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domingo, 17 noviembre
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«Unidad para la Igualdad», por Lola Merino

Artículo de opinión de Lola Merino Chacón, Presidenta Nacional de AMFAR

Este año se cumple el 25º aniversario de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing (China) en el año 1995. Se celebran igualmente cinco años de los Objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Así, la sede de Naciones Unidas en Nueva York tenía previsto acoger del 9 al 20 de marzo el 64º periodo de sesiones de la Comisión de la Mujer. Un encuentro que se celebraría coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, y en el que AMFAR, Federacion de Mujeres y Familias del Ámbito Rural, participaría en calidad de miembro especial del Consejo Económico y Social (ECOSOC) junto a otras entidades de Naciones Unidas y representantes de los Estados miembros, pero que lamentablemente ha sido cancelado a última hora por la alerta del coronavirus, COVID – 19.

2020 es por tanto, un año crucial para acelerar el proceso de igualdad y el empoderamiento femenino. Si bien en España, AMFAR va a poner el foco en dos aspectos fundamentales que dificultan la consecución de estos objetivos.

Por una parte, la despoblación. Un problema acuciante que avanza a velocidad de vértigo. La situación es tan dramática que se prevé que en los próximos años, desaparezcan 1.840 pueblos por falta de habitantes, o lo que es lo mismo, el 23% de los municipios españoles pasaría a la historia.

Estos municipios abocados a la desaparición tienen un denominador común, son los que han registrado una mayor emigración femenina. Así, la huella más evidente de la despoblación se marca en el desequilibrio demográfico entre mujeres y hombres en numerosas zonas rurales, con niveles superiores a los 160 hombres por cada 100 mujeres.

Las mujeres rurales son claves para combatir la despoblación. Son la pieza angular para devolver la vida y el dinamismo a nuestro territorio, donde más del 80% de la superficie española es rural.

Torre de Gazate Airén

Para ello son necesarias políticas efectivas que fijen la población. Y es aquí donde entra en juego el segundo pilar de la PAC, el que se ocupa del desarrollo rural.

Unas políticas de desarrollo rural bien diseñadas y aplicadas pueden garantizar los servicios sociales, la implantación de las nuevas tecnologías, la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, el empleo de calidad y la incorporación de mujeres y jóvenes al emprendimiento y a la actividad agraria, con la finalidad de crear empleo y frenar la despoblación.

Otro aspecto fundamental sobre el que vamos a incidir este 8 de Marzo, es el de acabar con la violencia de género.

El comienzo de este año está siendo especialmente trágico. El número de víctimas alcanza ya cifras similares a las de los peores años desde que existen registros en esta materia en España.

Quiero resaltar que el 45% de las mujeres asesinadas en nuestro país residían en municipios rurales. Un porcentaje que se dispararía teniendo en cuenta que la población femenina rural representa tan solo el 13% de la española.

Para atajar este problema es necesario reforzar el conocimiento de los derechos de las mujeres, los mecanismos de prevención ante cualquier tipo de maltrato o violencia, las herramientas disponibles para la atención a las víctimas y contribuir a una mayor y mejor concienciación.

Cabe destacar que precisamente es en los pueblos, y sobre todo en los más pequeños, donde la violencia de género es más silenciosa, se agudiza y castiga a las mujeres por su condición de ser “de pueblo”.

Mujeres que ocultan y disfrazan auténticas pesadillas personales por evitar los “dimes y diretes”, y por defenderse del escarnio público al que pueden ser sometidas, pese a ser las víctimas de la situación.

Desde AMFAR hemos denunciado en multitud de ocasiones que la falta de recursos públicos para prevenir y actuar contra la violencia de género en las zonas rurales, la menor independencia económica de las mujeres, el miedo a perder a los hijos, la casa, la familia, hacen necesaria la puesta en marcha de medidas que den un vuelco a esta situación.

Por tanto, y aprovechando la conmemoración de este 8 de Marzo, desde AMFAR volvemos a reivindicar estas medidas para proteger la vida de las mujeres, un derecho fundamental recogido en la Constitución española y en todos los Tratados Internacionales.

Termino pidiendo unidad en la consecución de la igualdad. Los hombres, los poderes públicos, los partidos políticos, las entidades públicas y privadas debemos sellar unidad de acción y unir nuestro quehacer diario para conseguir que la condición de “ser mujer y/o rural” no sea sinónimo de discriminación o desigualdad.

¡Con la igualdad, ganamos todos!

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