Nuestra árida campiña nos muestra las labores
que brazo vigoroso con la esteva surcó,
cantando en la besana relicario de amores
los mozos arrogantes que riegan con el sudor.
(Himno de Tomelloso)
Tomelloso es un pueblo, distinto, diferente, apasionante, como cualquier otro, tiene rasgos propios como su localismo, su fuerza, su amor a la faena, su novedad como municipio. Los Tomellosanos –como así los llama el himno local- también lo son, son fruto de la viña, la tierra y el agua, son hombres y mujeres curtidos con el son de la Mancha, el clima extremo, y la sequedad del verbo. Es forma de ser, la que ha forjado una de las generaciones culturales más fuertes en el ámbito de la cultura manchega, escritores, pintores y artistas se acumulan en un área —Tomelloso y Argamasilla— donde el arte y el humanismo, en lo íntimo están presentes.
Tuve el placer de conocer a Paco Rosado, después que a sus textos, después que a su revista Cuadernos Manchegos. Su creación de los años ochenta, Cuadernos Manchegos era, en mi mocedad la revista de referencia en la biblioteca Víctor de la Serna; Cuadernos traía las noticias de una comarca y una región que empezaba, que quería saltar de la pobreza y el olvido, junto con algunas otras que en esa época de la post-transición surgieron con fervor en la comarca moral —que no jurídica— de Tomelloso.
Años después, cuando ya andaba por los pupitres de la Facultad de Políticas, tuve el placer de conocer a Paco Rosado en una campaña electoral. Las conversaciones fueron amplias y longevas, y había algo que siempre admiraba de él, su capacidad de ordenar ideas, y de recordar hechos y discursos de la política local de estos pueblos que forman La Mancha. Era una biblioteca viva del comportamiento político de nuestra tierra, así como conocía la trayectoria de los alcaldes y alcaldables de la tierra, por no decir de la clase política toledana, y demás sabía contarlo, escribirlo y publicarlo.
Compartí con él, algunos artículos que decidió publicar en su revista, no fueron muchos, siempre tenía el miedo de no contar o escribir algo interesante, en una revista que tanto respetaba; también compartí con el diversas visitas en su oficina de la calle “del Charco”; aprendí de él que la política es intensa haya donde vivas, por más que uno piense que no hay política en lo local o lo inmediato, el té narraba que si había, existía y había que tener criterio.
Paco Rosado, pasará a mi memoria, como uno de eso tomellosanos que decidieron escribir, contar lo que pensaban, promulgar la cultura, pero que además lo hicieron o lo intentaron en su tierra, en su pueblo, en su Tomelloso. Paco Rosado, quedará en mi memoria, como alguien que amaba la política, y que intentaba contarla a la generalidad, en palabras llenas de prosa, cordura, y criterio, tratando de poner encima de la mesa su punto de vista, en aquellos temas y reclamaciones de su pueblo, sus vecinos y su tierra.
Con todo mi respeto y admiración:
José Alberto Crespo