Centro de Información Europe Direct Ciudad Real
Es difícil hablar de la Unión Europea en estos momentos, es complicado tratar algún tema relativo a ella sin caer en la polémica, en la crítica, debido a la situación de ajuste que se está viviendo por la cuestión griega. La Unión atraviesa una crisis, calificada por algunos sin precedentes, que desafortunadamente conlleva problemas a superar y la necesidad de alcanzar soluciones lo más justas posibles para todos, lo cual no es fácil. Pero del mismo modo, y sin querer menospreciar ni mucho menos el sufrimiento de los principales afectados por esta situación, como es el caso de la sociedad griega, también es cierto que todo momento difícil supone un reto, una oportunidad de pararse y reflexionar, de decidir cual es el mejor camino a seguir en el proyecto europeo. Es la hora de las decisiones.
El término “crisis”, con todas las connotaciones peyorativas que conlleva, viene de hecho del verbo griego – que coincidencia etimológica más oportuna – “krinein”, que significa “separar” y “decidir”, por tanto en una crisis algo se separa, hay una ruptura, y esto hace necesario un análisis de lo ocurrido para decidir que es lo mejor que se debe hacer.
Y es precisamente esto lo que estamos viviendo hoy los ciudadanos y las instituciones europeas: un momento de decisiones. ¿Queremos una Europa del capital, supeditada única y exclusivamente a los intereses financieros y al mero crecimiento económico? ¿o por el contrario deberíamos aspirar a una Europa de las personas? ¿a un proyecto de construcción europea cuya economía se encuentre sujeta a las políticas sociales, a crear bienestar, en la que las necesidades básicas de los ciudadanos y ciudadanas de la Unión se vean cubiertas y se aspire a una mejora continua de su calidad de vida?