El Holocausto fue una tragedia única e innegable. Después de transcurridos varios decenios, en 2020 conmemoramos el 75 aniversario de la liberación de los campos de exterminio nazis, entre ellos el de Mauthausen-Gusen.
Hoy honramos la memoria de muchas víctimas del horror y una crueldad premeditada sin precedentes. Entre ellas las de tres puertollanenses que perecieron durante el genocidio y de otros seis que lograron sobrevivir a las que hoy se les rinde homenaje en nuestra ciudad.
Esta conmemoración llega cuando se produce un incremento alarmante de la xenofobia con sus diferentes manifestaciones de racismo más o menos disfrazado en movimientos totalitarios y grupos neonazis. Además de los intentos de reescribir la historia y tergiversar los hechos del Holocausto a través de un fanatismo que se propaga a la velocidad de la luz por Internet.
Como dijo en su día, el que fuera Gran Rabino del Reino Unido, Jonathan Sacks: “el odio que comienza con los judíos nunca termina con los judíos”. Efectivamente, estamos viendo cómo la intolerancia se asienta en el curso normal de la política, atenaza a las minorías, a comunidades religiosas, a las personas migrantes y refugiadas, y se aprovecha de la ira y la ansiedad que aflora en un mundo cambiante.
Ahora más que nunca debemos unirnos en la lucha por los valores universales y construir un mundo de igualdad para todos.
Nuestro recuerdo constituye un homenaje a quienes sufrieron exterminio, aunque también cumple una función esencial en nuestros esfuerzos por contener la crueldad humana. Nos mantiene vigilantes ante nuevos brotes de intolerancia siendo también una respuesta imprescindible ante quienes equivocadamente sostienen que el Holocausto nunca ocurrió o que se lo ha exagerado.
El Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto es, por tanto, el día en que debemos reafirmar nuestra adhesión a los derechos humanos, cuya causa fue mancillada brutalmente los campos de exterminio nazi, así como por los genocidios y atrocidades cometidos desde entonces.
Debemos también hacer algo más que recordar y velar por que las nuevas generaciones conozcan esa parte de la historia porque no faltan quienes, de una manera más o menos disfrazada, tratan de negar o detener tanto la historia cuanto la memoria. No se puede volver peligrosa cualquier memoria si no es para volver a sembrar terror sin causa ni justicia.
Si aplicamos las lecciones del Holocausto al mundo actual haremos cuanto podamos para que todos los pueblos gocen de la protección y de los derechos por los cuales luchan las Naciones Unidas.
En este Día Internacional del Holocausto hemos de mantener firme nuestro compromiso con estas acciones y que toda la ciudadanía se sume a la búsqueda común de la dignidad humana porque la memoria y la libertad deben ser ejercicios cotidianos que eviten una nueva sinrazón humana.