Los creadores del proyecto, Elías López y José María Becerra se inspiraron en la mítica sala BEAT, que de las manos de Ricardo Alameda desde hace 23 años organiza conciertos de los grupos más importantes del panorama underground del rock internacional con grupos de USA, Reino Unido, Japón, Australia, etc. Y al igual que Ricardo sigue buscando bandas de rock por todo el mundo para darlas a conocer aquí en Tomelloso, ellos pretenden hacer lo mismo con los vinos, ir a las regiones más remotas a descubrir vinos interesantes, y darlos a conocer para difundir y disfrutar de la cultura del vino globalmente.
Beat Wines nació con ese concepto; dar a conocer en la Mancha los vinos de más calidad que se hacen más allá de nuestras fronteras nacionales. Al Proyecto de López y Becerra se unieron Ricardo Alameda y Nuria Moya (ésta última muy implicada en el impulso del producto desde la dirección de Marketing) y Silvia, la última incorporación.
Elías López Montero lleva el vino en su ADN, desde su experiencia del negocio familiar de Bodegas Verum -una de las más prestigiosas de Castilla la Mancha- ha viajado por todo el mundo y conoce casi todas las regiones vitivinícolas, en especial las de la zona austral, dónde desde hace unas décadas se elaboran vinos de gran calidad y prestigio. Nos cuenta que han querido utilizar Tomelloso cómo plataforma para dar a conocer a España entera esos otros vinos, hechos en otras zonas tan distantes, cuyos métodos y resultados son muy interesantes. Su idea es importar vinos de distintos países, buscando un mercado tanto on line como directo, aunque no se limitarán sólo a ese mercado, por lo que en sus planes a medio plazo entra abrir delegaciones en otras ciudades.
Hace hincapié en que el proyecto, “nacido en Tomelloso y por gente de Tomelloso con clara vocación de enriquecer nuestra cultura vitivinícola, lo cual puede beneficiar y fomentar el desarrollo de las bodegas locales y de toda la Mancha”.
Elías nos habla sus zonas vitivinícolas favoritas: La Patagonia Argentina, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda, lo que se suele denominar las regiones vitivinícolas australes. Dice que prefiere los vinos argentinos a los chilenos -“a pesar de que estos últimos tienen más fama, pero no obstante se han quedado un poco anquilosados, sin embargo los argentinos están haciendo cosas un poco más underground”. Nos cuenta también el empuje que está dando Nueva Zelanda a sus vinos, desarrollando nuevas varietales tintas que están funcionando muy bien cómo Syrah o Pinot Noir, que han unido a los blancos que hasta hace poco eran su seña de identidad. Piensa que el secreto de la zona austral está en la climatología y la latitud, climas más fríos ya que “La tendencia de los mercados va hacia vinos a los que les favorecen los climas más fríos, por lo que a nuestra tierra nos perjudica, por lo tanto creo que aquí debemos aprovechar nuestro suelo, pero encauzarlo hacia vinos más ligeros y con menos cuerpo”. También hablamos del tema del calentamiento global, “que está afectando a que regiones europeas poco vitivinícolas ahora esté trabajando muy bien ciertas varietales, ya que la climatología se adapta cada día mejor a ello. La zona centroeuropea con Alemania a la cabeza está empezando a trabajar con varietales tintas”. Dice que le han sorprendido países montañosos cómo Austria o Suiza, donde se están haciendo grandes tintos, por tanto “El panorama cada vez se está complicando más para poder vender nuestros vinos, hay que conocer muy bien lo que demandan los mercados y adaptarnos a ello, o nos quedaremos atrás”.
Hablamos también de la evolución que ha experimentado el gusto de los consumidores: “Antes se demandaba un vino con más cuerpo, de crianza al que la madera equilibraba y marcaba el sabor, sin embargo ahora se tiende a vinos más ligeros y con personalidad. Los nuevos productores tienden más a usar barricas usadas o no darles muy poco crianza, para hacer vinos más amables, donde la madera no puede encubrir ciertas carencias. La tendencia actual es a darle más protagonismo a la fruta, y eso se empieza a notar en las barras de los bares, porque la gente no quiere beber esencia de madera, sino zumo de uva fermentada, hay algo que se está empezando a entender, y es que el vino no se hace, sino que se cultiva”. Nos cuenta que quizá se había perdido un poco la cultura viticultora, favoreciendo la elaboración en detrimento del trabajo del cultivo, Elías dice que es un enamorado de la cultura del cultivo, “del trabajo de ese pequeño agricultor que mima sus dos o tres hectáreas a las que les dedica todo su tiempo libre y fines de semana, sin importarle que su producto pueda terminar junto a otras uvas menos cuidadas”.
Otra cosa muy interesante es el espacio dónde se ha enclavado Beat Wines. De entrada no parece una tienda de vinos, es un pequeño local dónde el protagonismo lo tienen dos platos de pinchar vinilos y una mesa de mezclas, ya que la música es muy protagonista en este sitio. El visitante encontrará una serie de vinos de importación en exclusiva junto a un ambiente musical, dónde incluso se podrá reservar el espacio para grupos de seis personas, haciendo catas mientras se escucha música de vinilos. Una fórmula distinta para acercar la cultura del vino a gente más joven, que quizá ve el mundo del vino cómo algo un poco anticuado y muy hermético. Sobre esto José María Becerra nos comenta: “Hay que empezar a cambiar el chip de la gente, y que se acostumbren a tomar vino en locales nocturnos, que los bares de copas puedan ser también bares de vinos”.
El mundo cambia a pasos agigantados, y el mundo del vino también debe cambiar y evolucionar con él. Esperemos que este bonito proyecto vaya asentándose, y que Beat Wines pueda ser dentro de unos años un referente dentro del mundo del vino, al igual que la SALA BEAT lo es en el mundo de la música.