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sábado, 23 noviembre
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Atenas y Esparta

Marco Aurelio, decía: “La grandeza de los pueblos se mide por sus grandes obras. Roma dejará al mundo sus grandes monumentos, pero también muchas muertes”.

He querido empezar este artículo de opinión con esa reflexión del emperador filósofo, para intentar organizar mis ideas ante todas las emociones contradictorias que han suscitado los últimos acontecimientos.

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Tomelloso ha sido tristemente noticia nacional (e incluso internacional) dos veces durante estos dos meses largos que llevamos con la pandemia del COVID-19. Primero fuimos noticia por ser la “Zona cero” de la epidemia en Castilla-La Mancha. Hemos perdido muchos familiares y amigos durante este tiempo, y una importante parte de la ciudadanía ha respondido con una actitud positiva, solidaria y ejemplar. Los agricultores han estado todo el tiempo fumigando las calles con sus tractores, el personal sanitario ha dado el 200% para luchar contra un gigante con escasos medios, pero con un espíritu quijotesco increíble, al igual que protección civil, bomberos, policía local y guardia civil, así como ONGs, y cientos de ciudadanos anónimos. Para donar sangre hubo colas, y se tuvo que ampliar el número de días porque la respuesta fue increíble, y sobre esto quiero recordar que Tomelloso es la ciudad con más donantes de sangre por habitante de España. Hemos respondido con unidad y solidaridad para combatir a este enemigo invisible, y eso es para sentirnos orgullosos.

La segunda noticia, creo que ha sido aún peor. El “Macrobotellón” organizado el sábado 30 de mayo ha sido noticia no solo en toda España, sino en muchos países de Europa, Asia y América. Resulta más amarga la noticia aún por las circunstancias antes mencionadas, pero todos deberíamos hacer un acto de contricción y meditar sobre ello.

Los logros y fracasos de una sociedad son producto de esa misma sociedad, y por lo tanto no deberíamos caer en la autocomplacencia echando balones fuera, y admitir nuestra culpa. Tomelloso es una ciudad única; desde siempre hemos tenido que luchar contra todas las circunstancias que hemos tenido en contra. Nuestros antepasados levantaron una ciudad a base de mucho trabajo y esfuerzo, y en poco más de un siglo convirtieron una pequeña aldea de 500 habitantes en una ciudad de más de 30.000. Las claves fueron la agricultura, basada en el viñedo, y posteriormente la industria del vino y los destilados de alcohol, eso creó otras industrias auxiliares que terminaron por diversificarse para dar a nuestra ciudad un dinamismo económico que traspasó fronteras.

Paralelamente a ese crecimiento económico hubo una efervescencia cultural y artística desmesurada. Hubo una primera generación de pintores como Francisco Carretero, Antonio López Torres o Luís Quirós. Después vendría la generación de Antonio López, y los escritores Eladio Cabañero, Francisco García Pavón o Felix Grande, o algo más tarde Dionisio Cañas, al igual que el pintor y escenógrafo Marcelo Grande. No quiero extenderme en este asunto, pero diré para quién no conozca Tomelloso, que el periodista Melchor Fernandez Almagro bautizó a Tomelloso como “La Atenas de la Mancha”.

Esas generaciones de artistas y literatos han tenido continuidad, y en Artes Plásticas sobre todo, Tomelloso tiene un gran renombre a nivel nacional e internacional con artistas de ahora, como son: Ángel Pintado, Fermín García Sevilla, Pepe Carretero, Caroline Culubret, José Ramón Jiménez López, Santiago Lara, y muchos más nombres de los que me quiero excluir por pudor. Pero la actividad creativa continúa en todas las disciplinas: Literatura, Música, Teatro, Cine, etc. Con cientos de personas dedicadas a sus pasiones. También podría hablar de Pablo Perona, quien ha conseguido triunfar en el cine con sus efectos especiales, consiguiendo un Oscar y varios Goyas. Podría hablar de muchos tomelloseros que trabajan en la rama de la ciencia a nivel de investigación como Jesús Puerta Pelayo o Alicia Palacios Cañas, o hablar de Marquinetti, el mejor pizzero del mundo, con su escuela de cocina y su famoso restaurante de Tomelloso.

Podría seguir nombrando personas que aportan al mundo cosas importantes, sería casi imposible de nombrarlos a todos, y hablar de sus trabajos, pero para eso ya hay un libro (Se llama Tomelloso) el cual urge ya de una actualización.

Los tomelloseros son conocidos por ser muy emprendedores, y quizá no nos ha quedado más remedio, porque históricamente todas las administraciones nos han negado todo tipo de servicios. Por poner un ejemplo, el mini-hospital que tenemos y que ha salvado tantas vidas fue un logro reciente basado en movilizaciones y demandas durante décadas. Tuvimos una estación ferroviaria que fue por iniciativa personal de otro personaje ilustre de Tomelloso: Francisco Martínez Ramírez, intelectual, emprendedor y dinámico. Tampoco quiero enumerar todas las carencias que tenemos porque no quiero hacer de este artículo algo interminable, pero diré que somos la única ciudad de España con casi 40.000 habitantes que carece de todas ellas.

Creo que los tomelloseros somos en parte culpables del menosprecio que se nos tiene, y que la imagen de pueblo subdesarrollado lleno de personas brutas y analfabetas que tenemos se puede deber a varios factores. Todas las poblaciones de nuestro alrededor se han beneficiado de esa imagen, y la han promocionado por intereses propios. Ciertamente la historia de Tomelloso es una historia de trabajo y sacrificio, y eso ha forjado en nosotros un espíritu individualista que es la causa de nuestras virtudes y nuestros defectos.

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He llegado hasta aquí para justificar la cita de Marco Aurelio que encabeza este artículo. Tomelloso es extremo, somos capaces de lo mejor y de lo peor, pero quiero que el vergonzoso espectáculo que hemos dado este pasado fin de semana con el macrobotellón no empañe la imagen de nuestra grandeza. Debemos reflexionar todos sobre ello, y quizá deberíamos plantearnos empezar a difundir otros valores, pero tenemos que aceptar que nuestra grandeza también es a costa de nuestras miserias, y extraer más sabiduría de todo ello.

Tomelloso es así, no cabe duda de que somos “La Atenas de la Mancha”, pero ésta Atenas también comparte protagonismo con “La Esparta de la Mancha”; ambas conviven en un mismo espacio, esperemos que Atenas vaya venciendo a Esparta, sin perder toda su magia y poder.

Manuel Buendía Pliego
Manuel Buendía Pliego
Persona inquieta y multidisciplinar. Artista plástico, profesor de dibujo y acuarela, diseñador, gastrónomo, y escritor aficionado. Ha publicado en distintos medios digitales varios relatos, también ha publicado un libro de microrrelatos junto a Carlos Naranjo, y está trabajando en varios proyectos editoriales.
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