Carta póstuma a Ramón González de Manuel Buendía

Querido amigo:

Te has marchado sin despedirte, algo que no me extraña de ti, porque siempre quisiste pasar desapercibido a pesar de que no podías hacerlo. A mucha gente le sorprenderá que sea yo quién te rinda éste homenaje, porque pocos sabrán de nuestra larga amistad. Recuerdo cuando te jubilaste que me dijiste que por fin podrías hacer una vida tranquila, desaparecer de la vida pública y diluirte, pero esto ha sido demasiado.

Recuerdo los cientos de conversaciones que tuvimos, hablando de lo divino y de lo humano. Hablábamos de filosofía, de literatura, de arte, y sobre todo de política. Siempre te decía que ojalá la gente pudiera conocer nuestras conversaciones, ver cómo desde distintas maneras de pensar podíamos llegar a un punto de encuentro. Las ideas –me decías- son la herramienta de la política, pero el fin último de ésta es lograr el bien común.

Ya te dije muchas veces que creía que lo habías hecho muy bien cuando tu etapa al frente de la alcaldía de Tomelloso, en aquella época yo vivía fuera, pero recuerdo varias conversaciones que tuvimos en algún encuentro en momentos en que yo venía de visita, y todos los logros sociales y cosas que conseguiste, soy consciente de que tu forma de gobernar era respetuosa con la oposición, y que intentabas siempre el diálogo y el consenso, tengo amigos que estaban en la oposición y siempre han hablado muy bien de ti en ese aspecto.

Pero cuando nuestra amistad se afianzó más fue a partir de mi vuelta a Tomelloso en 2010. Recuerdo perfectamente tu llamada el día que te enteraste de mi candidatura a la alcaldía, me dijiste: “Te deseo mucha suerte y espero que al menos puedas conseguir la concejalía, porque eres una persona que puede aportar muchas cosas positivas y Tomelloso necesita gente como tú”. Por aquellas fechas, tu ya estabas presidiendo Cáritas, y tu labor al frente de ella fue impecable, conseguiste mucha implicación por parte de todos los colectivos, además eran los momentos más duros de la crisis, y Cáritas necesitaba muchos recursos. Muchas veces hablamos sobre el tema de la solidaridad y la caridad, tu decías que Cáritas hacía solidaridad, mientras que yo pensaba que lo que hacíais estaba más cerca de la caridad, pero en lo que estábamos ambos de acuerdo era en la necesidad urgente de ayudar a quien más lo necesitaba, y tú siempre contaste conmigo para todo. Me pedías que donase cuadros, y yo lo hacía encantado. Un año me distéis un diploma cómo “Voluntario del año”, y sé que hubo gente que no le parecía bien, porque yo era ateo, quizá sea el único caso de que un ateo haya recibido un reconocimiento de una institución de la Iglesia católica. Eso dice mucho de tu labor y tu talante, y demostraste ser un buen gestor en todo lo que te implicaste.

Quiero agradecerte también el hecho de que me enviases todos tus manuscritos para que te diera mi opinión, esa confianza que pusiste en mi era algo muy importante. También ejercimos de confesores el uno del otro, yo te contaba mis penas y tu las tuyas, sabiendo que ambos seríamos una tumba. A veces decías envidiar mi libertad e independencia, pero yo te contestaba que cada cual elige su camino, y el tuyo fue siempre intachable, e hiciste siempre lo correcto, porque éramos como la noche y el día, y por ello quizá nuestra amistad tan desinteresada funcionaba. Aprendimos el significado de la palabra respeto, y yo aprendí mucho de ti y de tus consejos.

Torre de Gazate Airén

Quisiera decirte muchas cosas, pero creo que ya nos lo hemos dicho todo en esas largas conversaciones por Messenger o Watshap, cuando el silencio de la noche ocupa los espacios de la razón y el pensamiento, cuando surgen las dudas y revisamos nuestra indumentaria emocional.

No quiero que esto sea una elegía, ni un homenaje. Aún no me hago a la idea de que te has ido, porque no nos hemos despedido, estamos en unos tiempos duros, salvajes y extraños, y nos ha quedado una conversación pendiente sobre ello. Seguro que estarás en paz con tus creencias esperando tu entrada en ese cielo tuyo, que te has ganado con creces.

Hasta siempre amigo!




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