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jueves, 21 noviembre
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Antonio López: “La Mancha no me ha prestado mucha atención”

Siempre trabajo en varios cuadros a la vez. No lo hago en una cosa sola, por lo general. Voy de una cosa a otra, según mi estado de ánimo o si tengo ganas

Tras varios intentos hemos conseguido una entrevista con Antonio López García, que como todo el mundo sabe nació el 6 de enero de 1936 en Tomelloso (su pueblo y el mío, que dijese el poeta). Gracias a su hija María nos va a recibir este domingo, a las cinco de la tarde, en su estudio. «El domingo es un día tan bueno como otro para trabajar. O incluso mejor, te molestan menos».

Antes de acudir a la cita visito la exposición “Los realistas de Madrid” en el Thyssen. A pesar de ser las dos de la tarde, la muestra está a reventar. La gente mira, comenta, disfruta y sonríe. Hay una francesa pequeña que se pone delante de todo el mundo, se quita las gafas y pega la vista a los cartelitos de los cuadros. Siete artistas: Antonio López García; su esposa, María Moreno; los escultores Julio López Hernández y su hermano Francisco; la mujer de Julio, la pintora Esperanza Parada; la mujer de Francisco, la también pintora Isabel Quintanilla y Amalia Avía, casada con el artista Lucio Muñoz. La exposición me parece la sublimación de lo cotidiano. Uno descube la sutileza de María Moreno y se sorprende con la escultura de El alcalde de Julio López, carcomido y huraño.

Pero las obras que concitan más público son las de Antonio López. El público se detiene y admira las pinturas y esculturas del tomellosero. Me sorprende su última pintura, Ventana de noche.

Con tiempo acudo a la cita, una calle cercana a la Plaza de Castilla, al encararla veo a un señor menudo con un jersey rojo subiendo la cuesta, ligero. Distingo al genio de espaldas y me tiemblan las piernas. Aparco. Todavía falta un cuarto de hora, pero me acerco a la dirección. Sale a abrirme el portal uno de los pintores vivos más cotizados. Nos saludamos, le pregunto por su mujer, le entrego un regalo que agradece. El artista mira a la cara, tiene una mirada limpia, habla tranquilo, aunque cuesta sacarle las frases.

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OCHENTA AÑOS TIENE ANTONIO LÓPEZ

Pregunta. Ochenta años y sigue dando el callo…

Respuesta. Sí, tengo ochenta años, los cumplí el 6 de enero. No sé si dar el callo es el término apropiado. Sigo con mi tarea, no todos los días, pero sí casi todos.

P.- Y se encuentra metido en plena vorágine de entrevistas y apariciones en los medios de comunicación, ¿cómo lleva esa situación?

R.- Lo llevo lo mejor que puedo, claro. Como ya sabes que eso es así, lo aceptas, claro, ¿qué voy a hacer? No son cosas malas, en todas estas tareas lo peor es que nadie te mire o nadie se acuerde de ti. Eso es lo peor. Lo demás no es lo peor, es algo que va añadido a toda la satisfacción del trabajo.

P.-¿El ser artista ha sido una decisión predeterminada o han sido las circunstancias las que le han llevado a vivir del arte?

R.- Ser un artista, ser un artista… A los trece años me trajeron aquí, a Madrid, para formarme como pintor. Hasta los doce años la verdad es que ni lo pensaba. A partir de esa edad, de los trece años parecía que eso fuese posible. A mí me gustaba dibujar y lo hacía bien, es un riesgo, te puedes equivocar tú, se pueden equivocar las personas que te llevan a tomar esa decisión, también. Es algo que ocurre con mucha frecuencia, en esta profesión la mayoría de los que se inician en ella no van a ninguna parte, se quedan en el camino.

P.-Hace pocos días se cumplieron treinta años de su última exposición en Nueva York, ¿qué supuso aquello para usted?

R.- La primera exposición en Nueva York la hice en 1965. Después, la siguiente fue en 1968 y en 1986 otra, de la que se cumplen treinta años. La primera fue muy importante, exponer en Nueva York era algo que no habían conseguido muchos pintores.

P.-¿La eclosión de Antonio López como artista famoso tal vez se produjo gracias a esa exposición, la del 86, la del Reina Sofía y con el Sol del membrillo?

R.- Esos acontecimientos están muy espaciados en el tiempo, no creas…

P.-Pero, ¿supusieron su encumbramiento?

R.- Eso no te lo sé yo decir.

