El acusado de violar un joven en Tomelloso (Ciudad Real) después de pedirle presuntamente que se subiera a su coche para que lo guiara hasta un pub de la localidad, al que nunca llegó porque lo llevó a un descampado para presuntamente agredirlo sexualmente, ha afirmado durante la celebración del juicio en la Audiencia provincial de Ciudad Real, que las relaciones fueron consentidas y que se corresponden a un práctica sexual llamada ‘cruising’ consistente en buscar pareja sexual caminando o conduciendo por un lugar público, por lo general de manera anónima, ocasional y para una sola vez.
El acusado ha reconocido que conducía su coche la noche del 29 de agosto de 2016 y que se cruzó con la presunta víctima, «nos quedamos mirándonos, paré y le propuse una copa». Que el joven subió al coche por su propia voluntad y que no llegaron al pub, sino que se fueron a un lugar próximo donde se bajaron del vehículo y se «liaron», a lo que ha añadido que «nunca hicimos algo que no quisiera que hiciéramos» y que ni lo amenazó, ni agredió y que no le quitó en móvil.
Respecto a la grabación de la relación sexual, el acusado ha manifestado que es una cosa que le gusta para después verse y que el joven no manifestó en ningún momento que no quisiera ser grabado.También ha hecho referencia al capítulo en el que fueron los dos a llevar a la hermana del acusado a trabajar en las proximidades del Centro de Salud de Tomelloso, y donde los pudieron ver llegar unas 15 personas.
Sobre el hecho de romper su móvil contra el suelo en el momento de la detención, el acusado ha explicado que fue por «miedo» y «vergüenza» a que lo vieran con un hombre.
El joven, por su parte, ha corroborado los hechos manifestados por la Físcalía en el escrito de acusación, ha narrado como el acusado lo paró para pedirle indicaciones sobre un pub, que se lo indicó, pero el presunto agresor le pidió que lo acompañara hasta el local y el chico accedió.
PREMIO POR LAS INDICACIONES
Cuando llegaron a la altura del local, el acusado se lo pasó de largo hasta llegar a un paraje conocido como camino Hoya de la Ruda y donde pidió a la víctima que se bajara los pantalones para practicarle una felación «como premio por haberle indicado» y al negarse, le amenazó con que tenía un arma y que le «pegaría un tiro».
El joven ha reiterado en numerosas ocasiones durante su declaración, que le manifestó al acusado su disconformidad y que si colaboró fue por miedo a las amenazas, que incluían a su madre. Mismo motivo para no intentar huir cuando fueron a llevar a la hermana del acusado al trabajo y como tampoco lo hizo cuando volvieron al mismo paraje y le volvió a agredir sexualmente.
También ha explicado que finalmente, el acusado le devolvió el móvil que le había quitado y lo llevó a su casa amenazándolo con agredirle a él o a su madre si se lo contaba a alguien.
La madre del joven ha contado cómo su hijo llegó a casa «muy nervioso» y que no cree que lo que les contó fuera una invención para justificar la hora que había llegado a casa. «Conozco a mi hijo, y es incapaz de mentir», ha afirmado ante la sala, además de afirmar que su hijo no tiene ningún tipo de secuela de lo ocurrido «sigue con su vida normal», y no ha necesitado ningún tratamiento.
La hermana del acusado ha explicado como su hermano acudió a su llamada para que la llevara a trabajar, que cuando llegó a recogerla iba con un joven sentado en el asiento del copiloto, que no observó nada raro y que hablaban entre ellos, pero que no sabe lo que hablaban porque ella estaba pendiente su teléfono móvil. Ha corroborado que cuando llegaron había unas quince personas en el lugar y que las ventanillas del coche estaban bajadas.
COHERENCIA EN LA DECLARACIÓN DE LA VÍCTIMA
Los peritos han corroborado como coherente la narración de la presunta víctima con las pruebas periciales. Dentro de este apartado también se ha valorado el informe psicológico del acusado concluyendo que sufre un cuadro de estrés postraumático a causa de la sorpresa que le causó la detención y la denuncia. Además de las consecuencia sociales acarreadas de sacar a la luz su condición sexual ya que el acusado pertenece a la etnia gitana.
La Fiscalía han mantenido su calificación de los hechos y la petición de condena, ya que, en su opinión, en la sesión «han quedado probados» que los hecho enjuiciados son constitutivos de un delito de agresión sexual con acceso carnal, por lo que sigue solicitando 8 años de cárcel, 6 más de libertad vigilada y 10 en los que no se podrá acercar ni comunicar con la víctima y su madre.
Ha calificado como «verosímil» y «coherente» la narración de los hechos por parte de la presunta víctima. Por su parte, la defensa ha mantenido la libre absolución de su defendido, aunque ha aportado la calificación alternativa de abuso sexual «en el caso que el Tribunal observe algún indicio de delito», con una pena de un año, pero «plenamente convencido» de la inocencia del acusado.
El acusado, que ha rechazado utilizar su derecho a la última palabra, estuvo en prisión preventiva del 30 de agosto al 20 de diciembre de 2016 y tiene prohibido visitar o residir en Tomelloso.