Sostenía el filósofo Henry David Thoreau, referente mundial del naturalismo, que “si no logras convencer a una persona de lo malo que está haciendo, procura hacer entonces lo bueno”. Este propósito debe impulsar la voluntad de las distintas administraciones públicas, en coalición con el conjunto de la sociedad, para afrontar uno de los mayores retos globales del presente: la lucha contra el calentamiento global. La sociedad de Castilla-La Mancha está decidida a pasar de las palabras a los hechos ante la amenaza apremiante que supone el cambio climático a escala ambiental, económica y social.
La Semana de Acción Global sobre Clima y Desarrollo Sostenible, que se conmemora estos días, sirve de marco para una serie de iniciativas encaminadas a acentuar la necesidad de dar respuesta al reto climático. A la celebración de cumbre de la ONU se suma la presentación del nuevo informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC en sus siglas en inglés) y la Protesta Global contra el Cambio Climático convocada en 336 ciudades de 93 países para este viernes. Esta movilización también encontrará eco en varias ciudades de Castilla-La Mancha, incluidas las cinco capitales. Y, especialmente, entre la juventud que ha abanderado esta causa en favor de un futuro respetuoso con el medio ambiente.
El desafío climático y la pérdida de biodiversidad constituyen un reto de envergadura que requiere concienciación social y cooperación institucional. La gravedad de la situación que atraviesa el planeta exige introducir cambios de calado en nuestro modelo socioeconómico. El Acuerdo de París (2015) fijó unas metas para contener el aumento de la temperatura mediante la progresiva reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. La alerta científica y las consecuencias visibles del calentamiento global en todo el mundo obligan a la comunidad internacional a actuar con determinación.
El sur y el centro de Europa, según el panel de expertos de Naciones Unidas, sufren cada vez más olas de calor, incendios forestales y sequías. Y la zona mediterránea se está convirtiendo en una región más seca, lo que agudiza su vulnerabilidad. En Castilla-La Mancha, la temperatura media se ha incrementado 1,4ºC durante las últimas cuatro décadas.
Castilla-La Mancha ha decidido dar una respuesta inmediata a este desafío con la aprobación de la Declaración de Emergencia Climática, un decálogo de 19 medidas económicas, ambientales y sociales orientadas a combatir, mitigar y adaptarse a los efectos del cambio climático.
Una declaración elaborada conforme a los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030, que cuenta con un amplio consenso social, y que incluye iniciativas como la Estrategia Regional de Cambio Climático, Horizontes 2020 y 2030; la transición energética justa, mediante el fomento de las energías renovables; y la ejecución de dos leyes de especial trascendencia: la de Cambio Climático y la de Economía Circular, una norma que dará lugar a un cambio en el modelo productivo de la economía regional al tiempo que contribuirá a la creación de empleo.
Estas medidas persiguen el fomento de la eficiencia energética, la movilidad sostenible mediante ayudas a la adquisición de vehículos propulsados con fuentes de energía renovables y continuar en la senda de la Estrategia Regional de Biomasa, que ha evitado hasta ahora la emisión de cerca de 2.800 toneladas de CO2 a la atmósfera. En Castilla-La Mancha se ha conseguido reducir un 34 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero en la región.
Debemos continuar y profundizar en la senda de la sostenibilidad. El naturalista Joaquín Araújo advierte de que “cualquier cosa que abordemos es menos importante que el medio ambiente”. Hay que afrontar con determinación la degradación del clima, ya que está en juego preservar el ecosistema, la biodiversidad y el patrimonio natural. Queremos ser parte de la solución con el fin de asegurar el bienestar de la sociedad de hoy y de las generaciones futuras, las de nuestros hijos.