El martes pasado dedicamos nuestro Martes Violeta a pedir Justicia para Verónica. Verónica tenía 32 años y trabajaba en IVECO. El año pasado se difundió un video íntimo suyo de 5 años antes, sin su permiso sin que ni la empresa ni nadie hicieran nada por pararlo. Su video llegó a ser de los más vistos en los portales de pornografía. Fue tal el nivel de presión y acoso que Verónica se suicidó. Una víctima más de violencia machista, pero que no contará en las estadísticas. Su caso se ha cerrado sin responsables, sin culpables. Una vez más la justicia patriarcal nos muestra a las mujeres que nuestras vidas no valen nada. Y una vez más salimos todas a una, esta vez en las redes sociales, debido a la situación sanitaria actual, para decir que no pensamos consentirlo ni callarnos. Vamos a seguir pidiendo justicia para Verónica hasta que la haya.
La realidad es que a pesar de haber estado confinadas en nuestras casas, el acoso no ha cesado para muchas mujeres. Empezando por todas las que están viviendo la cuarentena con su maltratador y siguiendo por todas las que se han visto acosadas por las redes sociales. Porque ni una pandemia mundial nos salva a las mujeres del acoso, siempre hay formas métodos para hacerlo. Ya sabéis, el nuevo machismo 2.0 que se parece muchísimo al machismo de toda la vida. Ha bajado el acoso callejero porque no estamos en las calles pero ha aumentado el acoso en redes amparado en el anonimato que permite intimidar, insultar e incomodar sin consecuencias. Algo tan beneficioso en estos tiempos de necesario distanciamiento físico como pueden ser las redes sociales se convierten en un arma para atacarnos. Vemos como se comparten memes bromeando con que un chico empieza a hablar a una chica y empieza llamándole guapa y termina llamándole zorra porque la chica en cuestión no le contesta. Pero que un desconocido te hable y como no le contestes te insulte no es ninguna broma. Ni es gracioso. Imaginároslo en lugar de en las redes sociales en un bar o en un banco del parque. Aunque tampoco hace falta imaginar tanto porque seguro que a muchas de vosotras también os ha pasado.
Pero nosotras nos negamos a que el acoso sea parte de nuestro día a día. Y no pensamos ponernos limitaciones, ni dejar de hacer nada que queramos hacer. Esta sociedad tiene que aprender a respetar a las mujeres y su intimidad, en la calle, en las casas y también en las redes sociales. Así que hoy en nuestro fantaseo de cómo queremos que sea la nueva normalidad que vamos a construir decimos que queremos que sea una nueva normalidad en la que un video íntimo de una mujer siga siendo siempre íntimo. Y que si ese video o foto se empieza a distribuir la cadena sea tan corta que no pueda llamarse ni cadena. Queremos una nueva normalidad en la que en las redes sociales no haya que esquivar fotopollas y masturbaciones que no hemos pedido. Y queremos que esto no sea gracioso, ni motivo de burla o chanza, porque es acoso. Y como tal debe ser asumido y condenado.
A Verónica no vamos a poder traerla de vuelta. Pero podemos construir una sociedad en la que ninguna mujer más se tenga que ver en la misma situación que se vio ella. En nuestras manos queda.