Transcurría aquel tórrido verano de 2012. Tórrido, no tanto por el calor sino por lo que se respiraba en el ambiente, el desastre social que se vaticinaba para quienes se situaban próximos a la vulnerabilidad. No éramos conscientes en aquél entonces de la indefensión que podíamos llegar a padecer, pero muy pronto nos abrieron los ojos.
Corrían tiempos en que los decretos se dictaban “contra las personas”, ya ven.
Tórrido, porque nos acababan de imponer una Reforma Laboral tan dañina, injusta, ideológica y funestamente urdida en las entrañas de las FAES, que ya anticipaba el retroceso de la cohesión y la justicia social en nuestro país, que nos dejó en estado de “shock”.
Y en ese estado catatónico nos encontrábamos cuando se cometió una de las mayores atrocidades, a mi modesto juicio, contra la protección social en este país, que no fue otra que los intensos e intensivos recortes en las prestaciones por desempleo.
Honestamente pienso que no fuimos conscientes en un principio y se tardó algún tiempo en asimilar, reaccionar y denunciar lo que aquel decretazo de julio de 2012 suponía en realidad para todas aquellas personas que, consecuencia de las facilidades e incentivos de la maldita Reforma Laboral, perdían masivamente el empleo, sobre todo indefinido.
Aquel tórrido verano se alzaba tímidamente la voz por las personas que en desempleo iban a cobrar un poco menos, pasados los 180 primeros días de prestación, nos intentaban convencer de que habíamos vivido por encina de nuestras posibilidades…. Recuerdan?
Sin embargo el daño con más efectos en la población, a la que se le había despojado previamente de sus derechos laborales más esenciales, lo supusieron dos hitos; la nueva forma de calcular la parcialidad y la nueva regulación del subsidio para mayores de 55 años.
Como colofón y remate a quienes ya tenían cumplida esa edad y evidentemente muchísimas más dificultades para encontrar de nuevo trabajo en medio de una espantosa crisis económica, se les asfixió en marzo de 2013 con la necesidad de cumplir un nuevo requisito, el de carecer de rentas familiares per cápita que superaran el 75% del exiguo Salario Mínimo Interprofesional, que afortunadamente el poder judicial ha declarado ilegal, pero 5 años y medio más tarde y con importantes pérdidas en el camino.
Aquél tórrido y aturdido verano no habíamos asumido todavía que las personas que no pudieran acceder al subsidio para mayores de 55 años, por los perversos nuevos requisitos de acceso podrían incluso llegar a perder su derecho a pensión de jubilación, pese a tener cotizados ya suficientes días para obtenerla. He de recordar que para poder percibir la pensión de jubilación además de haber cotizado al menos 15 años hace falta haber cotizado 2 años en los últimos 15. Y es ahí donde el daño de no poder acceder al subsidio que cotizaba por jubilación, donde más estragos podía llegar a hacer.
Por fortuna, nada es estático, las estaciones se suceden inexorablemente, y la limpia y clara primavera siempre se hace su hueco.
Este pasado viernes de cercana primavera, sean conscientes que se ha reescrito la Historia. En Consejo de Ministras, y permítanme la licencia por la mayoría en su composición, se ha aprobado reponer las condiciones anteriores al decretazo del subsidio para mayores de 52 años, junto a otras medidas de fuerte y extenso impacto social.
Personas grandes y grandes conocedoras de la injusticia que supuso aquello, le han puesto remedio. Magdalena Valerio, ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social y Gerardo Gutiérrez Director General del SEPE, componentes del Gobierno de Pedro Sánchez, han hecho posible que hoy 11209 personas de las 34716 paradas de la provincia tengan un nuevo horizonte.
Cerca de un tercio de las personas desempleadas de nuestra provincia son mayores de 52 años y de ellas solo 2710 cobran ya citada prestación, pero aun así, incluso éstas últimas la verán mejorada sustancialmente con el incremento de la cotización por jubilación por parte del SEPE a 1050 € / mensuales, que mejorará ostensiblemente su pensión de jubilación futura, que ya no será obligatoria cuando se pueda acceder a la jubilación anticipada, sino que podrá mantenerse hasta la edad ordinaria de jubilación.
Admito que no es que sea la panacea, por la cuantía económica, pero sí es un buen paracaídas en un momento donde por las características del mercado de trabajo y los empleos cada vez más volátiles y fuertemente impactados por las nuevas tecnologías, dificultan la inserción laboral sobre todo a quienes son menos jóvenes.
Vamos a aprobar un Plan de Choque para personas desempleadas mayores de 45 años, que junto con el Plan Director por el Empleo Digno y el Plan de Choque por el Empleo Joven demuestren que otra forma de gobernar por y para las personas es también posible, lejos de alborotos y alharacas que enturbian a veces la percepción de lo que es importante, imprescindible y necesario para una ciudadanía que no ha hecho nada más que sufrir las consecuencias de una crisis y que una vez superada sigue marginada de los beneficios de la recuperación.