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Juan Carlos Serrano Onsurbe, un tomellosero que lucha con jeringas y lápices contra el coronavirusJuan Carlos Serrano Onsurbe nació en Tomelloso, y en Tomelloso pasó su niñez y adolescencia, Luego su familia se trasladó a Madrid y allí estudió enfermería y allí es donde trabaja como especialista sanitario. Juan Carlos es por tanto unos de los héroes anónimos de los que tanto se habla estos días. Sin embargo su anonimato dejó de serlo cuando el diario LA RAZÓN, en su edición dominical del 26 de abril sacó un artículo sobre él.

Juan Carlos fue de los enfermeros que fueron asignados al pabellón del IFEMA cuando el momento más álgido de la epidemia del COVID-19. Una noche que entró de guardia, mientras leía informes y observaba a los pacientes empezó a dibujar su visión del pabellón y los enfermos. Eran dibujos muy expresivos con una carga emotiva muy brutal, por su objetividad, la objetividad del profesional que lucha expuesto ayudando a los pacientes a sobrellevar el drama.

Juan Carlos es enfermero, pero como podréis comprobar hay una sensibilidad especial en todo lo que hace, y habla siempre desde el corazón, por eso sus dibujos eran tan impactantes, porque estaban hechos con el corazón.

Le he entrevistado para que nos cuente su experiencia, y conocer su visión de la pandemia desde el punto de vista profesional y humano. Es fácil entrevistarle, pero difícil a la vez, pues es un torrente desbocado de ideas y es necesario que ese torrente se reconduzca por canalizaciones temáticas y objetivas.

Bogas Bus

 

Manuel Buendía: Juan Carlos, Me gustaría que nos contases algo de ti, y de tus vínculos con Tomelloso, y que te presentases ante nuestros lectores, para que sepan quién eres. Aquí me gustaría que te explayases contándonos todo lo que te apetezca.

Juan Carlos Serrano: Debo empezar haciéndote alguna precisión, yo he nacido en Madrid en pleno barrio de Salamanca, aunque circunstancialmente ya que algunas madres en los 60’s, mediante igualas médicas, lo preferían… de esa etapa no me ha quedado rastro, ni un pisito que llevarme a la boca. Estoy absolutamente satisfecho del privilegio de mi infancia y adolescencia en Tomelloso, era el tiempo del rodaje de Plinio y de ello puedes recuperar en Youtube el documento que, aprovechando el equipo de filmación ya al final de la serie, hizo en off Gª Pavón sobre las boinas manchegas en “Tomelloso´square” y en el que aparecemos muchos. Gracias a este privilegio, los nacidos en nuestras generaciones, estamos dotados para discernir lo esencial de lo superfluo, échale un vistazo al referido video y piérdete en la profundidad de las arrugas de esos rostros y verás sol y tierra, sus quebradas arquitecturas corporales te revelarán la honradez del trabajo, la dureza de la vida y sus agüanosas miradas directas y limpias te sobrecogerán por su natural pureza, sin doblez ni cálculo… esencia elemental humana.

No sé tú, pero yo conservo en el fondo de mi alma esas presencias, pertenezco a donde mi infancia y, por suerte asistí, por los pelos, a la presencia de semejantes hombres pegados a la naturaleza como su costra y llevo cristalino su ejemplo e integridad… la ecología vendría después a intentar torpemente remediar su extinción. Los elementos, “tierrametalaguamaderafuego” a flor de piel enseñoreándose de sus biologías, su austeridad vital carente de huella de carbono, sus budistas necesidades hacían mil pedorretas a la banca, sin ellas no había esclavitud ni sufrimiento superfluo. Sus mil oficios ostentados entre sus callos les permitían una preciosa autonomía, una realeza que se elevaría por encima de muchísimos profesionales actuales de Mapfre. Sin necesidades sin esclavitudes, sin consumo sin dinero sus bellas mujeres solventaban la vida con belleza y sabrosura de sabores y sin agravios intergénero ni más amarguras teóricas que criar a sus hijos sanos. Las cabezas repletas de trinos, viento, refranes y canciones de potentes ritmos tribales, no contenían un ápice de basura publicitaria y así sus discernimientos se ejercían sin estorbos, como griegos antiguos. Nadie podría engañarles, de hecho el engaño provendría, como la viruela para el aborigen, de otros mundos ajenos y embaucarían a sus hijos y nietos… hasta aquí.

