque se amparen en razones territoriales».
Ha subrayado su lucha «contra todo tipo de egoísmo», para añadir que «si el egoísmo procede de un independentismo que busca amparar privilegios, mal negocio para todos, porque además no tiene posibilidad», señalando cómo le gustaría que el independentismo «aprovechara este momento para expresar el acatamiento a la Constitución española», ya que si están en política y tienen cargos públicos es por la existencia de la Constitución.
Un texto que, como ha apuntado el dirigente socialista, «si no les gusta», se puede cambiar, se puede modificar «y sobre todo eso se puede hablar», pero al final, ha precisado, el planteamiento es el de «una persona, un voto» y en el país hay 46 millones de habitantes y «sobre España decidimos todos los españoles y la soberanía no radica en ninguna institución en concreto», como marca la Carta Magna.
Emiliano García-Page ha abogado por «ir avanzando en un planteamiento de normalidad» para lo cual «solo hay que aceptar una cosa, las reglas del juego». «No le puedo pedir a un independentista que deje de serlo, me parece bien que lo sea, pero discuto sus ideas». En este sentido, ha afirmado que igual que un independentista no va a dejar de serlo, él tampoco va a dejar de ser un demócrata constitucional, con sus derechos y la obligación constitucional de defender los de sus ciudadanos.
Finalmente, y aún respetando las competencias de cada cual, «también del Gobierno de España», y con el deseo -ha insistido- de estar en uno de sus «grandes errores», acoge este momento como «de extrema cautela». «Muchos tendremos que estar muy vigilantes para que no se pongan en ningún tipo de discusión los derechos políticos, cívicos, económicos y sociales que tienen los ciudadanos de Castilla-La Mancha, a los que me debo», ha concluido.