P.-Esos años previos hasta que usted fue un artista famoso y reconocido debieron ser duros, de mucho trabajo y pocas alegrías.

R.- Bueno, y sigue siendo duro. Los cuadros los tienes que hacer tú. En realidad, es duro, pero si te gusta es menos duro. Todo el mundo trabaja en algo. Yo no me puedo quejar. Aparte de que esté a gusto con mi trabajo es que he encontrado respuesta en la sociedad.

P.-¿Y a que creé usted que se debe esa respuesta?

R.- Pues habré tenido suerte, no sé. Esto no es una cosa que se pueda medir. Hay gente que tiene buena suerte y otra mala suerte. Yo creo que he tenido buena suerte.

P.-Cela decía que Miró pintaba descalzo en verano y sobre un baleo de pleita en invierno, había que tener la tierra bajo los pies. Usted, ¿mantiene los pies en la tierra?

R.- Todos tenemos los pies sobre la tierra, ¿sobre qué los vamos a tener? No los vamos a tener en las nubes. Más o menos he palpado el momento. En esta profesión corres muchos riesgos y ves que la cosa puede salir bien, pero puede no hacerlo. Esta es una profesión de riesgo.

Lavabo y espejo, cuadro de Antonio López García

Los realistas de Madrid

P.-El sábado contaba en un diario nacional que el reflejo que aparece “Lavabo y espejo” es usted, que había hecho lo que Velázquez en las Meninas, decían.

R.- No sé… No, no, yo no me reflejé, pero no lo sé… son cosas…

P.-¿Cómo es su relación artística con el grupo de Realistas de Madrid?

R.- Que no, que no es un grupo. Nosotros no somos grupo, lo que pasa es que nos han agrupado, que es distinto. No lo hemos decidido, ni nos hemos puesto ese nombre, ni ha entrado en nuestra voluntad ser un grupo. No. No ha sido así. Hay muchos pintores y hemos coincidido unos amigos que trabajamos en la pintura o en la escultura figurativa. Somos de la misma generación y nos han agrupado desde hace ya bastantes años.

P.-¿Es real la batalla entre figuración y abstracción?

R.- Es real, sí. Ahora, si le quieres llamar una batalla… Yo no lo veo como una batalla, pero es un hecho. Es algo que es así. Pero hay muchos lenguajes, no solo es la abstracción o la figuración, hay montones de lenguajes ahora mismo. Todos pueden ser potencialmente interesantes.

P.-El ser realista en una época donde prima la abstracción ¿es un acto de rebeldía?

R.- No hemos sido unos rebeldes, para nada. Hemos querido hacer ese trabajo como otro que ha querido ser abstracto. No se trata de rebelarte contra nada sino de seguir lo que tú consideras que es tu camino. Yo creo que lo hemos hecho por eso.

P.-¿Cómo le gustaría que se le recordase en el futuro a usted y al grupo con respecto a los movimientos artísticos?

R.- Uy, pues no lo sé. Si es que son cosas que no se piensan. Bastante es ir cumpliendo cada día tu tarea. El futuro cualquiera sabe. Sinceramente no lo pienso.

María Moreno

P.-Le confieso que María Moreno hasta esta mañana era prácticamente desconocida para mí.

R.- Ha hecho pocas exposiciones.

P.-¿Cómo describiría la pintura de su mujer?

R.- Es una persona con mucha sensibilidad. Su trabajo tiene mucha bondad, es muy luminoso… Es que es difícil describir todo eso… Bueno, no es difícil, pero no sé si se debe hacer, cada cual debe ver lo que ve. Las cosas están a la vista en su pintura.

P.-¿La subjetividad del espectador es fundamental en ese caso?

R.- Cada cual tiene que ver según su criterio. No es una suma que si es un cuatro todo el mundo ve un cuatro, no un ocho. En el arte no es así. La gente ve cosas muy diferentes unos de otros, según su educación, según su sensibilidad, según muchas cosas.

P.-¿Quiere decir que cuando el artista acaba su obra y la muestra ya no le pertenece?

R.- Se hace para compartirlo con los demás, de otra manera, ¿qué haces pintando? Todo el mundo trabaja para los demás.

Antonio López: “La Mancha no me ha prestado mucha atención”

La búsqueda de la luz

P.-En su obra resulta conmovedora la búsqueda por la luz y el color, obsesiva, incluso.

R.- La luz está en la realidad.

P.-Pero, ¿cómo es capaz de plasmarla?

