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Sólo un 19% de los jóvenes españoles menores de 30 años vivían emancipados en 2018, según el Consejo de la Juventud

Un estudio del Observatorio de Emancipación, del Consejo de la Juventud de España, alerta de que 2018 se cierra como el año con menor proporción de jóvenes emancipados de la última década: sólo 19 de cada 100 personas entre los 16 y los 29 años estaba residiendo fuera del hogar de origen el año pasado.

Se trata de una tendencia que se registra por igual en toda España. Es decir, en todas las comunidades autónomas ha bajado el porcentaje de emancipación, aunque no todas están al mismo nivel. El consejo destaca que cinco de ellas –Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura y País Vasco– no llega al 17%, mientras que Galicia y Asturias que están alrededor del 20%.

De hecho, el texto explica que sí había un aumento de la emancipación entre los años 2001 y 2008 que, un año más tarde comenzaron a remitir hasta alcanzar, ahora, «cotas semejantes» a las que se contabilizaron «en la década de los noventa».

Estas cifras que, este jueves 18 de julio, ha hecho públicas el Observatorio de Emancipación son superiores en hasta «cuatro puntos porcentuales» que las que recoge la Encuesta Continua de Hogares (ECH) del Instituto Nacional de Estadística (INE). Según los expertos del Consejo de la Juventud, esto podría deberse a que la ECH «subestima» los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). De hecho, en el mismo no ven que exista «una relación automática entre la creación de empleo y la emancipación de los jóvenes».

Sólo un 19% de los jóvenes españoles menores de 30 años vivían emancipados en 2018, según el Consejo de la Juventud

POBREZA Y EXCLUSIÓN

A su juicio, en este tipo de estudios no se suele abordar la medida en la que el abandono del domicilio familiar llega a supone una merma de niveles de bienestar. Para el Observatorio es una cuestión a tener en cuenta ya que, según la tasa AROPE de la UE, el indicador que cuantifica el riesgo de pobreza económica, «la población entre 16 y 29 años es le colectivo en el que los índices de pobreza y exclusión son los más elevados».

«Hoy en día no sólo son menos las personas jóvenes que pueden llegar a establecerse en una vivienda distinta a la del hogar de origen, sino que, cuando lo consiguen, tienen más probabilidades de hallarse en situación de vulnerabilidad económica y social», apunta.

Esto se debe, según el estudio, a que, a pesar de que ha aumentado el empleo juvenil, la «temporalidad entre la población joven sigue siendo extremadamente elevada», en concreto, de un 55,5% en 2018. Además, destaca que un 14,8% tienen empleos a tiempo parcial.

Sobre el empleo juvenil, también señala que la creación de empleo no se ha producido de forma paritaria, sino que ha tenido más incidencia entre el colectivo masculino. Mientras en el cuarto trimestre de 2010 las cifras de jóvenes empleados eran muy similares entre mujeres (42%) y hombres (43%), ocho años más tarde se han distanciado hasta contabilizar una bajada entre las mujeres hasta el 38,8%.

LA MAYORÍA DE EMANCIPADOS, DE ALQUILER

Del mismo modo, apunta que, aunque ha aumentado la cantidad absoluta de personas jóvenes que tienen un empleo (115.000 en un año) en España, no lo ha hecho su composición interna en perfiles profesionales. Esto es que más de cuatro de cada diez jóvenes empleados pertenece a dos de las categorías ocupaciones con las retribuciones salariales más reducidas: «ocupaciones elementales» y «trabajadores de los servicios de restauración, personales, protección y vendedores».

Todos estos aspectos laborales ha logrado romper, además, la tendencia ascendente del alquiler entre las personas jóvenes. En 2018, se redujo en 1,4 puntos porcentuales, en relación a 2017, el número de jóvenes que eligió esta opción.

Aún así, sigue siendo el destino de la mayoría de emancipados (un 59,2%), seguido de la propiedad con hipoteca (17,4%), la vivienda cedida o a bajo precio (11,8%) o la propiedad pagada (11,6%).

El responsable de investigación de este estudio, Joffre López, ha explicado las dificultades que han tenido a la hora de valorar la situación de los jóvenes en alquiler en España, ya que no existen datos públicos sobre este tema. De hecho, el observatorio acude cada año a ‘idealista.com’ para obtener el ‘mapa’ de jóvenes alquilados en el país.

MÁS PRESENCIA EN EL GOBIERNO Y EL CONGRESO

Así, no ha cifras sobre aquellos que comparten el alquiler con más personas o lo hacen en solitario. Sin embargo, el Consejo deja claro en su estudio lo que supondría para un menor de 30 años irse de alquiler solo: cruzando el precio medio al alquiler en España (862 euros) y el salario medio de este colectivo (900 euros), una persona joven necesitaría el 90% de su sueldo para poder alquilar.

Bogas Bus

López ha destacado que este porcentaje se situaba en torno al 60 por ciento en el año 2013, el primero desde el que se recogieron datos en este sentido. Por el contrario, el coste del acceso a vivienda, destaca el experto, se ha mantenido estable en estos seis años.

Aún así, tampoco es fácil para el joven comprar una casa. Mientras el sueldo medio del colectivo es de 900 euros, el Consejo calcula que necesitaría unos ingresos mínimos de 1.881 euros al mes, es decir, 22.582 al año, si se tienen en cuenta las condiciones que en la actualidad piden los bancos para una hipoteca, como que no se pueda destinar más del 30% de los ingresos a pagarla.

Con este escenario, el presidente del Consejo de la Juventud, Manuel Ramos, ha reclamado al Gobierno más presencia de políticas para el colectivo en la agenda nacional. En concreto, ha pedido una secretaría de Estado en el nuevo Ejecutivo, que coordine todas las leyes que afectan a las personas jóvenes, así como una comisión en el Congreso que trate estos temas de emancipación y precariedad.

Esto último es lo que más preocupa a Ramos, ya que, según ha explicado, no se han visto mejorías en los últimos años y teme que esta pobreza joven se «perpetúe» al pasar a otros rangos de edad. Ramos ha denunciado que se permite esta situación porque la cultura en España ve normal que los jóvenes sean precarios y piensan que ya «podrán mejorar» en el futuro. «Pero va a peor», advierte.

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