El diario Imparcial del 4 de abril de 1910 recogía la anécdota de una discusión entre nacionalistas vascos en la calle Somera en Bilbao. Debatían sobre si debían beber su tradicional txacoli o un vino de Rioja. Tras la votación a mano alzada ganó por mayoría el Rioja y la conclusión fue aplastante: “la patria es la patria y el vino es el vino”, recogía el periódico. Hace más de un siglo parecía que el txacoli tenía los días contados pero hoy en día es un vino que cobra impulso y que estará representado en FENAVIN 2017 del 9 al 11 de mayo en Ciudad Real por más de una decena de bodegas.
En 2016 las tres Denominaciones de Origen de esta variedad produjeron 6.750.000 litros de txacoli, repartidos por orden volumen decreciente de producción por las demarcaciones de Getaria, Vizcaya y Álava. Aproximadamente el 80% del vino comercializado por estas Denominaciones de Origen se consume directamente en las zonas productoras, el 20% restante se dedica a la exportación y un porcentaje simbólico a la venta en las grandes ciudades y la restauración. Mucho ha cambiado la percepción del txacoli desde aquella disputa de 1910. Y eso que no lo tiene fácil, por la dura competencia de un vecino potente como el vino de Rioja y el consumo de sidra, muy arraigado en la zona.
Desde el Consejo Regulador del Bizkaiko txakolina afirman que, como ocurre en muchas otras regiones, el txacoli que se produce hoy no tiene nada que ver con el de hace medio siglo, ya que las técnicas y los procesos han mejorado la calidad del vino. “Se hace un vino de calidad sin perder las características propias que le confieren las variedades hondarrabi zuri (blanca) y beltza (tinta), que solo se cultivan en ese territorio”, argumentan.
Elisabeth Salegi de la bodega Agerre de Getaria es más contundente: “Hace 20 años el txacoli era un vino muy basto, casi imbebible, pero entre la mejoras productivas y la creación de la Denominación de Origen ha mejorado muchísimo”. Para Salegi, el txacoli es un vino único por su acidez, por el carbónico natural y su frescura, pero tiene muy difícil abrirse hueco en el mercado nacional por la saturación de oferta. “Por eso nosotros miramos al extranjero, y en FENAVIN vamos en busca sobre todo de importadores”, indica. Esta bodega ya estuvo en FENAVIN en la edición de 2015 de la que se fue con muy buena impresión: “Quedamos encantados, es una feria bien organizada y que atrae a la importación”, asegura Salegi.
José María Gotxe, propietario de la joven bodega alavesa Txacoli explica que también acudirá a FENAVIN en busca de importadores: “Nos es más fácil abrir hueco en el extranjero, especialmente en algunas zonas del Mediterráneo o del mundo anglosajón porque hay otra cultura del vino y el blanco está mejor aceptado. En Euskadi tenemos la competencia del Rioja y los vinos blancos Rueda y Verdejo son muy potentes”, asegura.
Su bodega, creada en 2012 en Amurrio, apuesta por un txacoli distinto porque según su opinión se pueden hacer cosas interesantes para mejorar aun más la imagen del txacoli. Entre sus productos destacan un txacoli dulce, otro envejecido en lía e incluso en hormigón. Su última cosecha ha obtenido 90 y 92 puntos en las notas de cata.
Gotxe acudirá en 2017 a FENAVIN por segunda vez: “Es un lugar para darse a conocer, porque la feria tiene cada vez tiene más aceptación, está muy bien situada y es clave para hacer contactos, sobre todo internacionales”, explica.
En total unas 10 bodegas productoras en exclusiva de txacoli estarán presentes del 9 al 11 de mayo en Ciudad Real en el marco de FENAVIN, dispuestas a reivindicar el espacio para un vino tan peculiar y al que le queda tanto por demostrar.