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sábado, 23 noviembre
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Casi 38.000 castellano-manchegos tuvieron que ser atendidos por Cáritas en 2017

Es una cifra menor a la del año pasado; sin embargo, se han destinado más recursos económicos

Cáritas de Castilla-La Mancha atendió a casi 37.900 personas a lo largo de 2017, una cifra algo inferior a la de 2016 aunque, por contra, los recursos económicos invertidos han sido algo superiores, algo que desde la organización y en concreto su presidente regional, Fernando Muñoz, vincula al hecho de que algunos de los colectivos vulnerables se han quedado «anclados en la pobreza».

Muñoz ha dado estos datos durante la presentación en Guadalajara de la Memoria de Cáritas regional, cuyo lema es ‘Tu compromiso mejora la vida’, en un acto en el que ha estado acompañado del obispo de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez, y del coordinador de Cáritas en Castilla-La Mancha, Amador Casquero, y en el que ha incidido en cómo, sin embargo, «la recuperación económica no ha llegado a los más pobres aún».

El presidente regional de Cáritas ha lamentado en la rueda de prensa ofrecida a los periodistas que los datos sobre el comportamiento de la crisis desvelen que «los que eran ricos se han enriquecido más y los que eran pobres, lo son más», algo que en su opinión se constata no sólo en Cáritas a nivel regional sino a nivel nacional.

En cuanto a los recursos económicos destinados desde esta organización de la Iglesia para poder llevar a cabo cada uno de los programas de atención a los colectivos más vulnerables, han superado los 17.388.000 euros; de ellos, el 59,5 por ciento son propios y privados frente a un 40,5 por ciento públicos.

Entre las necesidades que demandan las personas atendidas por Cáritas en la región, el presidente ha explicado que son muy diversas y van desde ayudas económicas, alimentos, ropa, enseres del hogar o calzado hasta medicamentos, material escolar o alojamiento.

En referencia al perfil que se acerca a Cáritas a pedir ayuda, el presidente regional ha destacado que, en general, son personas «muy olvidadas y empobrecidas, familias con poco o ningún recurso o que viven en hogares donde no entra ningún salario» y ya no tanto personas de nivel medio que habían perdido el trabajo en un momento puntual.

También trabajadores pobres, jóvenes y familias empobrecidas y excluidas, drogodependientes, enfermos crónicos, personas sin hogar, temporeros, inmigrantes, mayores y mujeres y, entre ellos, muchos con «vidas rotas», ha precisado Muñoz.

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