El acusado de un delito de maltrato habitual, dos de lesiones, uno de aborto y otro de maltrato familiar ha declarado este martes ante la sección segunda de la Audiencia Provincial de Ciudad Real no acordarse de los episodios violentos por los que está siendo juzgado.
El joven ha afirmado que la relación con la presunta víctima era normal «con sus altos y sus bajos como cualquier pareja» y ha asegurado que no es agresivo y que nunca la ha agredido. «Vengo de una familia estructurada y nunca he visto malos tratos». Por el contrario ha admitido que vivieron juntos sucesivamente en las localidades de Pozuelo y de Torralba de Calatrava.
Además, ha negado que desde septiembre de 2011 -a los pocos meses de iniciarse la relación- viniera profiriendo diferentes insultos a la víctima, tal y como afirmaba el Ministerio Fiscal en su escrito de acusación.
Tampoco ha reconocido las amenazas y agresiones como rociarla de gasolina y decirle que iba a prender fuego; ponerle bolsas de plástico por la cabeza manteniéndolas hasta que casi llegaba a perder el conocimiento o se caía al suelo por la falta de oxígeno; ponerle un cuchillo en la garganta, propinarle puñetazos, patadas, bofetadas, mordiscos o empujones.
Ha declarado que nunca la obligado a mantener relaciones sexuales, ni decirle como tenía que vestir, ni que la aislara socialmente. «Soy liberal. Vestía rollo pin up y no me molestaba. Yo no soy su dueño».
Ha confesado no acordarse de propinarle un puñetazo en la cabeza que hizo que perdiera la conciencia en septiembre de 2011 por ir a comprar aceite, ni de pegarle en la bañera por negarse a mantener relaciones sexuales con él y que el motivo por el que rompieron fue por los celos de ella porque descubrió que tenía una relación con otra chica.
Sobre la acusación de obligar a la presunta víctima a abortar, el acusado ha afirmado acompañarla a la clínica como amigo, porque ya no estaban juntos. Entre las razones para esto ha manifestado que era porque ella se lo pidió porque no tenía coche y porque no quería que se enteraran sus padres. «No tiene sentido hoy en día que la obligara si pensaba que el niño no era mío», ha contestado a preguntas de la acusación particular.
EMPEZARON POCO A POCO
Por su parte, la presunta víctima ha declarado como los insultos y las agresiones empezaron poco a poco. «Había cosas que no percibía. Al principio solo me insultaba como de broma y no me pegaba fuerte». Pero que se convirtió en algo habitual, «incluso me decía como tenía que ir vestida y en muchas ocasiones me rajaba la ropa. Le molestaba que hablara con otras personas. A mí me tenía absorbida totalmente. Se metió en mi cerebro, hizo de mi una marioneta», ha añadido.
Ha narrado uno a uno los episodios violentos que vivió durante el año y medio que duró una relación en la «no había día que no me pegara». Y que tras el episodio del aborto tenía en su cabeza el escapar: «Después de haber matado mi bebe, fue el final y pensé que después me tocaba a mí. Yo no quería morir y ya estuve pensando cómo irme».
ABORTÓ «POR MIEDO Y POR TEMOR»
Sobre el aborto ha ratificado que el acusado la obligó con lo que le decía y con las palizas diarias, pero que ella quería tener a su hijo. «Me hacía ilusión», ha señalado.
Ha afirmado que continuamente le decía que era un «puto mono que no podía tener un niño» y que una persona como ella «no podía tener un bebé». Que él fue quien que lo arregló todo en la clínica para que se hiciera efectiva la interrupción del embarazo de 12 semanas, que la llevó amenazada y ha reconocido que abortó «por miedo y por temor». Ha asegurado que el acusado la destruyó y que a día de hoy aún guarda la ecografía del bebé.
PETICIONES DE PENA
Por los hechos relatados el ministerio Fiscal pide una pena de 18 años de prisión, 14 años de alejamiento de la víctima y una indemnización de 61,075 euros. Una pena que la acusación particular eleva hasta 26 años porque acusa de un delito de lesiones graves con secuelas psicológicas y reclama una pena más alta por aborto.
Finalmente, la defensa solicita la libre absolución porque considera que los hechos relatados por la presunta víctima no han sido probados y que desde que empezó la causa en 2012 estos han ido engordando.