Cuánto lamento que hayamos perdido en dos generaciones la memoria de semejantes superhombres, cómo se ha subvertido la vida por haberlos olvidado. No sé tú pero yo viví mi juventud absolutamente de espaldas a su legado, sólo el gañán enmascarado ha hecho algo de justicia poética de aquella substancia en nuestra generación. La agricultura no nos interesaba, al margen del cultivo de la marihuana. Vendimié, cogí melones, sí, pero como extranjero. Y sin embargo he asistido con pavor al engolfamiento de la misma, a la huida de su pureza, a su repudio, a su contaminación empresarial, con tristeza contemplaba, como Don Lotario los ”carros sacramentales”, el abandono del amor al campo, la desconexión… Los personajes que este subproducto genera no son muy dignos de mi respeto, esclavistas e ignorantes, competitivos, arrasadores de acuíferos, contaminantes, consumistas compulsivos sin escrúpulos éticos ni valores y, aliados del boom del ladrillo, habitantes de casas desmesuradas con piscina y barras de bar en sus cocinillas de lujo macarrónico que avergonzarían a sus abuelos, los últimos genuinos.

Cuando yo me fui a Madrid a los 12 años por la emigración de mis padres me llevaba todavía ese mundo nítido en el corazón, volvía los veranos ya convertido en madrileño y disfrutaba de la libertad de la que un adolescente sólo es capaz de hacerlo. Pero cuando el fuego de la juventud se fue aplacando y dispersados sus vapores me permitieron verle las aristas a la realidad, miraba en mis incursiones veraniegas ya no mi pueblo sino una ciudad con todos sus defectos en las calles viviendo de espaldas a lo que había sido su esencia y ya no me atrajo. Sólo cerrando los ojos y secretamente espiando el departir de sus gentes con su peculiar vocabulario y tono socarrón lograba regresar, siquiera un instante, a mi tierra.

En Madrid terminé mi bachillerato y con mi carrera de enfermería elegía cuidar, elegía a Higia en vez de a Panacea, después me especializaba en psiquiatría al mismo tiempo que leía comic y la revista integral, luchaba en asociaciones ciclistas urbanas (pedalibre p. ej.) y aprendía a meditar en un partido humanista muy raro que aún subsiste. Las intuiciones son lo más valioso en cuanto a dirección se refiere porque según Albert Einstein ofrecen la resultante de los datos del inconsciente, con ellas me he guiado siempre en el camino del corazón y después del paso de décadas salmodiando retahílas de reivindicaciones nunca atendidas por las numerosas autoridades que en el mundo han sido.

Aquella especialidad de psiquiatría me trajo de la mano el aprobado de la 1ª convocatoria de plazas de Atención Primaria, ya tenía trabajo fijo! y me la adjudiqué en Fuenlabrada a donde me desplazaba, por supuesto, en bicicleta, desde nuestro pisito alquilado del Retiro en el que nos acabábamos de instalar mi querida Teresa y yo pagando, esto nunca ha cambiado, casi el 70% del sueldo (23000 pts/mes en nómina y 15000 pts/mes de alquiler), para trabajar en cuerpo y alma por una sanidad pública que tenía marchamo cubano como inspiración: Guiados por Martín-Zurro y Carpenito sacamos de la nada la consulta de enfermería, emprendimos una revolución de trabajo preventivo en Planificación Familiar, Educación afectivo-sexual, consulta adolescente, hábitos de vida saludables, lucha contra hábitos tóxicos, tratamientos grupales de pacientes crónicos y un larguísimo etcétera.

