Con cierto aire despistado, desenfadado, jovial y veraniego. Sin prisa ni rumbo claro, pero decidida y con una clara intención: encontrar a Dulcinea. Así discurre nuestra protagonista por La Mancha, recorriendo los viñedos bajo un sol de justicia hasta llegar a los rincones más emblemáticos de la geografía manchega como El Toboso y más tarde, los molinos de viento.
Es aquí, bajo los brazos de álamo negro del gigante, donde, por fin, encuentra respuesta a su inquietud en boca de un apuesto y galán molinero: Dulcinea eres TÚ.
La Mancha, una región por descubrir y para descubrirse
Rescatada, quizás del olvido por el recuerdo del “manco de Lepanto”, La Mancha ofrece al visitante una experiencia que interpela a los sentidos para terminar deshojando los pliegues del alma del propio viajero.
Con la inmortal novela como guía, a La Mancha se puede descubrir de mil maneras. Desde cada uno de los rincones que pisó nuestro Hidalgo Caballero hasta la historia y leyendas que encierran sus parajes, pasando por el variopinto y recetario popular que condensa su gastronomía, de la que el vino es copartícipe.
Nuestra protagonista, inicia el viaje firme, independiente y segura para optar por una manera singular de descubrir La Mancha, a la inversa, es decir, explorando la figura de Dulcinea, como personaje, eterno y universal, que se inspira en el amor idealizado, dentro del código de caballería de las referencias bajomedievales y renacentistas.
La búsqueda de Dulcinea es por tanto un elemento que guía toda pasión, noble, desinteresada, amable y cortés. A María, nuestra protagonista, le sucede, en parte como a todo aquel lector/viajero que visita La Mancha. Se identifica con sus personajes, se descubre a sí misma siendo ELLA misma Dulcinea.
Un descubrimiento personal e involuntario que además le llega desde el propio entorno, austero, solariego y castellano a la par que amable y encantador.
Porque La Mancha seduce y responde muchas preguntas: Dulcinea eres TÚ.
Los personajes de una historia de amor en La Mancha
No solo visitando La Mancha podemos recrearnos y revivir los capítulos del Quijote, podemos también encontrar acomodo de nuestros anhelos al perfil de sus personajes como las locas quimeras de Alonso Quijano, el vitalismo pragmático de su escudero, Sancho… y también encontrar nuestro propio rostro reflejado en Dulcinea de El Toboso, eterna musa cervantina.
Hacerlo es despertar nuestros sentidos, como también lo hacen los vinos de La Mancha en cada copa, cada botella, cada viñedo y cada bodega que los ve nacer.
Por eso, Cervantes, no quiso (voluntariamente) acordarse de aquel lugar de La Mancha, para dejar volar la imaginación de cada uno de nosotros cada vez que pisamos La Mancha, reviviendo sus aventuras, admirando sus molinos, y sus vinos (también) universales.