Suele pasar que, cuando alguien se atreve a dar un paso y se convierte en un valiente, hay otros muchos temerosos que antes no se atrevieron y también lo dan. Ha ocurrido en Hollywood con el asunto del acoso sexual. Una actriz se atrevió a dar la cara y denunció el acoso de un famoso productor. A raíz de ahí, fueron muchísimas las que se atrevieron a denunciar a este repugnante ser. La cosa se ha animado y ahora salen a la luz acosos de algunos importantísimos fotógrafos a sus modelos, por ejemplo. Hay quien dice que se trata de una moda. No estoy de acuerdo. Se trata más bien de valentía, de dar un paso, de atreverse a contarlo, aunque sea porque otros lo han hecho. El miedo a quedarte sin trabajo y a que te anulen es lógico y aceptable, de ahí que muchas callaran y ahora, unidas, sean más fuertes y no teman nada y a nadie.
El acoso y el machismo es un asunto mundial, no sólo de Hoollywood. Aquí en España, a raíz de aquellas denuncias, algunas actrices españolas decidieron expresar que ellas también lo han sufrido, pero con una diferencia: no se atrevieron a dar nombres. Una pena, porque eso implica que esos mandamases del cine seguirán acosando a las nuevas generaciones que intenten conseguir un papel. De nada sirve contar cómo un productor te intimidó en la habitación de un hotel o en su despacho si luego no se denuncia a la persona en concreto, porque ese ser despreciable seguirá intimidando, acosando y amenazando a las que vengan detrás.
Me resulta repugnante que, dada la gravedad del asunto, se frivolice y se saque de madre este asunto del acoso sexual y la violencia machista. Lo digo porque ahora la Junta de Andalucía ha sacado una campaña en la que compara a los hombres de cerdos, buitres o pulpos, tildando de violencia machista a los piropos y de acosadores a los que los dicen. Sinceramente, me indigna. Un piropo es lo que es: que alguien te califique con un adjetivo bonito y te lo diga de manera agradable. Que esto se confunda con que un ser despreciable se acerque a ti y, con su asqueroso aliento cerca te diga alguna ordinariez, no podemos definirlo como piropo. Llamemos a las cosas por su nombre. Tampoco es violencia machista que alguien, a tu paso, ensalce tu belleza. Resulta que quieren normalizar el papel de las mujeres como objeto sexual. Me gustaría que empezaran por prohibir que se use a la mujer como objeto en eventos, presentaciones, entregas de premios, etc, en las que sólo sirven para lucir cuerpo y exhibirse. No se va a erradicar el machismo y el acoso por prohibir decir piropos. Sería más eficaz que invirtieran en luchar contra la violencia machista o contra las desigualdades sociales y laborales. Sí, hay hombres que cuando se cruzan con una mujer, lanzan ordinarieces. Desde luego que eso es inaceptable y habría que extinguirlo. Pero, ni confundamos eso con los piropos, ni tampoco los comparemos con animales, que son, desde luego, mucho más dignos que esos personajes.