Vivimos estos días tiempos convulsos, momentos inciertos, a veces desorientados por la propia situación que nos ha correspondido vivir. Si la empatía brilla por su ausencia, no quiero pensar en ese decálogo cristiano, que debe ser universal, nuestro amor hacia el prójimo. ¿Pero quién es nuestro prójimo? Podemos considerar prójimo aquel que camina junto a ti, que tal vez calce sandalias diferentes a las tuyas, que puede ser que no te des cuenta que esta ahí, y parezca invisible, pero que sus defectos y virtudes te acompañan, que sus brazos están siempre abiertos, aunque a veces le cueste estirarlos, que sus caídas son señales, para indicarte el camino y no caigas tu también, pero sobre todo, que si echas la vista atrás veras que vuestras huellas son iguales, y van acompañadas de unas terceras huellas, que son las de Dios, que os acompaña, y os levanta en cada una de esas caídas. En esas huellas hay siempre una presencia, una luz que peregrina con nosotros, que nos ilumina el camino, que nos protege con su manto, esa, esa es MARÍA.
Escribo estas líneas cuando nos relatan el día a día de Afganistán, cuando dolor se apodera del ser humano, y deja roto nuestro corazón. Viendo estas imágenes, veía a madres donde sus caras reflejaban la desesperación, la angustia, y que abrazadas a sus hijos los intentaban proteger mientras huían con lo poco que tenían. En esas miradas he visto estos días María. En ese peregrinar para salvar al que nació de sus entrañas, está reflejado el sentir de nuestra Madre.
Todas estas emociones me han traído a la memoria el libro de María Vallejo Nájera, de María a María (puerta del cielo), donde nos hace un recorrido por todas. sus vivencias marianas, incluida su propia conversión a través de un viaje que realizo a Medjugorje.
¡Como María puede cambiar y transformar nuestra vida!
Estamos en la antesala de nuestra feria y fiestas en honor a nuestra patrona, la Santísima Virgen de las Viñas. Han sido casi dos años de ausencia, pero donde nuestras oraciones y plegarias iban encaminadas siempre hacia Ella. Porque la fe no conoce distancias. Porque el corazón no tiene límites. Porque nuestro testimonio de vida, es el máximo reflejo de su presencia en nosotros. Porque es ese amor al prójimo pregonado al principio de este texto, el que debe permanecer. Porque solo así tendremos el alma limpia, y en paz con nosotros mismo Ahora ha llegado para ser nuestra esperanza. Esa esperanza que ya necesitábamos para aliviar nuestro sufrimiento, y desaliento; para cuidar a nuestros enfermos, para pedir por los que se han ido, y para ser reflejo de nuestra alegría por tenerla con nosotros.
Que su presencia engalane sobre todo nuestro corazón, y con la prudencia, dispongamos a vivir nuestras fiestas, desde la devoción, y en oración como nuestra Madre se merece.
Felices Feria y Fiestas, y Viva las Virgen de las Viñas ¡¡Y su niñete!!
Alejandro Ramírez Soriano.