La derecha extrema y la extrema derecha no tienen miedo de un gobierno progresista, tienen miedo de que un gobierno que gobierne para la mayoría social y la clase trabajadora acabe haciéndolo de verdad articulando medidas suficientes para tener el mejor instrumento que garantice una salida desde políticas de izquierda a los problemas que se han generado desde posiciones conservadoras o socialdemócratas.
Los nervios, las acusaciones y los intentos de revertir el resultado parlamentario consagrado en la Constitución Española incluso llamando al transfuguismo político de unos «diputados o diputadas decentes» son sólo parte de un temor a perder sus privilegios y a perder la hegemonía de un discurso del que nos ha dicho durante demasiado tiempo que sólo ellos dos, PP y PSOE, saben gobernar con solvencia. Pero esto no es una sensación interesada de un partido como Izquierda Unida, es lo que hemos firmado en un acuerdo de gobierno que vamos a llevar a la práctica para mejorar realmente la vida de nuestra clase, la clase trabajadora.
Porque durante estos días de debate no se ha debatido de lo importante que es qué vamos a hacer cuando seamos gobierno de todos y todas. Vamos a revertir la reforma laboral que está permitiendo despedir a trabajadoras y trabajadores con cáncer por faltar a su puesto de trabajo para recibir el tratamiento que le permita seguir con vida, una reforma laboral que permite el despido por 20 días de año trabajado a trabajadores y trabajadoras que llevan muchos años en la empresa, haciendo del despido un trámite rápido y gratuito.
Vamos a derogar una ley de educación que sólo ha tenido el objetivo de mantener el negocio de la educación privada concertada y perpetuar criterios de economicistas y de mercado por encima de los que han de regir en los centros educativos que son los de hacer personas críticas, formadas y con el acceso a la educación garantizado sea cual fuere su condición social y económica.
Este nuevo gobierno va a trabajar por defender unos servicios públicos que garanticen una sociedad impregnada de justicia social, ya que el acceso a los mismos no tendrá criterios empresariales y serán de acceso universal para quien lo demande y lo necesite. La deriva privatizadora de servicios públicos sólo ha garantizado el beneficio empresarial de quienes lo gestionan olvidando a quién deben dirigirse.
La sociedad va a ser más feminista luchando contra la lacra de las violencias machistas que asesinan, maltratan, violan y marginan a las mujeres en su vida, en su trabajo y en la sociedad en la que viven.
Vamos a hacer una sociedad sostenible en lo económico, en lo social y, fundamentalmente, en los aspectos medio ambientales. Apoyaremos una transición energética que termine por cambiar el modelo productivo que hoy sigue siendo un depredador de los recursos contaminando el entorno ambiental.
Y esto hay que hacerlo, antes no se ha hecho. Padecemos una sociedad llena de desigualdad que cada vez está profundizando más pasando ya a ser estructural. Es hora de cambiar el modelo para cambiar la sociedad. Es hora de atajar realmente una desigualdad que no va a modularse gracias a los mercados, ya que para estos solo existe la riqueza de las rentas del capital que son las que menos beneficios sociales generales aportan, si no aplicando los artículos de la Constitución que garantizan un reparto de la riqueza entre quienes más lo necesitan.
Nos felicitamos por el nuevo gobierno a pesar de los mensajes de la derecha que llaman al transfuguismo y a medidas que son un golpe de estado y que no reconoce el resultado parlamentario que ha propiciado este gobierno. Nos felicitamos porque vamos a tener un gobierno de la mayoría social que pondrá en el centro a la clase trabajadora.