Teníamos la ambición de incorporar los diagnósticos de enfermería a la práctica habitual de la salud pública lo que hubiera sido un revulsivo formidable para todas las autoridades políticas al verse, a través de su método, retratadas no sólo el nivel de cuidado y las necesidades de salud individuales sino también las familiares y las comunitarias… hubiéramos sido muy útiles implementando planes de cuidados comunitarios en donde el estilo de vida saludable habría actuado de revulsivo económico, potenciando negocios sostenibles que nunca verán la luz. No lo lograríamos, la plomiza realidad se nos iba imponiendo, las farmacéuticas siempre trabajaron en nuestra contra secuestrando a nuestros compañeros médicos con zalamerías baratas hurtándonoslos del trabajo de equipo y convirtiéndolos a ellos y a sus consultas en meras franquicias. Muy pocos médicos podrían salir de la trampa de sus consultas en las que se limitaban, atrapados 8h seguidas, a recetar medicamentos de moda. Nuestro sueño de imbuir en la población del conocimiento suficiente para gestionar con autonomía su propio autocuidado se iría diluyendo frente a la tenaz acción farmacéutica. Es decir Panacea y el negocio contra Higia y la autonomía.

Los consejos de salud que convocábamos con políticos locales, con agentes de salud y líderes de población nunca fructificaron ya que nadie estaba realmente comprometido… nuestras reuniones con profesores y AMPAS tampoco. Las eternas reuniones con gerencia devinieron en un absurdo contaje de carteras de servicios al que se ligaban incentivos estilo de la medicina privada, al paciente se le convirtió en cliente y nada se movía de verdad excepto el negocio que operaba en la sombra de las altas esferas.

Muchos nos dejamos toda nuestra energía en esa batalla, me duele ver a los actuales centros de Atención Primaria degradados en meras expendedurías, con la enfermería relegada a un ridículo papel segundón, esclavizada en un tan machacante como inútil control de pacientes crónicos sin esperanza o a cientos de médicos desaprovechados, intoxicando involuntariamente en sus adocenadas e insoportables consultas a sus pacientes con barbitúricos, antibióticos, y analgésicos para acallar, practicando medicina defensiva, sus también manipuladas demandas, arrebatandoles, sin querer, pero tal vez para siempre el poco autocontrol de salud que les quedase y haciéndolos así absolutos dependientes de la industria farmacéutica descentrados ya de su propia gestión personal de salud.

Pero durante dos décadas estuve al pie de ese cañón, convencido de lo dañino que sería convertir a toda una población en consumidores de medicamentos, dependientes y carentes del conocimiento para su propio autocuidado, ni familiar ni comunitario. El resultado no ha podido ser peor: con la Primaria así desactivada la medicina hospitalaria tomó el mando y el dinero y la acción política centróse en el corto plazo electoralista, en una ficticia carrera de listas de espera de intervenciones quirúrgicas y de privatizaciones del negocio generado. Todo esto ocurría a través de las dos legislaturas socialistas de González, pero sobretodo se aceleró cuando Aznar llegó con toda su cohorte mediática… se acababa para siempre el carbón para una sanidad pública educadora y preventiva. No voy a referirte aquí todo el rosario de maniobras para desmantelar lo público que desde entonces se ha venido perpetrado ya a las claras, pero te puedo asegurar que he sido un testigo doliente de primera línea. La cosa no había empezado con los hospitales públicos de gestión privada de Esperanza Aguirre en 2003, como ahora se asegura, sino que venía siendo preparada desde mucho antes.

Juan Carlos Serrano Onsurbe, un tomellosero que lucha con jeringas y lápices contra el coronavirus 

M.B.: Por tus dibujos se nota cierta formación técnica-artística, aunque yo sé que desde siempre has sido muy creativo, me gustaría que nos contases un poco qué tipo de formación a nivel artístico has tenido.

