El Diario Lanza documentó la “venía” de 1947 y la actuación de la población en aquel evento para reducir sus efectos. Aquella inundación ocurrió durante el mes de marzo, tras unos meses de intensas precipitaciones que provocaron la crecida de las aguas, según informa el Diario Lanza en su edición del 28 de febrero de 1947. El periódico ciudadrealeño tituló “Las aguas del Guadiana han inundado cientos de hectáreas en Tomelloso”. Ante esta situación, los vecinos de Argamasilla de Alba se vieron obligados a cortar la corriente del río mediante la denominada “Viga”, que desviaba el curso de las aguas hacia Tomelloso. La crecida se agravó con la llegada del mes de marzo, tras la rotura y desbordamiento de la Laguna del Rey, en Ruidera el 6 de marzo de 1947. Durante aquellos días la prensa recoge la amenaza de inundación sobre Tomelloso, de sus bodegas y de las vías de ferrocarril que incomunicaría el municipio “En Ruidera se desborda la Laguna del Rey y las aguas amenazan a Tomelloso” “Situación bastante angustiosa” (Lanza, 6-03-1947).
En aquel contexto, la población se movilizó para intentar dar solución a la situación. Tuvieron lugar reuniones entre los servicios hidráulicos del Guadiana y las instituciones locales para dar una salida al agua por la llanura, encontrándose dos obstáculos: las vías del ferrocarril y la carretera Argamasilla de Alba-Socuéllamos, que embalsaban la inundación y la dirigían hacia el municipio. Por ello, la única opción posible era cortar tanto la carretera como las vías para dar escape a la masa de agua. La población levantó murallas de contención en la zona sur de Tomelloso a lo largo de 3 km y norte de Argamasilla, además de habilitar el canal abandonado del Príncipe Alfonso como obra de evacuación: “Se ha conjurado de momento el peligro de inundación en Tomelloso y Argamasilla de Alba” titulaba el Lanza el 7-03-1947.
El 8 de marzo de 1947 la situación se estabilizó, consiguiéndose taponar la brecha de la Laguna del Rey y abriendo paso a las aguas por la carretera de Socuéllamos que fue volada con dinamita, y por la parte más baja de Tomelloso. No obstante, la superficie inundada continuaba incrementándose y el municipio quedó aislado también con Ossa de Montiel por el crecimiento de un arroyo que cortó las comunicaciones. Ante esta situación, el vecindario continuó colaborando en la defensa de la ciudad, movilizando carros para acarrear materiales de construcción y reforzar la muralla de defensa levantada el día anterior. El diario Lanza recogió estas noticias en los siguientes titulares: “El vecindario de Tomelloso sigue realizando intensos trabajos para evitar la entrada del agua en sus bodegas” (Fotografía 7) y El Gobernador Civil en las Lagunas de Ruidera”, publicados en 8 y 12 de marzo de 1947 respectivamente.
La edición del 12 de marzo muestra las obras que tuvieron que realizar numerosos obreros durante cuatro días en el lugar de la rotura de la Laguna del Rey, dentro de un contexto de lagunas muy crecidas que en palabras textuales “formaban una enorme lengua de agua que llena el valle”. Era por tanto el momento de valorar la repercusión y el alcance de la inundación, llegando a la conclusión de que era necesario solucionar definitivamente el problema de las inundaciones mediante la realización de trabajos de desviación y de encauzamiento de las aguas. Además, el periódico defendía la necesidad de que los dos pueblos se unieran contra este elemento, construyendo encauzamientos por la carretera de Socuéllamos y por el ferrocarril, levantando puentes y demandando la construcción de la presa en Peñarroya. (Lanza, 12-3-1947).
La cuestión de la rotura de las barreras tobáceas de Ruidera fue también recogida por la prensa años más tarde, proporcionándonos algunas respuestas del porqué sobre la fractura de la Laguna del Rey en 1947 en el artículo de Díaz-Pintado de 1981 “Las Lagunas rotas” . Según este autor, su rotura tenía un origen antrópico, como forma de asegurar los caudales y la circulación de agua entre las Lagunas en periodos de aguas bajas, sin que después se arreglaran los desperfectos, perdiéndose grandes cantidades de agua diariamente (Fotografía 8). Si atendemos a las explicaciones aportadas de Pintado podemos relacionar la rotura intencionada de barreras tobáceas con el desastre de 1947, pues es posible que esas roturas intencionadas no se hubiesen cerrado adecuadamente en la estructura tobácea de la Laguna del Rey y quedara muy debilitada con el paso del tiempo, rompiéndose con el incremento del caudal y de la presión durante la crecida.
Ismael Morales Muñoz
Graduado en Geografía y Ordenación del Territorio por la UCLM