Esas medias esferas que veíamos en lontananza cuando regresábamos de un viaje, por carreteras poco concurridas, hacía nuestro pueblo, Tomelloso, por otra parte pionero en el levantamiento de estos casetones de piedra con forma de iglú que, tan famosa se hizo esta estructura arquitectónica-agrícola, que hasta corona un museo de nuestra localidad, el Museo del Carro.
En tierra de vid y agricultura, nuestros mayores lo recordarán con más nitidez. Se levantaron a base de piedra seca una especie de casetas como forma ovalada que al poco tiempo acabaría llamándose Bombo. Este tenía muchas utilidades, bien podría servir para hacer noche los mozos de la cuadrilla para no perder el hilo a la mañana siguiente, para albergar el ganado (en el caso de algún ganadero) o animales que se utilizaban en las viñas, aunque el caso más común era para guardar los aperos con los que se trabajaría al día siguiente.
Sin estar muy emperifollado, podríamos decir que un bombo en las zonas rurales es lo que en el centro de Madrid se llama ‘loft’ pero en el caso del bombo con algo más de humedad en verano. Poco mobiliario y metros muy bien aprovechados para seguir con la faena al salir el sol. Ni más ni menos. Construcción a mano con piedras secas y lajas de piedra caliza, esfuerzo titánico de los labradores de nuestra tierra para optimizar tiempo y recursos. Si es que somos muy ‘apercibíos’.
Cada vez es más habitual ver grandes casetas y casetillas que bombos para guardar las máquinas y utensilios para la labranza. Toca un nuevo día de faena y ahí está, a unos metros de la caseta principal y como si estuvieran viviendo esquimales en plena llanura manchega. Pocos quedan de manera residual, a modo de legado histórico y patrimonio del esfuerzo de nuestros antepasados. Pero quién sabe, el sector primario en Tomelloso es poderoso, no cabe duda.
Al igual que todo, la ropa o la tecnología, en muchas ocasiones lo que hace muchos años era tendencia y hasta la actualidad ha pasado de moda, actualmente se vuelve a poner en uso, ¿y si pasara lo mismo con los bombos? Pensadlo. Aunque en eso la última palabra la tiene el agricultor, que para eso son sus viñas.