J.C.S.: En cuanto a mi formación artística te debo informar que ha sido tardía pero sujeta, otra vez al destino: siempre he tenido inclinación por el manejo de la materia, he alambicado aceite esencial, he practicado viejos oficios, albañilería, jardinería recuperado el modo de construcción en paja en ashrams, la madera siempre me ha atraído, la energía y la luz solar también. He hecho mío el lema del viejo William Morris que en su movimiento preindustrial Arts and Crafts en Gran Bretaña afirmaba: “HOMINES DIVITES IN VIRTUTE PULCHRITUDINIS STUDIUM HABENTES PACIFICANTES IN DOMIBUS SUIS”, “Hombres ricos en virtud dedicados al estudio de la belleza en la paz de sus hogares”. Las artes plásticas siempre han estado en mi proximidad, al igual que la belleza de la naturaleza como fuente de inspiración. Hasta que, hete aquí que mi querida hija Circita se inclina desde muy jovencita por ellas, pide estudiar bachillerato artístico en la C/ La Palma y es allí donde una profesora suya me propone matricularme en algún módulo de FP-2. La abstracción de la creación artística, los silencios en su ejecución, el natural uso del cerebro derecho, de la intuición de la inspiración, de la libertad en definitiva me conmovieron. El inadvertido paso del tiempo en la ejecución, el saludable vaciamiento mental mientras el trazo el uso de la respiración en los momentos delicados, no me eran ajenos pero verlos practicar al natural a chavales jóvenes me emocionaba. Desde entonces he estudiado varios módulos de FP-2 en donde he aprendido técnicas de dibujo, con modelo, al carboncillo, acuarela, plástica, encáustica, óleo y fresco, he hecho vidrieras en plomo, tiffany, fusing, pistola de arena, modelado y cocido arcilla, bajorrelieve, medallistica, he esculpido piedra, tallado madera, manejado moldes de escayola, vaciados, hecho estuco, distintas técnicas a la cal, con áridos variados. He estudiado materiales, proyectos, photoshop, dibujo lineal y mucha química. Después en la escuela de cerámica del Parque del Oeste, en otra FP-2 también he seguido modelando, pintando, torneando cociendo… Me atrae el bulto redondo y tengo alguna obra visible pero sin ninguna pretensión. Investigo en estuco y me entretiene hacer vidrieras, tallar madera y dibujar. William Morris elevó los oficios y las artes al mismo nivel, puso el embrión de las escuelas de artes y oficios… yo, como otros muchos artistas antes me he formado en ellas. Ennobleciendo al artesano impregnando de belleza la vida privada, la necesito, a mi también me pasa, no encuentro la diferencia entre el arte y la artesanía Gaudí también lo hizo, Barceló actualmente también investiga todo. Estos son mis referentes… si no te gustan, te rebusco otros.

 Juan Carlos Serrano Onsurbe, un tomellosero que lucha con jeringas y lápices contra el coronavirus

M.B.: Nos gustaría saber, como profesional, tu opinión sobre la epidemia del COVID-19 y sus consecuencias.

J.C.S.: En cuanto al coronavirus, ya sabes, es la expresión del colapso y del error en el que llevamos décadas instalados. López García confesaba no notar diferencia entre la vida de confinamiento con la que lleva normalmente… yo tampoco. No me frustra, me alivia no estar mezclado con la masa, tengo demasiado trabajo interior, mi casa me satisface, pienso y trabajo mejor, me elevo en la lectura, en la música, agradezco la ausencia de fútbol, de ruido de tráfico en las calles, natura nos ha regalado una primavera tan hermosa como no recordaba en años. Con la amenaza de no vernos he recuperado contactos que hacía años no cuidaba. Igual que el maestro, yo no confío en que el ser humano saque ninguna lección, pero yo sí que creo que a pesar de toda la oposición de este status quo, el coronavirus nos va a forzar a suavizar la agresión, el consumo, la huella de carbono. Ya ha tumbado la guarrería del petróleo, rebajará las expectativas de ganancia de muchos elementos no esenciales, como pasó con la crisis del ladrillo veremos muchas fortunas construidas en el aire moderar sus beneficios, los hosteleros y taberneros y todos los negocios construidos sobre las debilidades y blandenguerias, sobre las necesidades superfluas, el consumismo compulsivo y el desmesurado gasto energético tendrán que darse una pensada. Se impondrá la proximidad, lo sostenible, la higiene y la casa de uno, la vida interior y la bicicleta… ¿hay algo de malo en ello? Nada distinto de lo que he venido haciendo toda la vida. No lamento nada que esa neorromántica y desmesurada fiebre de consumo de sensaciones llamada turismo se tenga que moderar…. volverá un modo de vida de barrio a los distritos más bonitos de nuestras ciudades, reducirá su gentrificación y los precios de la vivienda, recobrará su dignidad el mar… hay algo de malo en esto? Todos hemos deseado recuperar nuestras costas y nuestros barrios más queridos de su actual aspecto de parques temáticos.

