Dormir al borde de una laguna y si esta es un refugio de aves se traduce en un despertar a base de graznidos y cucús, así como aletear y revolotear de aves a tu alrededor. Es el despertador más ecológico que conozco. Una de las siete maravillas naturales de España, las Lagunas de Ruidera, están tan cerca que disfrutar de dos noches entre este paraje natural es casi como alcanzar el Nirvana.
El nombre proviene del nombre que hace el agua al caer de los numerosos saltos de agua, que se recoge en el embalse de Peñarroya, con su castillo de nombre homónimo construido tras la celebración de la Batalla de Navas de Tolosa en 1212, con una virgen, Nuestra Señora de Peñarroya, custodiada por La Solana y Argamasilla de Alba. En esta última localidad se encuentra un centro de interpretación, donde se explica la importancia que tiene el agua proveniente del Acuífero 23, en una zona de España tan seca como es Ciudad Real.
El pueblo de Ruidera, única localidad situada en las inmediaciones del parque, ofrece alojamientos que separaran su habitación de la Laguna del Rey y de otras zonas habilitadas para el baño, por tan solo 500 metros.
Y es que hasta Cervantes quedo prendado de los encantos de este paraje. Las Lagunas de Ruidera forman parte de los territorios naturales más ilustres de la literatura española. Cervantes sitúa a Don Quijote en la segunda parte de su libro en los capítulos del 22 al 24, donde se cuentan las hazañas de este ilustre personaje en la cueva junto a Montesinos (personaje cuya cueva adoptaría su nombre), Durante y su escudero, Guiadiana, las siete hijas de Ruidera y el mago Merlín.
