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domingo, 22 diciembre
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«Muchos meses de trabajo para una vuelta al cole segura», por Diana López

Artículo de opinión de Diana López Gómez, Portavoz de Educación del Grupo Parlamentario Socialista

La vuelta al cole llega hoy a Castilla-La Mancha y, con ella, se pone fin a las jornadas de playa, piscina y ocio ininterrumpido de nuestros hijos e hijas en unas vacaciones que han sido completamente atípicas para todas y todos nosotros.

Otra vez la mochila al hombro, libros nuevos, madrugar… ¿o no? En tiempos de pandemia, la incertidumbre campa a sus anchas. Muchas familias siguen preguntándose: ¿Le llevamos o no le llevamos?, ¿estará verdaderamente seguro?, ¿pierde mucho si lo dejo en casa?.

Dudas y miedos todos estos que son, por supuesto, lícitos en nuestro papel como progenitores que lo que deseamos es, ante todo, proteger a nuestros hijos. Si bien, lo que en ningún modo puede considerarse lícito y mucho menos ético o responsable es alimentar este miedo para convertirlo en pánico, como se está haciendo desde ciertos sectores políticos en nuestra región. Intentar obtener rédito electoral aumentando el malestar de unas familias, ya de por sí preocupadas por la vuelta al colegio de sus hijas e hijos, es irresponsable pero, sobre todo, es cruel.

El inicio del nuevo curso en nuestra región, como en el resto de comunidades autónomas, está marcado por todas las medidas de contingencia contra la COVID-19 que la Consejería de Educación ha tomado para asegurar que la vuelta a las aulas de nuestros escolares se produzca con todas las garantías sanitarias y pedagógicas posibles.

Esta vuelta al cole en Castilla-La Mancha, viene precedida de muchos meses de intenso trabajo; un trabajo llevado a cabo por la Administración, pero también por los propios centros capitaneados por sus Equipos Directivos, cuyo trabajo excepcional ha dado como fruto que nuestros centros educativos sean espacios seguros frente al coronavirus. La Consejería de Educación ha dado unas directrices claras, se ha elaborado un Plan de Contingencia y se contemplan diferentes escenarios educativos para afrontar sin dilación diferentes evoluciones de la crisis sanitaria, es decir, el trabajo se ha hecho bien. En tiempo y forma.

Hay que tener en cuenta, por otro lado, que en esta nueva “hoja de ruta” la figura del docente, que ya fue clave durante la suspensión de las clases por el estado de alarma, será más importante que nunca. Los profesores y maestros han demostrado un compromiso con su labor y una capacidad para enfrentarse a nuevas formas de enseñar admirables; y mientras ellas y ellos se dedican a dignificar aún más su trabajo y a atar hasta el último cabo para que, desde hoy, todo funcione a la perfección, aquellos que en su momento les dieron de lado, les ningunearon y les despidieron pretenden mostrarse como adalides de una causa -que si no es de nadie más que los docentes castellanomanchegos- menos aún es suya.

El profesorado es cauto y está expectante ante un nuevo curso que se inicia de una forma tan diferente y que será recordado por ser el año escolar que comenzó con mayores medidas de seguridad sanitaria frente a contagio. Medidas de las que ellos han sido en gran parte artífices.

Precisamente por esto, son conscientes de que arranca un curso seguro y un curso que más que nunca necesitaba de la presencialidad. De esa sonrisa a los amigos aunque sea a través de la mascarilla, del “seño” que guapa vienes, aun cuando llevas la misma ropa que te han visto cien veces, o del “profe” de mayor yo también voy a ser maestro. Y es que, la labor docente va mucho más allá de la mera transmisión de conocimientos. Es convertirte en cuentacuentos, potenciar sus investigaciones, emocionarte con sus nuevos aprendizajes, repartir sonrisas y abrazos -aunque estos, este año, tengan que darse con el alma-. Ser docente es, en definitiva, volver a vivir la escuela con ojos de adulta rodeada de niños y niñas; y esto, como ellas y ellos saben mejor que nadie no puede hacerse con la misma calidez limitados por una pantalla.

Dada la situación tan cambiante, no puede descartarse que haya que optar por a modalidad de enseñanza semipresencial o a distancia en algunos casos y entonces, ¿estará el Sistema Educativo de Castilla-La Mancha preparado para ofrecer una educación telemática eficaz?

El Gobierno de nuestra región ya ha pensado en ello. La Consejería de Educación ha desarrollado una verdadera estrategia de digitalización que, además de la adquisición de más de 72.000 dispositivos digitales, incluye la formación específica al profesorado, la creación de una plataforma de e-learning con programas y contenidos adaptados a la realidad formativa telemática y el planteamiento en las programaciones docentes de actividades que puedan ser adaptadas a la enseñanza virtual. Un plan ambicioso que permitirá, en caso de necesitar un plan B, seguir desarrollando las clases con esta nueva “normalidad” cambiante a la que nos estamos ya acostumbrando.

No obstante, si algo nos ha quedado claro este año es que, a pesar de que pasan veinte años desde que estrenamos el siglo XXI, la educación telemática no puede sustituir al cien por cien la educación presencial. Al menos no en los primeros años.

La tecnología puede mejorar la enseñanza, pero la educación a distancia no puede reemplazar los afectos ni garantizar la igualdad del mismo modo que lo hace la educación presencial. Haber vivido un tiempo sin escuelas nos hace darnos cuenta de la importancia de estas y de todos los agentes que las conforman.

En definitiva, esta crisis sanitaria nos ha hecho plantearnos interrogantes educativos sobre los que todos carecemos de respuestas. Teniendo en cuenta que el miedo en la comunidad educativa existe y no va a desaparecer de un día para otro, que la preocupación es normal, el virus es real y los contagios suceden, la obligación de todos los representantes políticos desde el gobierno o la oposición, por moral y por responsabilidad, debería ser la de arrimar el hombro y no contribuir a desinformar.

La actitud debe ser la de afrontar la situación sin caer en la temeridad y tomando las precauciones que sean necesarias. Pese a los grupos de convivencia estable, las mascarillas y las nuevas formas de enseñar y aprender, si remamos todos hacia el mismo lado podemos lograrlo.

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