Mi compañero David Muñoz Zapata suele decir, y con toda la razón, que en Castilla-La Mancha el desempleo tiene nombre de mujer, pues el 64% de las personas en paro son mujeres. Hoy, día de la mujer rural, me hago eco, una vez más, del drama de la despoblación de las zonas rurales. Y sí, afirmo que ese drama también tiene nombre de mujer.
Porque desde siempre ha sido la mujer el núcleo sobre el que crecían las familias y, con ellas, los pueblos de Castilla-La Mancha. La mujer ha sido y es el pilar de nuestra sociedad, especialmente en esas comarcas que se están vaciando desde hace años. En el campo, en el hogar, en la escuela; siempre en el centro de la vida familiar y social, la mujer ha representado el eje de nuestros pueblos.
Casi seiscientos municipios castellanomanchegos están perdiendo habitantes de manera ininterrumpida desde el año 2012. Hay algunas comarcas de las provincias de Cuenca y Guadalajara que tienen la misma densidad de población que Laponia. El municipio más despoblado de toda España es Illán de Vacas, en la provincia de Toledo. Lo que hace apenas diez años era un problema, hoy es un drama. Lo que antes era preocupante, ahora es alarmante.
Castilla-La Mancha tiene ADN rural. El campo está presente en la economía de miles y miles de familias, pero también en nuestras costumbres, en nuestro lenguaje, en nuestra cultura. En nuestro carácter. En nosotros mismos. Somos de pueblo y queremos seguir siéndolo. Por eso una de las primeras iniciativas de Ciudadanos en las Cortes de Castilla-La Mancha fue precisamente la puesta en marcha de la comisión no permanente de lucha contra la despoblación.
El pasado jueves, en el debate sobre el estado de la Región, el veto mutuo entre los grupos del PSOE y el PP propició que solamente Ciudadanos consiguiera el apoyo unánime a algunas de sus iniciativas, una de ellas de especial profundidad, pues supone el compromiso de todos los partidos políticos con representación en las Cortes de buscar el consenso en varias materias esenciales, entre ellas la futura ley contra la Despoblación.
El objetivo es que esa ley sea precisamente el fruto de los trabajos que desde hace un año se vienen desarrollando en la citada comisión, por la que han pasado numerosos expertos que han ido aportando sus conocimientos y experiencias al retrato general de la situación. Durante demasiado tiempo los viejos partidos han dado la espalda a una realidad que sin embargo ahora constituye un importante elemento de la agenda política en nuestra región. Y este cambio se ha producido gracias a la iniciativa de Ciudadanos, calificado muchas veces, paradójicamente, de partido “urbanita”.
El PSOE y el PP no han querido, no han sabido o no han podido plantarle cara al llamado “reto demográfico”, y nuestros pueblos están perdiendo el pulso vital por la falta de oportunidades para los jóvenes, por el debilitamiento del tejido empresarial y comercial, por las malas comunicaciones y los pésimos servicios públicos, especialmente en cuanto a infraestructuras sanitarias y escolares. Es un fracaso sin paliativos, y así hay que reconocerlo.
Hoy, día de la mujer rural, reivindicamos el potencial de nuestros pueblos y el papel fundamental de las mujeres en el proceso de reconstrucción que luchamos por promover. Precisamente Ciudadanos lleva tiempo reclamando no solamente en las Cortes de Castilla-La Mancha sino también en el Congreso de los Diputados medidas de incentivo a quienes se establezcan en los pueblos, de manera muy especial quienes lo hagan para generar allí puestos de trabajo de calidad.
Medidas concretas de apoyo a autónomos, a jóvenes, a mujeres. ¿Por qué a mujeres? Porque ellas, a través de la maternidad, pueden contribuir muy significativamente a asentar población. Porque queremos reafirmar su condición de eje nuclear en nuestros pueblos.
Medidas de ayuda en forma de alivio fiscal para las empresas que ubiquen sus plantas de producción en zonas con mayor dispersión de población. Focos de oportunidades que, en definitiva, potencien el atractivo de vivir en los pueblos, atractivo que en circunstancias normales no debería verse mermado, pues lo lógico es que no fuera necesario incentivar a familias y empresas para establecerse allí donde hay mejor calidad medioambiental, desplazamientos más cómodos, ritmo más apacible, vivienda más económica.
Ojalá del consenso comprometido el pasado jueves nazca más pronto que tarde esta ley, llamada a poner negro sobre blanco las bases para enderezar el rumbo. Para pasar del drama a la esperanza. Para, muy por encima de intereses partidistas o electorales, mucho más allá de la demagogia y las falsas promesas, apostar de verdad por nuestros pueblos. Y muy especialmente por esas heroínas que a través del tiempo han sido -y siguen siendo, y que no decaiga- los ejes vertebradores de la sociedad rural de Castilla-La Mancha.