Mi querido Tomelloso, cuantos más años cumplo, más quiero a mi pueblo, por eso escribo esta carta, para que todos reflexionemos de dónde venimos y hacia dónde vamos. Soy bisnieta, nieta, sobrina, hija y mujer de agricultores, no domino el arte de la escritura, pero sí el de los sentimientos de mi corazón.
Se aproxima la fiesta de San Isidro y de su esposa Santa María de la Cabeza y como no lo celebraremos como todos los años, tendremos unos minutos para pensar en las raíces de nuestro pueblo.
En primer lugar, quiero mandar un profundo beso a todas las familias que han perdido a un ser querido en estos meses. Por ello, quiero rendir un homenaje a nuestros abuelos/as que se han ido y que han dedicado en la mayoría de los casos su vida al campo.
Pensemos como fueron sus vidas en el campo, días de trabajo de sol a sol, quedándose durante dos o tres semanas en el campo sin venir al pueblo, sin poder asearse, sin comer pan blando, comida caliente, sin ropa limpia y sin ver a sus familias. Durmiendo en humildes casas y bombos, sobre sacas llenas de paja. Rodeados de moscas, mulas, con abarcas y puntilleros en sus pies. Viajando a pie o sobre el carro por caminos de polvo y barro.
Gracias a las mujeres del campo, que tanto habéis trabajado acompañando a vuestros padres y maridos para sacar adelante los proyectos familiares. Dejando vuestras casas y llevándoros a los hijos para poder realizar las faenas propias de la época. Vendimias en familia o con los vecinos. Niños corriendo entre las cepas, mamando y aprendiendo una profesión tan poco valorada en nuestros tiempos.
Gracias mujeres terreras, que con vuestro trabajo se pudieron hacer tantas cuevas. Gracias tenajeros, que con vuestra sabiduría sin título llenasteis las cuevas de vida (¡Grandes cuadrillas de tenajeros tuvo Tomelloso!).
Y lo mejor de todo era que a pesar de todas las calamidades que sufrían eran FELICES. Hablad con vuestros mayores y sentiréis la felicidad con la que os cuentan aquellos tiempos.
Para los agricultores de nuestra época han cambiado los tiempos, maquinarias, la tecnología se pone a nuestra disposición. Ha cambiado mucho la forma de trabajar pero los sudores y desvelos siguen siendo nuestra identidad. El sol calienta cada vez más, el solano sopla días interminables y los hielos y pedriscos siguen acechándonos.
Nosotros no podemos ahorrar para comprar una viña, un tractor o un arado el año que viene, como hacían nuestros padres. Ahora, tenemos que pedir préstamos, intentando mantener lo que tenemos, porque el fruto de nuestro trabajo no nos lo permite. El año es largo y los gastos, muchos, así que también somos unos héroes anónimos.
Queridos jóvenes, especialmente hijos de agricultores, no os desaniméis cuando veáis a vuestros padres sufriendo ante la adversidad de esta profesión. Muchos de vosotros, que tenéis una gran formación académica y por desgracia no encontráis trabajo, os animo a que conozcáis y sigáis con las explotaciones familiares y no penséis que dais un paso atrás, sino que luchéis para que se dignifique esta profesión y para que la sociedad y la política sepan valorarla.
Por último, os pido que se lo leáis a vuestros mayores que aún tengáis cerca y les trasmitáis el agradecimiento de todo un pueblo y lo orgullosos que nos sentimos de ellos.
Quiero despedirme mirando las manos de mi padre, blancas, frágiles, sin callos ni arañazos. ¡Que merecido tiene el descanso que le proporciona los años! Gracias querido padre y madre por vuestra dedicación para que yo ahora viva del esfuerzo de vuestro trabajo y vuestro amor.
VIVA SAN ISIDRO, VIVA SANTA MARIA DE LA CABEZA
VIVA LA VIRGEN DE LAS VIÑAS
Bajo vuestro amparo nos acogemos este humilde pueblo de Tomelloso.
Tomelloso, mayo de 2020
Una agricultora
POSDATA:
Sra Alcaldesa, además de pedir una UCI para nuestro hospital (tan necesaria), ruego se desvele por nuestro sector, facilitando la contratación de mano de obra. A los Sres. presidentes de nuestras cooperativas, que están en sus despachos gestionando las decisiones y ventas de nuestros productos, supervivencia de nuestras familias, negocios y de nuestro pueblo. Ruego que nuestras cosechas se vendan a precios justos para dignificar el sacrificio de nuestros agricultores.