Tengo la conciencia tranquila, pago mis impuestos, no engaño con mi negocio, no especulo, no especulo en la banca con mi dinero, reciclo, uso híbrido, apenas contamino, ni ensucio, no fabrico armas, ni las uso, soy pacifista, vegetariano, no me corrompo, ni manipulo la verdad, uso mis zapatos hasta que se agujerean, remiendo mi ropa. Tengo un honrado oficio en lo esencial, en la salud. La población tendrá que lamerse las neurosis de carencia, cuando le falten estímulos y sensaciones fáciles de comprar, No todo va a ser follar!, el síndrome de abstinencia traerá violencia pero se recuperará la cocina y la paz interior. Los empresarios afectados tendrán que buscarse otros chollos, ser más responsables con sus inversiones, el coronavirus cada vez va a estrecharles más el margen. Los consumidores también. Reconocer el abuso es lo primero, con 10 planetas que hubiere no habría materiales para este desenfreno así que gracias al virus que nos ha parado, si o si cambiaremos nuestro estilo de vida. Echaremos el freno Madaleno. Si no es ahora, se hará en la siguiente oleada o en la siguiente pandemia. Natura manda.

Es posible que tengamos un retroceso pronto, fruto de la insistencia por recuperar el nivel de actividad sin hacer ningún cambio. Ya se nos han muerto muchos ancianos, nadie sabe hasta dónde llegará la mortalidad, el 5% de inmuno-prevalencia es insuficiente, pero está claro que los dueños del capital no aguantan más sin la vuelta a la actividad aún sin reflexionar. Ya tienen desde hace años muy internalizado el discurso del sálvese quien pueda, pero este bonito virus ha venido también a romperles esta desvergüenza, a ajustar, a recortar a las bravas, esta vez su bolsa no les hace inmunes. Esta vez no sólo han topado con la oposición de sus asalariados de miseria sino que se les opone la vida misma. Dejar de quemar el Amazonas, producir a miles de kilómetros, contaminar impunemente va a vincularse tarde o temprano con el control del equilibrio planetario necesario para recuperar la salud.

Además va a barrer de la faz de la tierra a los calvos como yo… será estupendo.

Juan Carlos Serrano Onsurbe, un tomellosero que lucha con jeringas y lápices contra el coronavirus

M.B.: Me gustaría que nos contases tu experiencia en primera línea de fuego contra éste enemigo invisible, y tu opinión sobre las medidas adoptadas.

J.C.S.: Siento defraudar tus expectativas al no hacer referencia a mi experiencia personal en la atención directa con mis “coronavirers” pero esto lo llevo en mi interior. En cuanto a la estrategia de enfrentamiento con el virus opino que, como nos ha pillado con la primaria desarbolada se ha hecho y se está haciendo todo lo posible dentro de un mercado mundial saturado; no hay que alzar la voz ni ser partidistas, debemos alinearnos todos a una tras las instrucciones del gobierno y apelar a la responsabilidad individual. Sólo hay que lamentar la pérdida de tiempo en las reacciones, ¿dónde se han metido todos los talleres de confección o las alcoholeras? ¿Dónde la medicina privada?.

Hablaría largo y tendido de muchos detalles pero te he querido ofrecer una reflexión de fondo porque, en realidad, tendremos virus para rato. Te deseo salud

 

Creo, queridos lectores, que ya sabéis algo más sobre ésta persona. Alguien que ha luchado y lucha contra la pandemia, contra las enfermedades, y contra el sistema que genera todas esas enfermedades.

Juan Carlos Serrano Onsurbe, un tomellosero que lucha con jeringas y lápices contra el coronavirus




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