Profesionales de Medicina de Familia, Enfermería y Trabajo Social de distintos centros de salud del Área Integrada de Ciudad Real, dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM), han participado en un taller de simulación con metodología ‘role-playing’, organizado en el marco de la Estrategia regional de Prevención del Suicidio.
El objetivo es desarrollar herramientas para la detección precoz desde la Atención Primaria de los pacientes con ideación, planificación o comportamiento suicida, lo que se conoce como comportamiento autolítico. Esta técnica de entrenamiento permite incidir en la importancia del trabajo multidisciplinar, con participación de diversos agentes además del médico de familia.
Una parte de las personas en riesgo de cometer suicidio son adultos mayores que acuden a sus centros de salud por otras causas y en ocasiones no comunican de forma directa su intencionalidad, según ha explicado Teresa Rodríguez Cano, psiquiatra y coordinadora regional de Salud Mental. De ahí la importancia de que los profesionales de Atención Primaria adquieran herramientas para la detección, valoración de la idea suicida e intervención ante posibles situaciones críticas.
“El suicidio debe entenderse como un problema de salud pública de primera magnitud en el que trabajar desde la prevención y no como un suceso aislado”, ha señalado Rodríguez, quien destaca que Castilla-La Mancha cuenta con una de las estrategias preventivas más avanzadas del país, ya que articula líneas de trabajo en base a los distintos ciclos vitales y define acciones teniendo en cuenta el grado de vulnerabilidad de la persona.
Castilla-La Mancha sigue así la prioridad marcada desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la prevención del suicidio con el objetivo de reducir las tasas nacionales de suicidios en un 10 por ciento en el año 2020. El programa SUPRE (Suicide Prevenction) de la OMS establece como estrategias para la prevención universal del suicidio, promover información responsable y mejorar el acceso a los servicios de Salud Mental. De la misma forma, se aconseja formar a los profesionales y/o primeros intervinientes en la evaluación, intervención y prevención de conductas suicidas.
El Plan de Salud Mental de Castilla-La Mancha 2018-2025 implica el desarrollo de una Estrategia de Prevención del Suicidio que se articula en cuatro ejes y 44 actuaciones concretas, de las que uno de los objetivos generales es mejorar el conocimiento sobre el suicidio en la región y coordinar el plan de formación sobre prevención e intervención ante tentativas para profesionales de la salud, educación, bienestar social y otras instituciones, ha explicado Teresa Rodríguez Cano.
En este sentido, se ha creado un grupo de formador de formadores desde el cual parte la propuesta de ofrecer formación reglada a los profesionales de Atención Primaria como paso fundamental en la detección y evaluación de aquellas personas que pudieran presentar riesgo.
Además, se está trabajando en la edición de un manual de formador de formadores que coordina Beatriz Vallejo, psicóloga clínica, junto a otros profesionales del Equipo de Coordinación Regional de Salud Mental del SESCAM.
Metodología ‘role-playing’
La recreación de escenarios y situaciones reales de una consulta en la que el profesional se enfrenta a un paciente que pudiera presentar un comportamiento autolítico, es la metodología de trabajo que se ha utilizado.
Mediante estos talleres simulados “conseguimos empatizar y conectar con cada una de las partes implicadas, a la vez que ponemos en común la estrategia a seguir y el mejor abordaje del problema”, ha explicado Javier Redondo, responsable de la Unidad de Investigación, Docencia y Formación de Ciudad Real desde donde se coordina el aula de simulación clínica del Hospital General Universitario de Ciudad Real, de referencia para toda la región.
En total se han simulado cinco casos clínicos que respondían a situaciones enmarcadas en cada una de las líneas de actuación de la Estrategia Regional de Prevención del Suicidio: la mejora del conocimiento sobre el suicidio que implica una coordinación multidisciplinar, la intervención ante conductas autolíticas en personas adultas, la prevención y abordaje de tentativas en población infanto-juvenil y el abordaje y evaluación de riesgos en personas mayores o especialmente vulnerables.