Hace una semana, el pasado 27 de septiembre, participaba en Bulgaria en el X Congreso Internacional de la Unión Europea de Mayores donde fui elegida vicepresidenta, pero más allá de unos resultados para elegir representantes, lo que vivimos fue la unión de unos mayores con necesidad de reivindicar su espacio en esta sociedad moderna que parece reservada a los más jóvenes.
En este 1 de octubre, donde conmemoramos el Día Internacional de las Personas de Edad, quiero elevar la voz por los mayores, para decir que seguimos vivos y seguimos siendo importantes, porque una persona que se ha preparado y ha aportado durante tantos años de su vida, no puede dejar de hacerlo al llegar a una determinada edad, como si fuésemos un alimento perecedero con fecha de caducidad.
Las personas no nacemos con un número que indique que dejamos de servir, pero parece que educamos a la sociedad para aceptar esta marginación cuando las velas nos van sumando años.
Con la edad se pierden reflejos, velocidad e incluso se resienten sentidos como la vista y el oído; sin embargo, nos olvidamos que se gana en experiencia, en anticipación y en conocimiento, que son tres de los principales valores para anticiparse al fracaso.
Por ello, en este día tan especial para los mayores, quiero celebrar con vosotros el empuje de nuestra generación, que hace años se encargó de derribar muros metafóricos pero también físicos como el de Berlín, de construir el nuevo mapa europeo tras la II Guerra Mundial sobreponiéndose al odio entre los iguales, a las miserias de postguerra y a la necesidad de construir una sociedad que parecía sacada del Apocalipsis. Pero sobre todo, quiero celebrar la capacidad que demostramos para
inculcar el RESPETO como base fundamental para avanzar y que hoy es un valor necesario para nuestros jóvenes.
Ante el problema de la discriminación por edad solo cabe un remedio, la educación . Algunas investigaciones han llegado a recoger que actualmente, la discriminación contra personas de la tercera edad, es una forma más generalizada de discriminación que el sexismo o el racismo, con graves repercusiones sociales.
Para combatirlo es necesario el compromiso político, que desde el Partido Popular hemos querido poner sobre la mesa, para hablar de un gran pacto europeo para preservar los derechos de los mayores; promover una agenda mundial de investigación sobre envejecimiento y buenas prácticas; fomentar el uso de internet para asegurar la conectividad y el acceso a servicios online de este colectivo; o impulsar una Estrategia Europea que combata la soledad entre otras medidas.
Uno de los grandes problemas de los mayores en todo el mundo es la situación de soledad a la que se enfrentan. Para acabar con ella, hemos pedido una futura Estrategia Europea que combata la soledad de los mayores, incluyendo una política integral que promueva el envejecimiento activo y saludable; el desarrollo de plataformas de acompañamiento; y redes solidarias intergeneracionales que permitan que los jóvenes “puedan aprovecharse de la sabiduría y la experiencia de que quienes han vivido tanto y tienen tanto que aportar”.
Deberían enseñarnos a no olvidar de dónde venimos, o por qué somos como somos, porque justo en esas respuestas radican nuestras raíces de vida, que nos hablan irrefutablemente de nuestros mayores.
Si no conseguimos entenderlo ahora, posiblemente el futuro nos alentará a hacerlo, porque nuestra sociedad tiende a marchas forzadas hacia el envejecimiento paulatino. Analizando las pirámides demográficas de nuestros país, al ritmo de crecimiento actual, España se convertirá a mediados de siglo en el segundo país más envejecido de la OCDE. Hoy día, casi 700 millones de personas en el mundo son mayores de 60 años. Para 2050, se estima que las personas de 60 años o más serán 2.000 millones, lo que supone más del 20% de la población mundial.
Si todavía nos preguntamos por qué los mayores son importantes, es que quizá no hayamos entendido nada.