R.- Para eso está la pintura. La fotografía también lo hace. La pintura tiene esa capacidad, la ha tenido en su historia siempre, captar la luz si no, no se verían las imágenes.

P.-Le pregunto por la suya, por su luz, que no es como la de los demás.

R.- Claro que no, cada cual tiene la suya, cada uno tiene la suya. Pero no es mejor una que otra.

P.-Su obra, sobre todo en sus cuadros de Madrid, se me antoja fría, de una realidad descarnada.

R.- Pues a lo mejor es verdad. Yo creo que lo que la gente siente al ver un cuadro, eso es lo que es. El pintor ahí no tiene que decir. Cada uno ve lo que ve y en eso consiste. No hay que… en fin. Tú haces tun trabajo y los demás lo toman por donde pueden.

P.-Y por el contrario, la última pintura de la exposición “Ventana de noche”, con esa perspectiva de ojo de pez, parce que humanice su visión de las cosas.

R.- Pues a lo mejor tienes razón…

P.-Pero, ¿le parece bien esa percepción?

R.-¿Cómo no me va a parecer bien? Lo que ven los demás siempre me parece bien. A la gente que va a ver las exposiciones hay que agradecérselo siempre, la mayoría de la gente no va.

P.-¿Y si lo que digo es una completa tontería?

R.- Pues si dices una tontería, que le vamos a hacer. No hay nada que decir, de verdad. Si coges una cerilla encendida e intentas arrimarla al cuadro trataría de evitarlo, pero como voy a llevarte la contraria en lo que tú sientes con mi pintura. Yo creo que eso está bien. Es lo que sientes, y ya está. Otro siente o puede sentir otra cosa.

P.-Al público le gusta la exposición, se paran comentan, admiran.

R.- Es una exposición que está teniendo mucho éxito. A la gente le gusta y sale contenta, sí.

P.-¿Y ese aprecio de la gente usted lo percibe?

R.-¿Cómo no los vas a percibir? Siempre lo percibes.

P.-Es que usted da la imagen de estar encerrado en su mundo, en su atalaya… 

R.- Pero, ¿quién ha dicho eso? Eso es un concepto equivocado. Es como si el taxista dice que no entera de lo que pasa. Se entera de si vienen los clientes, si la temporada es mala o buena. Nos enteramos de todo.

P.-¿Cómo ve el arte actual?

R.- Lo veo bien, en el sentido de que hay mucha gente que participa. En la época de mi tío eran la décima parte, o menos, de los que hay ahora. En ese sentido está bien, hay mucho interés por el arte. La gente paga mucho dinero por los trabajos. Es un trabajo del hombre enormemente valorado, no solo económicamente, se considera un bien para la sociedad muy grande. La parte negativa es que hay gente que no debía de estar. Lo mismo que en la política, hay quien no debía de estar. A lo mejor pasa en todas partes.

Hay artistas muy buenos, como siempre, y luego mucha gente muy mediocre. Eso siempre ha pasado, ahora más porque hay más gente.

P.-¿Y las locuras de precios que se pagan por artista efímeros?

R.- Por los efímeros mucho dinero no se va a pagar. Ahora, en el arte puede pasar de todo. De un tiempo a esta parte no te puedes fiar ni de precios de ni nada.

Tomelloso y La Mancha

P.-Salió de Tomelloso con 13 años, pero siempre ha vuelto, ¿no es así?

R.- Siempre he vuelto y sigo volviendo. El pueblo de Tomelloso, mi pueblo me ha gustado siempre. Voy con frecuencia, pero no como antes. Además, toda mi familia vive allí.

P.-¿Tiene buenos recuerdos de su infancia en Tomelloso?

R.- Muy buenos recuerdos. Mi familia era de agricultores de Tomelloso, con mulas y viñas, hacíamos la vendimia. Creo recordar, de mi infancia, que el tomellosero era un pueblo muy trabajador, muy trabajador. Yo veía allí a hombres y mujeres trabajar una barbaridad.

P.-En Tomelloso estaba su tío que según cuenta usted es su principal referente.

R.- El primero. Aparte de ser el primero es muy importante.

P.-Un pintor como la copa de un pino…

R.- Un artista muy grande, sí. No quiso luchar aquí en Madrid, se quedó en Tomelloso. Le resultaba más cómodo, le gustaba más aquello. Por los motivos que fueran, él no quiso luchar como pintor demasiado. Es una lucha muy dura. Él prefirió vivir de la enseñanza y trabajar en libertad.

P.-¿Consiguió esa libertad? Y usted, ¿es libre?

