En las sociedades desarrolladas la investigación e innovación se prioriza como el alma de potenciación económica y del desarrollo del estado del bienestar. Debemos amparar, proteger, fomentar y potenciar aquellas mentes privilegiadas que traducen su conocimiento y creatividad en proyectos de éxito regional e internacional. Razones más que suficientes para estructurar, dotar, desarrollar, ejecutar y depurar su marco de trabajo, motivos por los que nace la Ley de Ciencia de Castilla-La Mancha, que organiza y fomenta la investigación científica y técnica, desarrollo tecnológico e innovación.
¿Optimizamos eficientemente los recursos?
Unos de los indicadores que más me preocupa en el desarrollo regional, es el que tiene por siglas PTF, Productividad Total de Factores, que mide la eficiencia en el uso conjunto de los recursos productivos de la economía de un país, y que en el caso de España no salimos bien parados en el marco internacional, en comparativa con los países desarrollados. Por ejemplo, en el año 2017, la PTF de España se encontraba un 44% por debajo de la de Estados Unidos, mientras la UE-15 se encuentra un 12% por debajo de este país, que nos viene a identificar un desaprovechamiento del trabajo y el capital en España, que además ha aumentado con el paso de los años, en vez de haberse optimizado.
La eficiencia productiva de España debe reconducirse hacia un nuevo patrón de inversión, debiendo realizar un esfuerzo inversor en activos inmateriales, especialmente en I+D+i.
Las regiones con stocks de capital más productivos las concentran en activos como la maquinaria, las TIC o los inmateriales. Por ejemplificar las diferencias entre las cinco mayores regiones del país, Cataluña destaca por su inversión en maquinaria y en activos de I+D. Madrid despunta por poseer el 25% de los activos inmateriales, como la I+D, y las TIC. Andalucía destaca en capital público y residencial. La Comunidad Valenciana sobresale por el peso en el capital residencial y, País Vasco, en cambio, destaca por la productividad de sus capitales, concentrados en I+D y maquinaria. Por tanto, y como denominador común podemos ver que el modelo inversor de la economía española está cambiando: las nuevas inversiones se concentran en activos más productivos, como la maquinaria, las TIC o los activos inmateriales, especialmente la investigación e innovación.
¿Esta nueva Ley potenciaría la productividad regional?
Sí, porque la clave está en los ingredientes que puede arrojar su desarrollo. Primero, dinero para investigación, por lo que se plasmaría un compromiso de incremento progresivo de la inversión destinada a I+D+i. Debemos dotar de una planificación y previsibilidad las actuaciones mediante un Plan Regional de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico, como instrumento de planificación y ejecución en materia de I+D+i, dado que el éxito en el modelo político para el fomento en investigación e innovación nace de la vinculación y priorización con el plan estratégico de desarrollo regional, apostando por nuestras necesidades, como por ejemplo atenuar el impacto de la despoblación en nuestro territorio, y por supuesto, avanzando en nuestras potencialidades y fortalezas, focalizando los recursos sobre objetivos diana. Fundamental, abogar claramente por la cultura científica desde dos enfoques, por un lado, mediante el fomento de la carrera investigadora con personal funcionario especializado para la actividad investigadora, así como un conjunto de oportunidades de ascenso y expectativas de progreso profesional, al igual que potenciando nuestras redes de investigación y permitiendo importantes interacciones y trabajo con redes de investigación internacionales. También, tal y como apostamos por la alimentación saludable en nuestros colegios e institutos por la salud de nuestros niños y jóvenes, esta ley apostaría por la cultura científica en todos los niveles educativos por la salud de la Región, “hay que hacer cantera”.
Desde hace ya varias décadas, los países desarrollados están apostando por la I+D+i como factor clave del progreso económico y de desarrollo social. Así, en un mundo en el que el ciclo de desarrollo de nuevos productos y servicios se reduce, se hace evidente la presión cada vez mayor para las empresas y entidades no sólo para innovar e introducir nuevos productos, servicios o versiones en el mercado, sino también para hacerlo más rápido, más competitivos y más eficaz que su competencia, convirtiéndose la I+D+i en la red de vida de los países desarrollados, puesto que no podemos retornar hacia el modelo de competitividad por precio y bajos salarios.
En Castilla-La Mancha, con la aprobación de la ‘Ley de Fomento y Coordinación del Sistema de Investigación, Desarrollo e Innovación’ (Ley de Ciencia) podemos avanzar hacia mayores niveles de productividad del trabajo y del capital, gracias a promover la investigación científica, la generación de conocimiento y la innovación, con retornos de cohesión territorial y generación de riqueza.