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sábado, 16 noviembre
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De borrascas, ventanas de oportunidad y plasticidad cerebral

Cuando empiezas a interesarte por la estimulación temprana de bebés o de “niños graaandes” como diría mi Señor Colibrí, lo primero que capta tu oportunidad son dos conceptos fundamentales, el de que la infancia temprana es una ventana de oportunidad para potenciar la inteligencia de tus hijos y que es la época con mayor plasticidad neuronal o cerebral de la vida.

¡Guau! La verdad es que impacta y genera una cierta sensación de ansiedad a los padres. ¡Qué responsabilidad! Es tan grande que es prácticamente imposible no sentirse fatal al no conseguir cumplir nuestras expectativas. A mí me pasó, a mí me pasa.

Bogas Bus

Además si  te interesa la epidemiología y la salud pública, como es mi caso, pues además aprendes que es uno de los determinantes sociales de la salud. Es decir, el cómo sea tu infancia va a influir en la carga de enfermedad que soportarás a lo largo de tu vida. Interiorizar esto es terrible. Una empieza a entender lo realmente dramático del maltrato o del abuso infantil, que no es el momento en el que ocurre, sino que tiene consecuencias a lo largo de toda la vida de la persona y no sólo psicológicas.

Todas estas cosas son ciertas, yo creo que sin duda, pero a veces en nuestro afán perfeccionista olvidamos poner las cosas en perspectiva. El otro día el Señor Colibrí me hizo pensar. Hacía frío y la Mona Capuchina se iba quejando del frío. Así que el Señor Colibrí muy serio le dijo:

“Lo que pasa, Mona Capuchina, es que hay una “borasca” y por eso hace frío, pero pronto viene la “A” y se acaba”

¿La “A”? – Pensé yo para mí – ¿Qué “A”? – Hasta que se me encendió la lucecita y me di cuenta que estaba hablando de la A de anticiclón que ponen en los mapas los meteorólogos. – Imposible – volví a pensar para mí – cómo va a saber lo que es un anticiclón con cuatro años. – Así que afanosa de poner en evidencia a un niño de cuatro años (esto nos pasa más de lo que queremos reconocer, ¿o no?) le dije:

– A ver, Señor Colibrí, y esa A, ¿qué hace? – Así como sin tener mayor importancia me miró sonriendo y dijo:

– Pues mamá, la A se lleva la tormenta – ¡Yeah! Pues sí, sabe lo que es. No sé si lo habrá aprendido en la escuela porque tiene una profesora que es fantástica o si lo habrá aprendido viendo el telediario en algún sitio, el caso es que comprende qué es eso.

Pero volviendo al tema de la ventana de oportunidad y la plasticidad cerebral. ¿Que el Señor Colibrí entienda ahora mismo qué es una borrasca o un anticiclón indica que va a ser meteorólogo o que cuando tenga la edad de la Mona Capuchina va a seguir sabiéndolo porque le hemos estimulado correctamente ahora? No, indudablemente no. Quizá hoy ya no lo recuerde. Pero eso no es lo importante, lo importante es el uso que ha hecho de su cerebro para llegar a ese razonamiento, eso es lo que participa del desarrollo cerebral, no el hecho memorístico de saber cómo se llama una tormenta.

No debemos esperar un Mozart o un Einstein a los cinco años porque nuestro niño “no es como los demás”, lo que debemos es estimularle y, sobre todo, quererles con toda el alma porque al final eso es lo que define una infancia feliz.

Por eso hay que aprender también a poner un límite a las actividades extraescolares, a las clases, a los deberes del cole, porque el tiempo contigo es mejor que hablar inglés con cinco años, aunque te convierta en bilingüe en el futuro. Como dicen en mi tierra estimular sí, pero “con sentidiño”.

En definitiva y en mi opinión:

  • La estimulación temprana es importantísima para el desarrollo del cerebro infantil y permite ayudar a potenciar sus capacidades.
  • No, no son genios porque sepan lo que es una borrasca y un anticiclón, ni falta que hace. Son, eso sí, adorables.
  • La infancia temprana es una ventana de oportunidad única que impacta en la vida y salud de las personas, cuidémosla.
  • El amor mueve montañas y sobre todo crea vínculos con tus hijos.
  • La plasticidad sináptica es mayor durante la infancia, pero es un camino de doble vía, lo mismo para aprender que para desaprender.
  • Desaprender es absolutamente necesario.
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