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sábado, 16 noviembre
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La madre de una joven con anorexia reúne 315.000 firmas para pedir unidades específicas

El jefe del servicio de Psiquiatría del hospital de Ciudad Real ve fundamental tener una unidad especializada

Patricia Cervera, la madre granadina de una joven con anorexia ingresada en el Hospital General Universitario de Ciudad Real, ha entregado este martes en el Palacio de San Telmo, sede del Gobierno de la Junta de Andalucía, un total de 315.000 firmas recogidas a través de ‘Change.org’ pidiendo la creación de unidades especializadas en trastornos alimentarios.

En declaraciones a los medios antes de proceder a la entrega de firmas, Patricia ha criticado que en la comunidad autónoma no existe ninguna de estas unidades a pesar de tener ocho millones de habitantes, frente a las dos con las que cuenta Castilla La-Mancha con dos millones. De hecho, ha estimado en base a datos de 2016 del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social que en esta región había menos de 400 personas diagnosticadas con esta patología, mientras que en Andalucía había «casi 7.000».

«No tiene justificación posible. Faltan profesionales y falta mucha especialización», ha remarcado Patricia, quien ha relatado como su hija, Aleixandra S.C., sufre anorexia desde los 13 años y como la situación se ha prolongado hasta la actualidad, que tiene 21 y está ingresada en la unidad de trastornos alimentarios del Hospital General Universitario de Ciudad Real desde el 5 de marzo. La recogida de firmas la empezó en la madrugada del día 1, cuando llevó a su hija a Urgencias de dicho hospital.

Así, ha concretado que este mismo martes se ha reunido previamente en el Parlamento autonómico con los grupos de Adelante Andalucía y del PP, «los dos que nos han atendido», para que haya un «compromiso oficial». «No solamente que sean conscientes del problema y que digan que están sensibilizados, sino que se haga algo más. Es fundamental que esté en la agenda política», ha enfatizado.

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También se ha reunido con la viceconsejera de Salud y Familias, Catalina García, con quien ha abordado la creación de unidades de trastornos alimentarios, que existen en otras comunidades.

Preguntada por el compromiso mostrado por la viceconsejera, Cervera ha concretado que ha hablado de crear «al menos dos», aunque considera esto como «claramente insuficiente», posición que ha defendido reincidiendo en los centros que existen en Castilla La-Mancha. «Son dos millones de habitantes y tienen dos, o sea que en nuestro caso tendríamos que tener ocho», ha reiterado.

En relación a las fechas, ha aclarado que la viceconsejera tiene intención de dar más detalles en septiembre; no obstante, «vamos a estar ahí pendientes de que eso sea una realidad».

La petición de Change.org de las 315.000 firmas entregadas todavía sigue abierta y va dirigida por un lado a la Junta de Andalucía y por otro al Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, a quien Patricia Cervera reclama que exista un ‘Centro de referencia nacional’ para «que se garantice mediante un protocolo, que ya existe para otras enfermedades, esta derivación de pacientes con garantías reales», de tal manera «que uno pueda ejercer el Derecho a la Salud independientemente de su lugar de residencia». «Esto creo que es fundamental y en esto voy a seguir también así hasta que lo consigamos», ha ahondado.

A raíz de esta petición, Patricia ha creado la Asociación Transtornos de la Conducta Alimentaria de Andalucía (TCA Andalucía), para llevar a cabo proyectos en favor de las personas que sufren esta patología.

Así, ha indicado que quieren que se creen enseñanzas universitarias y superiores para favorecer la especialización de los sanitarios, ya que la investigación es «uno de los problemas de los pilares básicos» y que cuando existan estas unidades «se retroalimenta unos a otros».

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UNIDADES ESPECIALIZADAS EN TRASTORNOS ALIMENTARIOS

La única alternativa de ingreso público en Andalucía es en unidades de psiquiatría, en las que conviven con personas que tienen otras patologías. «Es fundamental tener una unidad especializada y multidisciplinar para interpretar cómo come el paciente y enseñarle a gestionar sus crisis, poder controlar debidamente si hace ejercicio físico o cerrar los baños para evitar que puedan vomitar», según el jefe del servicio de psiquiatría del Hospital General Universitario de Ciudad Real y de la unidad de trastornos alimentarios, Luis Beato.

No existen datos exactos sobre cuántas personas sufren trastornos de la conducta alimentaria en España, pero se estima que la prevalencia en la población adolescente es del tres al cinco por ciento. La anorexia, tanto la restrictiva, que consiste en mantener un peso bajo por la escasa ingesta de alimentos, como en la purgativa que, además de mantener un peso bajo, recurre a los vómitos para expulsar el alimento ingerido, suele empezar en chicas de 14 años y tarda cinco años en evolucionar del todo.

Por otro lado, la bulimia, que se da en personas de peso sano y que consiste en comer ‘por atracones’ y vomitar o mantener ayuno y ejercicio en los días posteriores, suele aparecer a los 16 años.

 

DE GRANADA A CIUDAD REAL PARA VER A SU HIJA

Actualmente, Aleixandra permanece ingresada en el Hospital General Universitario de Ciudad Real y su madre va todos los fines de semana a verla, durmiendo en un hotel.

Además, Patricia tiene otro hijo de 18 años, Ismael, de quien no ha podido hacerse cargo en muchas ocasiones desde que su hija se puso enferma, aunque él también está implicado en la causa y le ha escrito una canción a su hermana explicando en qué consiste la anorexia y animándola a seguir luchando.

Patricia duda de que su hija vaya a poder superar la enfermedad. Aleixandra tiene osteoporosis desde hace años, no ha tenido nunca la menstruación y, como consecuencia, tiene síntomas de menopausia. Además, el estómago lo tiene dañado y rechaza la ingesta de alimentos y agua. Pero, según esta madre, lo más difícil de superar es que su hija ha vivido toda su adolescencia con esta enfermedad y «no conoce otra forma de vida», se ha convertido en una compañera y en una identidad.

A pesar de todo, asegura que lo que le da fuerzas para seguir adelante es recordar a su hija jugando cuando era pequeña y tener la certeza de que, con los tratamientos adecuados, «la enfermedad sí tiene cura».

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