Apenas dos días después de celebrar el Día Internacional de la Familia llegamos a este 17 de mayo, Día contra la Homofobia, Bifobia y Transfobia, preguntándonos muchos por las familias que “no encajan” y si los sectores más conservadores de la provincia de Ciudad Real se sumarán a nosotros y nosotras para dar las gracias también a las otras familias, las monoparentales y las homoparentales.
Podríamos pensar cuáles son las razones para dar las gracias a todas las familias, ciertamente son muchas. No solo han soportado lo más duro de los recortes de los gobiernos sin alma de Rajoy en España y de Cospedal en Castilla-La Mancha, sino que han sabido superar el molde de familia tradicional que algunos anhelan, y han sabido hacerlo porque en nuestra provincia y en nuestra región no nos hemos cansado de avanzar juntos; porque creemos que la diversidad es mejor que la uniformidad y porque, en definitiva, sabemos que vivimos mejor en una tierra donde se acoge a todas a las personas y se reconocen de igual a igual.
En el día en que se conmemora que fue solo hace 27 años cuando se eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, también podemos agradecer a las familias algo, y es que muchas han sido el refugio de las personas LGTBI cuando la mayoría social decía cómo debe ser una familia y cuál es la orientación sexual sana, o cuando parecer “amanerado” era sinónimo de débil -porque siendo hombre tenía los gustos del “sexo débil”- o cuando ser una mujer lesbiana conllevaba ser “la solterona que vive con su amiga” en el pueblo. Ha habido tantas historias y experiencias de sufrimiento que se conocen en nuestros pueblos que, tanto por aquellos y aquellas que las sufrieron como por nuestras hijas e hijos, el rechazo a quien es diferente y el odio a quienes aman distinto tiene que acabar.
El odio o el rechazo hacia lesbianas, gais, personas bisexuales, trans o intersexuales, de la forma en que se manifieste, en comentarios, gestos o actitudes, supone hacer daño a personas que están en nuestro entorno.
En la familia es donde se puede aprender y practicar la lgtbifobia como cualquier forma de rechazo o aversión al diferente. Sin embargo, también es donde tenemos la oportunidad de construir una sociedad libre de lgtbifobia. Pensemos en preguntarnos qué sociedad queríamos para nuestros hijos e hijas, con total seguridad una en la que puedan crecer felices.
En 2005 materializamos un derecho con el que muchas parejas han podido declararse en matrimonio en iguales condiciones que cualquier pareja heterosexual. Aún 76 países consideran ilegal la sexualidad entre personas del mismo sexo, cometiéndose diariamente atrocidades, una realidad poco visible pero sobradamente inhumana. De nuevo aquí, en el Congreso de los Diputados se están tramitando la “Ley LGTBI” y la iniciativa legislativa para la igualdad de trato y no discriminación, ambas para profundizar que la igualdad legal sea real.
Somos una provincia comprometida con la lucha contra las injusticias, lo volvimos a demostrar el pasado 8 de marzo contra la brecha salarial y las desigualdades. Lo demostramos día a día en nuestras familias, porque no hay nada más natural que amar, y por eso, especialmente hoy, el reto es compartido para hacer que ninguna persona sufra lgtbifobia en nuestros pueblos. Que nadie se quede atrás.