R.- Yo pienso que sí. Creo que yo también trabajo con libertad. Pero bueno, a lo mejor estoy más dependiente de la sociedad que mi tío. Él era, en ese sentido, libre. Yo vivo de la pintura, si no vendo, ¿qué haría? He tenido la suerte de vivir de mi trabajo. Pero es una lucha muy dura y la tienes que establecer. Tienes que decidir “yo quiero vivir de la pintura y no de la enseñanza”. Eso es lo que hice yo, y unos cuantos.

P.-¿Y le tocó pasar tiempos fastidiados?

R.- Tiempos fastidiados le tocó vivir también a mi tío. Hay tiempos fastidiados para todos, por los motivos que sean. Pero yo, ínsito, he tenido mucha suerte. La sociedad me ha tenido en cuenta. He hecho exposiciones en sitios muy importantes e interesantes. Y he vivido desde la juventud del trabajo de mi pintura.

P.-En Tomelloso se ha desarrollado el realismo a la sombra de usted.

R.- Yo pienso que sobre todo de mi tío. López Torres ha marcado una forma de pintar que seguramente es la que gustaría allí Yo no sé si gustaría en Tomelloso un pintor abstracto. Se tendría que ir de Tomelloso, ¿quién le haría caso allí? Yo mismo me tuve que ir…

P.-Usted tiene fama de tardar un montón en terminar una obra, de estar hasta el último momento buscando la perfección.

R.- Yo trato de acabarlos, claro. Me gusta llegar hasta el final de lo que yo puedo llegar. Otra cosa es que hay cuadros que se queden en el camino, por lo que sea. Eso les pasa a todos los pintores.

Antonio López: “La Mancha no me ha prestado mucha atención”

P.-En Tomelloso Antonio López García es un icono y lo sigue siendo para las nuevas generaciones de artistas, jóvenes que se han quedado allí y que algunos, incluso, dan conferencias sobre usted y su obra.

R.- A mí no me llega nada de todo eso.

P.-Pues habrá que intentar que le llegue.

R.- A ver si es verdad.

P.-¿Cómo se siente tratado por su tierra?

R.- A mí La Mancha no me ha prestado demasiada atención, es la impresión que tengo yo. Nunca me han propuesto una exposición en ningún sitio. Nunca.

Castilla-La Mancha ha hecho poco por nosotros. Es una región muy grande y nos podía dar trabajo, digo yo. Hay muchas cosas que podríamos haber hecho que no se nos ha pedido. Creo que ha sido una pérdida, sobre todo para ellos, yo, en mi caso, me las he arreglado. Ahora, a lo mejor para Castilla-La Mancha hubiera sido bueno contar más con nosotros, no solamente conmigo, con otros. Eso es lo que me parece a mí.

P.-¿Y porTomelloso?

R.- Que te voy a decir… que me he tenido que buscar el pan donde lo he encontrado. Sí. No puedes elegir, las cosas son así.

P.-¿En qué anda metido ahora?

R.- Siempre trabajo en varios cuadros a la vez. Una vista de Sevilla y otra de Bilbao, también esculturas. No lo hago en una cosa sola, por lo general. Voy de una cosa a otra, según mi estado de ánimo o si tengo ganas.

P.-Y porque decía que con 80 no trabaja como el primer día…

R.- No hay que exagerar. Sigo trabajando. Creo que trabajo bien. Nunca se sabe… Uno no tiene el afinamiento físico de los sentidos que cuando eres joven.

Me confiesa, entre bromas y veras que le parece muy mal que hayan quitado las confiterías de Tomelloso. Y que «el Mercado de Abastos esté cerrado y hundiéndose». Le cuento que todavía queda alguna, de su época, La Gloria. «Ha quedado una de los menos diez que había cuando yo era muchacho. Eso es un fallo». Otra cosa que recomienda, sonriendo es que «se tiene que hacer mostillo y arrope en Tomelloso. Cosas que tengan relación con la vid, no solamente el vino». Asegura que «eso es más importante que el que nos hagan caso a los artistas».

Tras cerca de una hora de charla damos por concluida la entrevista. Nos levantamos, Antonio recoge unas fotos que me enseña y salimos del estudio. Ha quedado una tarde suave, gris pero agradable. Andamos juntos por una calle que no parece de Madrid; si no fuese por la cuesta podría ser una rúa de cualquier pueblo manchego. En mitad de la calzada (la calle está vacía como en uno de sus cuadros) nos despedimos.

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