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viernes, 22 noviembre
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Conocer Tomelloso: Bombos cuevas y chimeneas, la trilogía de Tomelloso

La historia de Tomelloso dibujó un paisaje urbano y rural que fue producto de las necesidades de sus habitantes

Son tres tipos de construcciones que definen las características especiales del paisaje del término de Tomelloso y que marcan la estética arquitectónica de la ciudad y sus alrededores. Estos tres tipos de construcciones tienen un vínculo muy estrecho entre sí, y conforman nuestra idiosincrasia y nuestra cultura.

Muchos kilómetros antes de entrar en Tomelloso, podemos encontrar entre los viñedos los conocidos como bombos, unas construcciones en piedra seca con techo en forma de bóveda construidas por agricultores, mayoritariamente entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Al incrementarse el cultivo de la vid en unas tierras muy pedregosas, los agricultores tuvieron que sacar las piedras a golpe de arado y mula, amontonándolas en las lindes y formando majanos. Al mismo tiempo idearon una forma de construir residencias de labor en sus viñedos, ya que en aquellos tiempos el desplazamiento diario a trabajar las tierras era imposible. Se cree que llegó a haber cerca de 2.000; actualmente quedan unos 150 en buen estado.

Al llegar a Tomelloso, la silueta de las chimeneas recortadas sobre el cielo nos indica que aquí ha habido cierta actividad industrial. Estas chimeneas, de hasta 45 metros de altura, eran las que extraían el humo de la leña o el carbón utilizado en la combustión de la destilación para la obtención de alcohol vínico. Se trataba de una forma de reducir el volumen del vino para poder transportarlo fuera de la ciudad. La producción de alcohol empezó a finales del siglo XX y continúa en auge, ya que Tomelloso es el mayor productor de alcohol vínico del mundo. Estas chimeneas, de las que quedan 12 visibles y en muy buen estado, eran unas auténticas obras de arte de albañilería con una perfección inigualable. Se estima que llegó a haber cerca de 100.

Una vez dentro de la ciudad veremos en todas las aceras las típicas lumbreras, que son la salida de aireación de las cuevas-bodega, de las que llegó a haber cerca de entre 2.500 y 3.000. Prácticamente casi todas las casas disponían de una cueva, por lo que Tomelloso está hueco por debajo de su subsuelo a partir de los 6/10 metros. En estas cuevas se guardaba el vino -que cada agricultor hacía en su misma casa- en unas grandes tinajas de barro, que a partir de los años cuarenta del siglo XX empezaron a hacerse de cemento. Cuando caminamos en verano por Tomelloso, siempre que pasamos por encima de una lumbrera recibimos un agradable soplo de aire fresco, ocurriendo lo contrario en invierno, pues estas cuevas mantienen una temperatura media constante de unos 16 grados centígrados.

Así pues, podemos ver el vínculo indisoluble de estas tres construcciones únicas que enlazan las tres actividades principales del Tomelloso de los siglos XIX y XX: La viticultura, La producción de vino, y la producción de alcohol. Somos una ciudad única, porque nuestra historia también es única.

En próximos capítulos hablaremos de cada una de estas construcciones con más profundidad.

Más sobre la cultura y tradiciones de Tomelloso en «Conocer Tomelloso»

Manuel Buendía Pliego
Manuel Buendía Pliego
Persona inquieta y multidisciplinar. Artista plástico, profesor de dibujo y acuarela, diseñador, gastrónomo, y escritor aficionado. Ha publicado en distintos medios digitales varios relatos, también ha publicado un libro de microrrelatos junto a Carlos Naranjo, y está trabajando en varios proyectos editoriales.
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