La asombrosa expedición naval de descubrimiento que finalizó con la primera circunnavegación del mundo a cargo de Juan Sebastián Elcano, contó con cuatro castellanomanchegos pero ninguno pudo completar el periplo
Juan Sebastián Elcano. Óleo basado en el grabado de L. Fernández Noseret y J. López de Enguídanos, 1791-1814. Museo Naval de Sevilla. Foto tomada por Constantino López en la Exposición “Fuimos los primeros”Se han cumplido quinientos años de aquel septiembre de 1519 cuando las cinco naves que componían la expedición española comandada por Fernando de Magallanes (Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago) partieron de Sanlúcar de Barrameda con destino a lo desconocido en un viaje que significó la primera circunnavegación de la Tierra del que desde su finalización el propio Elcano fue consciente de la gesta que había realizado como así se lo manifestaba al rey Carlos V en una misiva diciéndole: “Más sabrá su Alta Majestad lo que en más avemos de estimar y temer es que hemos descubierto e redondeado toda la redondeza del mundo yendo por el occidente e viniendo por el oriente”
Este fabuloso viaje significó no sólo el descubrimiento del paso austral al llamado Mar del Sur (que había descubierto por primera vez Vasco Núñez de Balboa el 25 de septiembre de 1513 –tan solo seis años antes- desde una cumbre en el istmo de Panamá, bautizándolo con este nombre) a través del estrecho de Magallanes, sino también el hecho de poder determinar la verdadera dimensión en leguas de este nuevo océano al que el capitán general portugués dio el nombre de Pacífico. Pero sobre todo concluyó (gracias a la decisión de Elcano de seguir navegando desde el Maluco hacia el oeste) con la constatación más espectacular de todas, la de la redondez de la Tierra y que navegando siempre hacia el oeste se volvía por el este y con la agradable sorpresa de haber ganado un día en el calendario.
Si bien la corona de Castilla fue la que financió la expedición, tomaron parte en ella marinos de muy diferentes nacionalidades, así como de diferentes lugares del territorio español. También del territorio de nuestra comunidad autónoma, que si bien entonces no se conocía por este nombre, en la actualidad es conocida como Castilla-La Mancha.
Cuatro personas del territorio que ahora ocupa nuestra Comunidad se embarcaron en esta expedición con una suerte nefasta ya que ninguno de ellos pudo completar el periplo alrededor del globo terráqueo. Y además, tres de ellos murieron en el intento. Tan sólo uno regresó vivo de la expedición a nuestro suelo patrio y como suele decirse, por la puerta falsa.
En este V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo quiero rendir a los cuatro un homenaje y un recuerdo por la decisión que tomaron de embarcarse en esta formidable aventura que a casi todos les costó la vida:
Pedro García, herrero, natural de Ciudad Real, hijo de Antonio García de Quirós y María García vecinos de Ciudad Real, con un sueldo de 1.000 maravedís por mes a contar de agosto de 1519 (recibió 4.000 maravedís el sueldo adelantado de 4 meses) por embarcarse en la nao Victoria como criado y sobresaliente de Luis de Mendoza capitán de la nao y tesorero de la armada. Fue muerto por los indios en la emboscada de Cebú (Filipinas) el 01-05-1521. No llegó a alcanzar las islas Molucas (objetivo del viaje) aunque se quedó muy cerca…
Antón de Escobar, natural de Talavera, hijo de Juan de Escobar y Leonor Méndez, vecinos de Talavera, con un sueldo de 1.500 maravedís por mes (recibió 6.000 maravedís el sueldo adelantado de 4 meses) por embarcar en la nao San Antonio (la mayor de la flota con 120 toneles vizcaínos de capacidad, unas 144 toneladas) como criado de Juan de Cartagena, capitán de la nao y veedor de la armada. Fallecido a causa de las heridas en la batalla de Mactán (Filipinas, en la que también murió el capitán general Fernando de Magallanes) el 28 de abril de 1521 dos días después de la batalla. Es curioso que a pesar de embarcarse inicialmente en la nao San Antonio, no regresó con ella en su viaje de deserción.
Juan de Chinchilla, natural de esta ciudad, hijo de Alcides de Oria y María de Quevedo, con un sueldo de 1.500 maravedís por mes (recibió 6.000 maravedís el sueldo adelantado de 4 meses) por embarcarse en la nao San Antonio, como criado de Juan de Cartagena, su capitán. La tripulación de esta nave se sublevó el 1 de noviembre de 1520 en el estrecho de Magallanes y retornó a Sevilla (desertando de la expedición) el 6 de mayo de 1521. El único superviviente de los castellanomanchegos.
Antón de Goa “Loro”, grumete, natural de Toledo, criado de la marquesa de Montemayor, con un sueldo de 800 maravedís por mes (recibió 3.200 maravedís el sueldo adelantado de cuatro meses) por embarcarse en la nao Trinidad, la capitana, que iba al mando del propio Fernando de Magallanes. Muerto por los indios en la emboscada de Cebú (Filipinas) el 1 de mayo de 1521. Al igual que el ciudadrealeño Pedro García tampoco llegó a las islas Molucas quedándose a las puertas de la Especiería.
Este viaje tuvo una importancia política y estratégica fundamental en la lucha de poder entre los dos imperios navales del momento: Portugal y Castilla. Y facilitó una ruta nueva y desconocida hasta entonces hacia las islas Molucas (Indonesia) donde se producían las especias como la nuez moscada, el clavo oloroso y la canela, que tenían un valor mayor que el propio oro y que el imperio otomano había hecho inalcanzables por tierra para las potencias europeas. Sirva nuestro recuerdo para tener siempre frescos en la memoria a estos cuatro valientes castellanomanchegos.
Constantino López